Opinión

La educación ambiental y la ecología integral en la formación de las nuevas generaciones

Durante largo tiempo, la educación no prestó suficiente atención a la dimensión medioambiental, relegándola en las diversas disciplinas y sin comprender la importancia y los efectos que esto ha implicado para nuestro planeta. Sin embargo, ante el panorama actual, no solo se presenta una urgente necesidad de brindarle un espacio a esta perspectiva en todos los niveles de la educación, sino que también se observa un compromiso claro por parte de la juventud, quienes demandan atención en este aspecto.

Romano Guardini, pensador alemán, señala en uno de sus libros titulado "El Poder: una interpretación teológica", que "el hombre es señor por gracia y debe ejercer su dominio con responsabilidad hacia Aquel que es Señor por esencia. Dominio no significa, pues, que el hombre imponga su voluntad a lo dado en la naturaleza, sino que su poseer, configurar y crear nazca del conocimiento; pero este conocimiento acepta lo que es el ente en sí, y esto exige responsabilidad".

La perspectiva que propone Guardini respecto a la preservación de la naturaleza nos invita a pensar de manera más holística en el concepto de sustentabilidad y en el deber del hombre cuya primera tarea es cuidar la Casa Común -en expresión acuñada por el Papa Francisco.

Como un jardinero que cuida las plantas de su jardín o un pastor que atiende a su rebaño, la sociedad debe hacer progresar la Casa Común, sin perder el perfecto balance existente en la creación. Esto parte de la base del respeto y preservación de nuestro planeta, y nos exige buscar y encontrar nuevas maneras para aplicar en la educación de las próximas generaciones una formación integral que no descarte las enseñanzas sobre el cuidado del medioambiente.

De aquí nace la ecología integral, un concepto que busca abordar la realidad desde múltiples perspectivas, conectando la dimensión ecológica con la política, económica, social, espiritual y cultural. Esto implica superar la estructura fragmentada de conocimiento y avanzar hacia un currículum interdisciplinario, donde los contenidos se entrelazan y las interacciones entre las distintas disciplinas son posibles.

Este enfoque no se limita al cambio climático o a la conservación de la biodiversidad. El Papa Francisco en su segunda encíclica, "Laudato Sí", desarrolla el concepto de "Casa Común" ante el desafío urgente de proteger nuestro planeta que implica la necesidad de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral.

La universidad presenta la gran responsabilidad de formar para la vida, y esta preparación debe reflejar la relación entre los seres humanos y el ecosistema en el que coexisten. La formación ecológica integral significa cultivar habilidades y valores, empatizar con todas las comunidades y los individuos así como también con la naturaleza, y reconocer que todos compartimos esta "casa común" que es la Tierra.

Esta reforma curricular busca crear estudiantes con pensamiento crítico, con una fuerte sensibilidad social y medioambiental, capaces de contribuir a un futuro sostenible, en el que el progreso de las sociedades y de la humanidad no entren en competencia con el cuidado de los recursos naturales ni de la justicia social, sino que se complementen y se potencien entre sí.

Por este motivo, como instituciones educativas de nivel superior tenemos la responsabilidad de inculcar en nuestros alumnos una mentalidad que internalice este concepto, no solo en el plano personal, sino también en el ejercicio de su futura carrera profesional. Así, cuando enfrenten el mundo laboral, estarán dotados de conocimiento y de la sensibilidad adecuada para promover nuevas formas de crear un futuro autosustentable que se oriente al bien común de todas las personas en un largo plazo.

Para preparar a las futuras generaciones como líderes comprometidos con el planeta y la sociedad, es esencial que las instituciones promuevan iniciativas concretas, de acuerdo al proyecto educativo de cada universidad. Por ejemplo, desde la Universidad Austral nos propusimos el desarrollo de un centro de estudios especializado en sustentabilidad e innovación que aborda temas como la pobreza, la desigualdad, la degradación ambiental y las limitaciones planetarias, con una visión centrada en cada persona como agente de cambio y la vida como el principal bien a preservar. En este sentido, vemos que el emprendedurismo como modelo de desarrollo social resulta fundamental para incentivar a los jóvenes para encontrar nuevas soluciones que afronten estos problemas sociales y que fomenten el desarrollo tecnológico y modelos de negocios que sean compatibles con una sociedad y un mundo más sustentable.

Por otro lado, es importante que aquellos estudiantes que quieran especializarse en el tema, la institución les brinde la oportunidad y los recursos para orientar su formación en disciplinas relacionadas a la sustentabilidad. Por ejemplo, nosotros ofrecemos una diplomatura en Economía Circular, la cual su demanda ha crecido sostenidamente, reflejo de la exigencia social en general.

Por medio de estas iniciativas, podemos combinar la teoría con la práctica y preparar a nuestros estudiantes a forjar un futuro sostenible tanto en aspectos medioambientales como sociales, al mismo tiempo que crean un país que pueda avanzar y emprender proyectos que fomenten su crecimiento. A través de investigación, docencia y transferencia, alcanzaremos una transformación socio-ambiental significativa. Pero solo será mediante la colaboración de toda la sociedad, sin excluir al Estado, las empresas y todos los organismos, que alcanzaremos el verdadero cambio para la Argentina y América Latina.

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