En medio de una crisis que puede ser terminal, es importante conocer las causas que la
engendraron. Porque la única solución es atacarlas.

En ese sentido, es importante entender que la crisis es la resultante de las decisiones que Macri
adoptó apenas asumió:

1. Abrir unilateralmente y sin restricciones las importaciones, clausurando la posibilidad de generar divisas genuinas a través del comercio exterior, con el esperable resultado de un persistente déficit comercial. En los primeros 7 meses de 2018, el déficit acumulado ya
suma casi U$S 6.000 millones.

2. Desregular los flujos de capitales permitiendo su valorización a tasas astronómicas y su posterior retirada. Actualmente, la tasa del 60% es la más alta del mundo, casi triplicando a la rige en la demonizada Venezuela.

3. Liberalizar la compra de divisas sin ningún control por parte del Estado. Entre diciembre de 2015 y julio de 2018, por fuga (técnicamente, Formación de Activos Externos) perdimos U$S 55.000 millones, de acuerdo con los datos publicados por el Banco Central.

4. Permitir que las divisas provenientes de las exportaciones argentinas no sean liquidadas e ingresas al circuito económico local.

Además, (5) el gobierno dolarizó la economía -a excepción de salarios, jubilaciones y asignaciones de la seguridad social- mediante una política de precios “globales que garantizó la acumulación de excedentes en manos de multinacionales y sectores con fuerte propensión a la
fuga, distribuyendo regresivamente el ingreso en contra de los sectores que consumen (trabajadores) e invierten (las Pymes) y dinamizan el mercado interno y la actividad productiva y el empleo.

Así, entre enero y julio, los fugadores sustrajeron a nuestro circuito productivo u$s 20.000 millones, mientras en la economía real se destruían más de 100.000 puestos de trabajo.

Para cerrar el marco de insustentabilidad de un modelo basado en la especulación y la fuga, Cambiemos (6) financió la exacerbada demanda de dólares engendrada por el modelo con un insostenible endeudamiento en moneda extranjera que creció en más de U$S 160.000 millones
desde que Macri asumió.

Los vencimientos de títulos en dólares para lo que resta de 2018 (en particular, el Repo con los bancos, el AN18 a noviembre, y las Letes), suman U$S 13.000 millones, y U$S 4.000 millones en intereses.

En total, equivalen al 65% de las reservas netas de depósitos. Para 2019, los vencimientos son de U$S 28.000 millones entre capital e intereses. El briesgo país en 780 puntos básicos y los seguros contra el default argentino trepando en el exterior, exponen las ¿dudas? de “los mercados respecto de la capacidad de la Argentina de afrontar esos vencimientos, siendo que dispone de apenas algo más de U$S 53.000 millones de reservas que deben respaldar más de U$S 28.000 millones de depósitos bancarios.

Una política económica irracional, que expande sin límite la demanda de dólares mientras restringe la oferta para su abastecimiento, sólo podía acabar en la crisis cambiaria que estamos sufriendo. Con el riesgo latente, además, de trasladarse al sistema bancario, si los titulares de depósitos en dólares decidieran retirarlos frente al contexto de incertidumbre.

La simple matemática nos exime de mayores argumentaciones. En los meses restantes del mandato macrista, proyectando el resultado de los primeros 7 meses de 2018, sólo por fuga saldrían U$S 50.000 millones. Sobra decir que la suma de las otras pérdidas que produce el
modelo (ej. remisión de las multinacionales, déficit turístico y comercial) más la reversión de los flujos especulativos, que suman salidas por U$S 3.500 millones entre abril y julio, y los vencimientos de capital e interés de la deuda en dólares del Estado Nacional, los estados
provinciales y municipales -a los que el propio ejecutivo empujó a endeudarse en moneda extranjera- y el sector privado, torna a los U$S 29.000 millones que el gobierno negocia como “adelanto del FMI, largamente insuficientes.

La crisis actual debe entenderse, entonces, como una consecuencia inexorable de un modelo que tenía certificado de defunción desde su puesta en marcha. Argentina no necesita más deuda, que no hace sino agravar la insustentabilidad y vulnerabilidad externa de nuestra economía. Argentina no necesita más ajuste fiscal, que no hace sino agravar la recesión y el avance del desempleo, la pobreza y la desigualdad. Argentina necesita otro modelo económico.

Continuar por este sendero implica persistir en la pérdida de reservas (sólo en la última semana cayeron U$S 2.680 millones), una mayor devaluación -inflacionaria y recesiva- y un desenlace sellado por la insolvencia y la quiebra de la economía. Ni el más brutal de los ajustes ni la eliminación de cuantos ministerios haga el gobierno aciertan en la resolución de la crisis. Por el contrario, exacerbarán la insostenibilidad no sólo económica sino social de la política oficial.

Un paréntesis: en los primeros 7 meses de 2018, el déficit primario alcanzó los $55.000 millones, mientras que el déficit financiero sumó la friolera de $310.000 millones, con $255.000 millones de intereses de la deuda devengados. Lo cual pone de manifiesto que el problema del déficit al que se enfrenta el gobierno es, en realidad, el problema de la deuda. Por otra parte, el déficit primario no obedece a un exceso de gasto sino a una insuficiencia de recursos originada por las decisiones de eliminar y/o reducir retenciones y eliminar y/o reducir impuestos a los ingresos y los patrimonios de las personas (físicas y jurídicas) con mayor capacidad contributiva. En este sentido, reponer retenciones a los productos primarios, enmendaría uno de los errores de política económica de Cambiemos, pero no puede ser el único.

Es imperioso establecer una política comercial inteligente que ponga fin a esta fiebre importadora y devuelva a la economía la capacidad de generar divisas genuinas. Es imperioso establecer los controles necesarios a los grandes capitales. Es imperioso establecer límites desde el Estado a la fuga de los grandes capitales que están produciendo un verdadero latrocinio financiero.
Es imperioso poner punto final a la política de endeudamiento y revisar la deuda contraída. Es imperioso garantizar la liquidación y disponibilidad de las divisas de las exportaciones argentinas. Es imperioso poner en vigor una política de precios en función de las necesidades de la Argentina y no de la rentabilidad de las multinacionales.

Es imperioso cambiar este modelo de especulación, fuga y endeudamiento por uno de desarrollo económico y social. Y empezar por lo urgente: devolver a los trabajadores, a los jubilados y al conjunto de los argentinos, ingresos dignos para que puedan volver a ser el motor de una economía en crecimiento.