SALIENDO DEL CLOSET CORPORATIVO

Un regalo de Navidad que destrabe a la política

Tras la coronación mundialista, es hora de ir por un 2023 donde los argentinos volvamos a cultivar el diálogo político, el respeto por la diversidad de pensamiento y el registro del que piensa diferente a mí.

Cuando era chico no había mucho dinero para regalos en mi casa de San Telmo. Había que ingeniarse un poco para que la ilusión siga viva por más que las vacas estuvieran flacas por entonces. Mi vieja, Rosa, era bastante creativa para eso, no sólo en la cocina donde hacía malabares con poco para alimentar la familia numerosa que habían alumbrado con mi viejo. 

En cada Navidad nos hacía escribir en papel glasé tres deseos con los que después hacíamos un rollito y colgábamos en el árbol. Quedaban en secreto por un año al cabo del cual los abríamos todos juntos para ver si alguno se había cumplido. 

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No sé si es porque por estos días estoy terminando una etapa tan larga como pródiga de hermosos recuerdos; o quizás sea producto de la enorme cantidad de despedidas y mensajes afectuosos que recibí en las últimas semanas de tantísima gente que se cruzó en mi camino durante todos estos años. 

Lo cierto es que me agarró cierta nostalgia de entonces y me puse a escribir un deseo en papel glasé y lo colgué del arbolito que tengo en casa ahora con la misma esperanza del niño que tenía por entonces. Un 2023 donde los argentinos volvamos a cultivar el diálogo político, el respeto por la diversidad de pensamiento y el registro de que cuando me dispongo a construir algo nuevo con alguien que piensa diferente a mi es muy probable que surja algo superador a lo que ambos teníamos antes de encontrarnos. 

Una de las grandes discusiones no resueltas que tenemos los argentinos no es por suerte cuánto déficit fiscal nos parece razonable. Hay bastante consenso sobre eso; todos sabemos que más temprano que tarde nos conduce a endeudarnos de manera no sustentable o a emitir billetes que siguen deteriorando el valor de nuestra moneda y el poder adquisitivo de nuestros salarios. 

Sobre lo que no nos ponemos de acuerdo en realidad, quizás porque nunca hemos intentado un debate profundo sobre esto entre el oficialismo y la oposición, es cuánto estado queremos; qué calidad de estado nos proponemos en educación, salud, justicia y seguridad. E igualmente de importante, qué reforma tributaria vamos a proponerle a la sociedad para financiarlo. 

Todos queremos pagar menos impuestos pero somos los primeros en quejarnos si la seguridad pública no nos garantiza el bienestar que aspiramos. Ni hablar de nuestros jubilados, que en su gran mayoría reciben un haber mínimo muy insuficiente hasta para cubrir los medicamentos que consumen todos los días. Ningún gobierno solo podrá en 2024, por más votos que reciba en 2023, repensar estos temas aisladamente y llevarlos al Congreso con chances razonables para que sean aprobados. 

Hace rato que la política está trabada. La grieta obstaculiza el diálogo y sin diálogo no hay acuerdos parlamentarios posibles ni siquiera para avanzar en los temas de mayor urgencia económica e institucional. Tengo ese deseo para el 2023. De ayudar en esa gesta. Alguien me dijo: ojo con lo que deseás que se te puede cumplir. Ojalá 

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