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Trade electoral: se disparó en la Bolsa pero una señal dice que "puede fallar"

A la luz de la experiencia de Brasil, el "trade electoral" no es infalible. En la Argentina funcionó desde 2014 antes de las elecciones generales. Ahora que despuntan las oportunidades en acciones, es bueno ver qué pasa al lado.

En las últimas semanas comenzamos a hablar con un poco más de fundamento del inicio del denominado "trade electoral". Esto es, la toma de posición de los inversores ante un hipotético cambio de signo político. 

Esa apuesta financiera lleva implícita la posibilidad de realizar ganancias si el futuro triunfador de una contienda electoral modifica el rumbo y beneficia a sectores o empresas.

El cambio en las cotizaciones en los bancos durante las últimas semanas, sobre todo a partir de que Cristina Kirchner anunció su apartamiento de cualquier candidatura futura, sería un ejemplo de esa mirada de los mercados a una derrota del oficialismo si es que la Vicepresidenta decidiera no competir. Avisoran el advenimiento de un recambio pro mercados y pro empresario.

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Pero la historia nos está demostrando que "puede fallar".

Antecedentes

Ese cálculo implicó fuertes ganancias para los que entraron en el "trade electoral" en 2014, previo al triunfo de Mauricio Macri en las elecciones de 2015.

En sentido contrario, pero con la misma lógica sucedió en agosto de 2019 cuando Alberto Fernández se impuso en las PASO frente a los candidatos del oficialismo de Cambiemos: los activos argentinos mostraron su peor retroceso en la historia anticipando un kirchnerismo en el poder incapaz de lidiar con la crisis y que acudiría a recetas ya probadas en los dos mandatos de Cristina Kirchner.

En Brasil, los inversores apostaban a un Lula moderado con una economía creciendo, pero el líder del PT decepcionó y pintó un panorama similar a la Argentina.

En la semana en que asumió Lula como presidente en Brasil, es útil mirar el espejo brasileño para los problemas de los argentinos. Pero también para que los inversores puedan afinar la puntería. No sería la primera vez que suceda: los mercados también se equivocan, al igual que los encuestadores.

En Brasil, como se recordará, en las previas tanto de la primera como de la segunda vuelta que ungieron al candidato del PT, los mercados superaron los comicios con alzas. Reflejaban un optimismo basado en el envión de recuperación económica y de los castigados activos. Bajaba el desempleo, la inflación estaba controlada a fuerza de una política de tasas pionera a nivel mundial.

Pero el lunes 2 de enero, los mercados mostraron un gran desencanto con las primeras medidas de Lula, quien anuló privatizaciones, anunció que seguirá la exención de impuestos a los combustibles por 60 días, con impacto en las cuentas públicas. 

Repuso asistencia social para más de 20 millones de brasileños por unos u$s 100 mensual y creó múltiples ministerios. En el primer día hábil del tercer mandato de Lula, el Bovespa cayó 3%. El segundo, 1,6%. El real se devaluó desde fines del año pasado más de 6%. 

El flamante ministro de Hacienda, Fernando Haddad, responsabilizó a su antecesor Paulo Geddes y a Bolsonaro del "legado" de un déficit encubierto. ¿Les suena?

"La gente del mercado financiero está sabiendo lo que ocurrió en Brasil en 2022, creían que había un clima con la economía yendo a buen puerto, pero este clima se deshizo con la presentación de los números reales", dijo Haddad. "Les cayó la ficha" de la realidad macro de Brasil, dijo.

Hizo foco en la aceleración de la emisión de dinero en el último semestre por el paquete de ayudas lanzado por Bolsonaro mientras buscaba su reelección. "La tasa de interés pasó del 2% a 13,75%, un legado de 300.000 millones de reales (u$s 55.000 millones)", denunció.

Los problemas descriptos en Brasil para denunciar tierra arrasada son muy similares a los que atraviesa la Argentina de hoy. Bolsonaro intentó asirse a la emisión y a los subsidios para ganar las elecciones; aquí se aplican con convicción política.

En cualquier caso, como se ve, implican un ajuste. Cada uno con su estilo, en Brasil con el centroizquierda, aquí con el actual o futuro frentetodismo, e hipotéticamente una fórmula opositora tendrán que recorrer un camino similar.

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