Análisis

¿Qué tiene que tener un plan antiinflacionario?

La inflación en la Argentina lleva 15 años siendo un problema. Una década y media sin poder controlar un mal económico que la mayor parte del planeta ya resolvió. En estos años no se ha puesto en marcha ningún programa de estabilización lo suficientemente profundo como para hacerle frente a una inflación que ya acumula 4630% desde el 2004, que fue el último año en el que se registró inflación de un dígito. 

La razón de esto es que los planes de estabilización requieren esfuerzos fiscales, económicos y políticos que son crecientes con relación al nivel de inflación y no siempre resulta una prioridad, y si no lo es, será difícil tener éxito.

Más allá de esto, todos los programas de estabilización exitosos comparten ciertos rasgos, que son condiciones fundamentales mínimas e imprescindibles para frenar la inflación.

Frenar la emisión monetaria

No toda emisión monetaria genera inflación, pero si toda inflación tiene en su origen el exceso de dinero. Es más, se podría definir a la inflación como la pérdida del valor de la moneda. Como todo bien, el dinero pierde valor cuando hay un exceso de oferta. Lo que pasa es que el dinero es la unidad de cuenta de los precios y, por ello cuando pierde valor, lo percibimos como un aumento en el precio de todos los bienes.

Por ello si no se frena la emisión resulta imposible bajarla.

Expectativas: no emitir otros instrumentos monetarios que reemplacen al dinero

Emitir Leliqs o Lebacs que sacan o "esterilizan" dinero temporalmente, no sirve de mucho para bajar la inflación. Porque emitir estos instrumentos para absorber pesos hoy, sigue siendo emisión monetaria, solamente que desplazada en el tiempo. De nada sirve, emitir pesos para luego esterilizarlos con pasivos del Banco Central, que en el fondo son una promesa de emisión futura. En ese contexto, la teoría de expectativas racionales indicaría que la demanda de dinero bajará para compensar la emisión futura. Eso pasa con cualquier producto, si supiéramos con seguridad que la semana que viene habrá una superproducción de uvas, el precio de la uva bajaría hoy.

Disminuir radicalmente el déficit fiscal

El déficit fiscal suele ser la fuente de la emisión monetaria. Cuando al Estado le falta dinero hay dos opciones: toma deuda o emite dinero para pagar el exceso de gastos. Por lo tanto, si no reduce el déficit fiscal seguirá emitiendo dinero.

Se podría argumentar que, tal vez, eso se pueda resolver emitiendo más deuda, de manera de reemplazar la emisión de dinero con deuda. Esto no sirve, porque pospone la emisión de dinero, tal como las Lebacs. En el futuro, la deuda se deberá pagar o con futuros superávits primarios del Estado o habrá que emitir dinero.

 Por lo tanto, si no se baja el déficit fiscal el mercado esperará un aumento de la emisión monetaria a futuro, lo cual lleva a que se reduzca la demanda de dinero, como en el caso de las letras del Banco Central. Con la deuda externa pasa lo mismo, aunque puede haber algunas diferencias en el mecanismo

Si después de hacer un ajuste fiscal quedase algún déficit residual, se podrá financiar con deuda dependiendo de si el Estado tiene crédito y de si se espera crecimiento económico en el futuro que garantice su pago.

Ordenar y liberar precios relativos; tarifas, precios congelados, salarios atrasados, etc...

Cuando hay inflación suele pasar que los gobiernos intentan frenarla congelando algunos precios. Ello provoca que algunos rezagos que se resuelven con un fogonazo inflacionario, con un shock recesivo, o ambos dependiendo de la política monetaria. Cuando hay precios atrasados, hay dos opciones. Una es que los precios que están bajos suban (inflación), lo cual requiere una expansión monetaria por única vez, para que haya suficiente dinero como para pagar el mayor gasto. La otra, que los precios y salarios que estaban más altos bajen, lo cual requiere un proceso recesivo y de mayor desempleo. Como la primera opción es la más común, es probable que cuando haya precios retrasados, también se incrementen las expectativas inflacionarias, que podrían reducir la demanda de dinero en el presente.

Expectativas crecimiento económico y credibilidad

Cualquier programa de estabilización debe ser creíble. Si lo es, posiblemente ello se traslade a expectativas de crecimiento económico. Si eso no sucede, un programa antiinflacionario no tendrá éxito. Porque si bien no es teóricamente imposible bajar la inflación sin perspectivas de crecimiento económico, en la práctica se vuelve difícil. A su vez, cuanto mayor sea el crecimiento esperado más sencillo será bajar la inflación. Por lo tanto, es muy probable que junto con el programa de estabilización se requieran otras reformas para tratar de estimular el crecimiento económico lo que estimula la demanda de dinero.

Estabilidad cambiaria

Si todo lo anterior se cumple puede ser que el tipo de cambio se estabilice. Sin embargo, en el muy corto plazo garantizar cierta estabilidad cambiaria es fundamental. De hecho, algunos programas como la convertibilidad han hecho de esto el punto central. Esto también implica eliminar barreras pararancelarias, que puedan alterar el tipo de cambio efectivo.

Conclusión

En términos generales, todos los planes económicos que lograron bajar la inflación tuvieron estos componentes. Como se observa, estas medidas requieren que la lucha contra la inflación sea la prioridad de un programa económico y requiere también mucho esfuerzo político que no todos los gobiernos están en condiciones de realizar. No sólo eso, estas son cuestiones mínimas, muchos programas también incorporan reformas en el comercio exterior u otras reformas, todo depende que tan grave sea el problema inflacionario. Por más difícil que sea, en algún momento habrá que atacar este problema en serio.

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