La sequía y la mandíbula de cristal del Gobierno: a la inflación le aparecen nuevos enemigos

La sequía afectó a los productores agropecuarios, está claro, pero también pegará fuerte en uno de los puntos más delicados para el Gobierno. Todo pareciera confabularse y terminar siempre en un derechazo directo a la mandíbula de cristal. La inflación también sentirá el efecto de la falta de lluvias.

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Lo que se comenzó a ver en el sector de la carne, por ejemplo, es una muestra clara de lo que será este efecto.

Hasta fines del año pasado la sequía llevó a muchos productores a mostrar una postura vendedora debido a la falta de pasto para alimentar al ganado, por lo que prefirieron comercializarlo, en lugar de retenerlo.

Esto terminó por generar un buen nivel de oferta en las carnicerías, y mantuvo equilibrados los precios durante mucho tiempo. Pero ahora esta tendencia terminó, y el efecto es el contrario. Hay más retención de animales, por lo que la oferta cayó, y los precios comenzaron a crecer.

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De hecho, un relevamiento de la consultora LCG apuntó que a raíz de esto su previsión es que la inflación de enero cerró en torno de 5,4%, en tanto que la carne en particular creció 5,3%. Otros trabajos van más allá y hablan de un alza del IPC no menor a 6%.

soja y maíz

Un proceso similar se podría ver en el segmento conocido como farináceos, es decir aquellos que se elaboran en base a la harina de algunos de los granos.

Aquí las perspectivas en cuanto al rebote que se podría esperar en los precios tampoco son las mejores. Por ejemplo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires marcó que las lluvias permitieran el avance del último tramo de la siembra de soja 2022/23, y finalizó en 16,2 millones de hectáreas.

Este volumen representa una baja de 100.000 hectáreas respecto a la campaña anterior, y marcó el récord de ser la menor área sembrada desde el ciclo 2006/2007, cuando se implantaron 16,1 millones de hectáreas.

Por el lado del maíz el panorama es algo más positivo, aunque no el ideal. La Bolsa de Cereales de Rosario (BCR) indica que las últimas lluvias podrían generar posibilidades productivas al maíz tardío y alcanzar en la zona núcleo un rendimiento promedio de 72 quintales por hectárea.

Este dato no es alentador, aunque no se debe perder de vista que su promedio de rendimiento habitual ronda los 93 quintales por hectárea.

La baja de la producción de los diferentes granos también generará un "efecto Puerta 12". Los productores bajarán su interés por vender, lo que terminarán generando una menor oferta, y una obvia suba de precios.

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Aquí deberá aparecer el poder de muñequeo del ministro de Economía, Sergio Massa, para "incentivar" a los productores a que no retengan su producción., y así evitar un impacto sobre la inflación. Argumentos para hacerlo no le van a faltar. Una posible baja de las retenciones siempre puede ser un buen anzuelo, aunque deba pasar el filtro político de FdeT, primero, y del Congreso después.

Además, el Gobierno acaba de tener un gesto con el campo, y le concedió la mayor parte de los pedidos que reclamaba para contrarrestar los efectos de la sequía. La relación del agro con Massa es buena, pero habrá que ver también dónde se quieren parar en medio del año electoral.

Tampoco se debe perder de vista la posibilidad siempre latente de una tercera edición del dólar soja, que beneficia tanto a productores como al Gobierno, pero que hoy es un pedido que sigue latente entre los hombres del campo.

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Desde Economía y Agricultura sostienen que esto no ocurrirá, pero habrá que ver cuánto aprietan las metas de reservas con el FMI.