Opinión

Medidas que sólo agregan más inflación

El Gobierno adoptó una serie de medidas cambiarias antes y después de las PASO. Durante los primeros días de agosto aceleró el ritmo de depreciación diaria del peso a un ritmo equivalente al 12% mensual, luego se dispuso una devaluación fiscal diferente para exportaciones e importaciones de bienes y servicios que en el promedio ponderado era del orden del 7% y, finalmente, luego de las elecciones primarias se devaluó el peso un 22% adicional. Esta última medida fue anunciada como un nuevo nivel del tipo de cambio mayorista de $350 por dólar hasta noviembre por lo que podría interpretarse como un adelanto de la depreciación que hubiera ocurrido desde mediados de agosto hasta noviembre.

Además, se aumentó la tasa de interés y se adoptaron medidas fiscales contractivas primero (por el impacto de la devaluación fiscal) y expansivas después por los aumentos de jubilaciones y salarios y otras post PASO.

Luego de lo ocurrido con la devaluación de finales de 2013 y principios del 2014 el Gobierno debería ser consciente de que un salto cambiario sin otras medidas que lo acompañen (en particular fiscales contractivas) sólo resulta en un traslado pleno de la devaluación a los precios. En aquel momento ello ocurrió en aproximadamente ocho meses. En este caso parecería que será mucho más rápido. La estimación de inflación que hace FIEL para la ciudad de Buenos Aires sugiere que la inflación del mes de agosto será entre 12% y 13% y como el IPC se mide para el promedio del mes, es probable que en septiembre se repita un guarismo similar por el efecto arrastre de la segunda quincena de un mes sobre el promedio del mes siguiente.

Acuerdo con el FMI: siguen pateando la pelota afuera

En el frente fiscal el efecto neto de las medidas pre y post PASO no auguran una mejora en el balance primario. En verdad es muy difícil que se cumpla la meta acordada con el FMI de un déficit de 1,9% del PBI para este año. El acumulado de los primeros siete meses de 2023 fue similar al observado en años anteriores en los cuales el desequilibrio terminó entre 3,5% y 4% del PBI. El reporte técnico del FMI destaca que para alcanzar la meta anual el gasto debe caer 11% en términos reales en lo que resta del año; las medidas del Gobierno apuntan en sentido contrario.

El mayor déficit fiscal pondrá más presión a la emisión del BCRA para asistir al Tesoro. Como se ha achicado el margen neto entre colocación de Leliqs y Pases e intereses pagados por el stock previo de esos pasivos, lo más probable es que haya más liquidez presionando sobre la brecha cambiaria. De hecho, en los días posteriores a la devaluación la brecha no se redujo.

Finalmente, el desembolso del FMI por u$s 7500 millones tuvo un efecto positivo sobre las reservas, pero de menor magnitud ya que una parte se utilizó para devolver los adelantos de los gobiernos de China y Qatar y de la CAF. Además, casi todo el remanente deberá utilizarse para hacer frente a los desembolsos netos previstos con el FMI de acá a noviembre.

El BCRA pudo comprar reservas en los primeros días post devaluación, pero la alta tasa de interés y la proyección de un tipo de cambio fijo alientan a que se adelanten ventas de dólares oficiales. También hay restricciones para demorar todavía más los pagos de importaciones al exterior porque un corte abrupto llevaría a un receso más marcado. No parece que exista alguna posibilidad de cumplir con la meta de reservas netas pautada para fin de año de alrededor de u$s 3500 millones.

En resumen, de acá a las elecciones de octubre la economía se moverá con inflación de dos dígitos mensuales, una recesión más acentuada y más incertidumbre.

Las causas que explican la inflación

A medida que nos acerquemos al 10 de diciembre empezará a tener cada vez más peso lo que se espere que haga el Gobierno que asuma ese día. Parece poco probable que los agentes económicos crean que se puede sostener el tipo de cambio oficial a fuerza de más restricciones y controles. Además, la mejora en las exportaciones prevista para el año 2024 dará un alivio en el frente externo, pero ello no resuelve la necesidad de contar con pesos genuinos para que el BCRA o el Tesoro compren dólares sin presionar a la tasa de inflación, ni el hecho que parte de esas divisas deberán usarse para cancelar gradualmente las deudas que asumió la gestión actual en el BCRA y los montos que el Gobierno forzó al sector privado a endeudarse con sus proveedores del exterior.

Reservas netas negativas, alto desequilibrio fiscal, casi sin acceso al mercado voluntario para financiarlo, distorsiones de precios relativos, alta inflación y pobreza y deudas en divisas por doquier son la pesada herencia que el populismo le dejará a la nueva administración. Se requiere un programa económico integral con fuerte apoyo político para romper esa telaraña.

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