Opinión

La revolución de los olvidados, ¿Massa o Milei?

Como sociedad, mediante el voto, definiremos el resultado de las próximas elecciones, pero los eventos externos no deben dominar nuestra mente para lograr una definición más sana ante la inminente realidad que nos espera. Podría ser un pensamiento muy estoico el centrarse en uno mismo sin dejarse influir por el contexto. El estoicismo nos anima a reconocer que "a pesar de no tener el control absoluto sobre las acciones que puedan desempeñar [en este caso los candidatos], sí tenemos control sobre nuestras reacciones, actitudes y perspectivas". Adentrarnos en nuestras propias mentes y evaluar qué nos quieren ofrecer, quitar, así como también qué melodía corrupta nos ofrecen escuchar una y otra vez.

Los indecisos deberán aprender a gestionar sus emociones, de esa manera podrán desviar su mano a lo que más los favorezca, uno u otro voto para guardar en un sobre. Es el momento fundamental y más directo que se tiene, de forma contundente, para ejercer su valor en esta puja; emplearlo a conciencia es una elección personal. Observar qué tan congruentes son ambos candidatos en sus palabras, y en el recorrido que han hecho hasta ahora, podría aproximarnos a tomar una decisión racional.

Aprender a oír a las personas que rodean a los candidatos es posiblemente la forma más directa para poder vislumbrar el futuro que sopla promesas. Pues ellos serán quienes influirán en gran parte y decidirán en conjunto qué sucederá con nosotros a lo largo de los próximos cuatro años.

Recordando frases como la manzana podrida pudre a su vecina, me transporto inevitablemente a pensar en el nido que circula y en el cual se tejen relaciones corruptas. Cuantos años de historias, vínculos, patrones repetidos, sumidos en fermentación y desaciertos que pasaron e intentan perpetuarse. ¿Cuántas manzanas se está dispuesto a conservar y proteger? ¿Es una utopía o podría realmente suceder algo?

Si viramos al otro lado, la frase de Michael Corleone en "El Padrino": Si hay algo seguro en esta vida, si la historia nos ha enseñado algo, es que se puede matar a cualquiera. La efervescencia de irrumpir y apasionarse por las convicciones, como todo extremo, fragmenta a la justicia. Y no se trata de moderar las formas en transmitir, pues el ímpetu y destreza pone a las personas donde llegaron. Se trata de aprender a negociar en favor de la equidad; amputar deliberadamente, sin prever los daños, no sólo resta votos, sino que condena a los ciudadanos más vulnerables. Tal vez sea cuestión de cambiar, pero conservar los derechos ganados y pensar estratégicamente en quiénes ocuparán esos sitios y en función de qué. Ante la necesidad de cambio, se requieren ejecuciones que produzcan efectos positivos.

Es un buen momento para que ambos candidatos se llamen a la autorreflexión, aprovechando el escaso tiempo, para rever los puntos a mejorar, la forma de conducir el país de manera sabia. Mientras piensan en cómo recoger votos, no olviden que se encuentra expectante el sufragio de un 12% de los electores, 4.247.331 personas con discapacidad en Argentina, que también cuentan. Muchas de las cuales no se encuentran representadas u oídas hasta el momento. 

Me pregunto si, en esta frenética carrera por obtener puntos, alguno de ellos se volteará a contemplar. No para salir en la foto, o reunirse en base a promesas de futuras leyes. Leyes tenemos y muchas, sólo hay que ocuparse, ser firmes, contundentes, y hacer que se cumplan. Así lo garantizan los Estados miembro de las Naciones Unidas a través de su CONVENCIÓN INTERNACIONAL SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD:

El propósito de la presente Convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente.

En el debate debería haber mucho por qué hablar. Queremos oírlos, pues también elegimos.

No hay que temer al cambio, los estoicos dirían: el cambio no es bueno, ni malo, sólo inevitable. A la larga, en algún momento llega. Supongo que las personas, en gran parte, creen que si eligen una opción nueva -sin pelos en la lengua, a lo aspergiano, diría-, puede resultar negativo, que se encontrarán en un abismo, sin nada. ¿Podría ser eso el pie para adentrarse a las raíces y sacar la cizaña?

Muchos políticos están sumergiendo a la población a una pobreza extrema. Se jactan de defender los derechos de las personas y en la realidad poco o nulo beneficio se palpa.

El populismo está infiltrado en todas las instituciones, en todos los estratos, y el gran mecanismo vigente es hacerle creer a la gente que están trabajando por las personas y que, si no los tienen a ellos, no van a poder vivir. Eso, ¿no es una relación tóxica? Campañas del miedo. No hay que olvidar que lo que dan por un lado, lo quitan del otro. Juegan con el dolor de las personas, de los sectores más vulnerables, aquellos que sí necesitan un cambio y ayuda para mejorar sus vidas. De todas formas, hay que considerar que un ser con algún tipo de discapacidad no necesita que se lo juzgue. Nadie está más o menos capacitado que otro, y hay que tener cuidado al querer elegir a dedo quién está en condiciones de recibir algún tipo de apoyo o no. Los daños podrían ser irreparables.

Insisto, una y otra vez, el 80 % de las personas con CEA se encuentran desocupadas y no variaron esos números en los últimos años. Esto es algo de lo que se debe hablar. No es justo recibir migajas para sobrevivir cuando se tiene la capacidad para desempeñarse laboralmente. Deben gestionar empleos en un mercado laboral abierto y competitivo. Tampoco que las familias tengan que peregrinar para que sus hijos sean atendidos en el sistema de salud, o que los profesionales vivan de reintegros atrasados y paupérrimos para atender a sus pacientes.

Supongo que se votará, todo continuará, de una u otra manera, y no seremos oídos como de costumbre. Pero hay algo que al momento no podrán quitarnos, la libertad de expresarnos. Todos nos equivocamos, podemos errar al pensar incluso, pero estamos de acuerdo en que, cualquiera sea el resultado, se cause el menor daño posible a los que realmente están expuestos, a los que se encuentran frágiles ante las políticas y ante una sociedad que agravia a los olvidados.

Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.