Enfoque

La Argentina: preferencias sociales en torno a la deuda

El temor a una crisis de deuda ha venido creciendo en los últimos tiempos como resultado del enorme esfuerzo fiscal que ha implicado la pandemia, sobre todo en los países desarrollados, en un horizonte en el que, dadas las tensiones inflacionarias, más temprano que tarde habrá una suba del costo del financiamiento, al menos de corto plazo (el famoso "tapering"). 

Por caso, William White, ex vicepresidente del Banco de Canadá y senior fellow del C.D. Howe Institute, que se hizo famoso por anticipar la crisis de 2008, advirtió que si la recuperación es más lenta de lo esperado (por ejemplo, por el impacto de las nuevas cepas) el riesgo de una crisis de la deuda aumentaría significativamente. Claro que el espacio para mayor laxitud tanto en términos monetarios como fiscales parece acotarse, justamente como resultado del cambio en las expectativas inflacionarias.

A poco menos de un año de su última reestructuración, la Argentina está desacoplada de ese debate: no pudo recuperar la confianza del mercado. Por el contrario, el precio de los nuevos títulos de deuda se ha deteriorado significativamente. El índice de Riesgo País, que en septiembre 2020 cayó hasta un mínimo de 1104 puntos, se ubica hoy en torno a los 1500. El gobierno del Frente de Todos tampoco logró recomponer las expectativas de la ciudadanía que siguen siendo mayoritariamente negativas. Según datos de D'Alessio IROL - Berensztein, el 69% de los argentinos dice que está, en comparación al año pasado, en una peor situación económica. A su vez, el 58% supone que dentro de un año se encontrará aún peor.

Dólar, gasto, inflación y empleo: la receta oficial para llegar a las urnas

En este marco de pesimismo, el Gobierno está negociando con un ritmo acompasado un nuevo acuerdo con el FMI. Tal entendimiento es también un prerrequisito para conseguir la refinanciación del Club de París: por lo pronto, la Argentina realizará un pago parcial de u$s 430 millones para evitar el default. El trato tendrá vigencia hasta el 31 de marzo de 2022. El FMI necesita un plan económico consistente, como le acaba de ratificar Wally Adeyemo, subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, al ministro Martín Guzmán. 

Esto podría ocurrir luego de las elecciones, el obsesivo foco que tiene el Gobierno, que moldea toda la agenda de política pública, incluyendo la vacunación y el control de precios, al objetivo primario de maximizar la cantidad de votos para el FDT. Al margen de estos tejes y manejes: ¿Qué opina la ciudadanía? ¿Con una larga tradición de incumplimientos en la materia, quiere la sociedad argentina honrar sus deudas? 

En D'Alessio IROL/Berensztein hemos elaborado a mediados del 2019 el "Índice de Voluntad de Pago" (IVP) que mide la voluntad de la sociedad argentina por cumplir con la deuda pública. Cuando el IVP sube, aumenta la voluntad de pago, y viceversa. En mayo 2021, el IVP se ubicó en 60,01 puntos, implicó un aumento del 1,3% en comparación al mes pasado (59,22) y del 9,6% respecto al mismo mes del 2020 (9,6%). Es decir, que la importancia que la sociedad argentina le asigna al cumplimiento de la deuda subió considerablemente (aunque con vaivenes intermedios) en los últimos 12 meses.

Una lupa en los datos revela diferencias marcadas según edad y afinidad política. Mientras el IVP general de mayo se ubicó en 60,01, los mayores de 55 años son más conservadores (63,29) mientras que los argentinos que tienen hasta 34 años, tienen una postura más relajada (50,90). El interés por pagar la deuda aumenta a medida que crece la edad de los encuestados. 

A su vez, al examinar por tipo de votante, la voluntad de pago es mucho mayor entre los electores de Juntos por el Cambio. Mientras el IVP de mayo para los votantes del Frente de Todos fue de 43,79, para los de Juntos por el Cambio fue de 76,04. Esto tal vez explique, al menos en parte, la parsimonia con la que el oficialismo encara la negociación con el FMI, puesto que su base electoral, que busca denodadamente retener, le otorga a esta cuestión una importancia relativa menor. Aunque también es cierto que el reciente "entendimiento" con el Club de París podría interpretarse como un guiño al votante medio que rechaza el default. Como en casi todas las áreas que hacen a la política pública, el gobierno ensaya un delicado equilibrismo entre intereses y objetivos contrapuestos. De todas formas, lo cierto es que se trata de un mecanismo provisorio para ganar tiempo. Lo fundamental sigue siendo el acuerdo con el FMI.

Una de las preguntas que se les realiza a los participantes de este sondeo es: ¿Cree que el Estado argentino debe pagar la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional, acreedores privados y/o organismos multilaterales de crédito? En mayo 2021, el 46% de los encuestados respondió que se debe pagar siempre, el 49% que debe pagarse cuando la situación económica del país es favorable y solo el 5% afirmó que no debe pagar. El resultado pone de manifiesto una clara intención de cumplir con los compromisos asumidos por el país. Hace un año, frente a la misma pregunta, el 39% respondió que se debe pagar siempre, el 52% que se debe pagar cuando la situación económica del país es favorable y el 9% afirmó que no se debe pagar.

Es decir, en el último año hubo un aumento en la voluntad de pago de los argentinos a pesar del actual clima de pesimismo económico y de que la renegociación con los bonistas no trajo aparejada un acceso al crédito ni, en parte como consecuencia de lo anterior, una mejora en la situación de las familias. 

Al respeto, una hipótesis "optimista" es que al menos una parte de la sociedad argentina ha aprendido de los errores del pasado y entiende que la política económica de la improvisación y la inmediatez, sumada al sesgo ideológico, nos atan a una decadencia constante: el problema no es la deuda, sino no cumplir con los compromisos. Una segunda hipótesis, en parte complementaria, es que dada la importancia que la mayoría de la sociedad le asigna a la inflación, y ante la renuencia del Gobierno a combatirla, un acuerdo con el FMI implicaría finalmente elaborar e implementar un plan de estabilización.

¿Cambiaría la opinión de los argentinos si en efecto entramos en un ciclo caracterizado por crisis de la deuda, tanto soberana como corporativa? Futuras mediciones del IVP podrán contestar este y otros interrogantes.

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    Eduardo Elías Kleiner

    24/06/21

    PLAN PILOTO, ENCAUZADOR y TRANSVERSAL, sugerido para presentar al FMI por ARGENTINA (tuiteado a Stigliz, Guzmán, Lavagna y Lousteau en abril 2020): Reflotar ley 23 512/87, "viviendo sólo con lo nuestro" 3 a 4 años y recién luego endeudarse para completar el proyecto
    La ley PATAGONIA disponía el traslado FÍSICO de la Capital a Viedma / Carmen de Patagones # Ejecutivo y Congreso: recurran a bancos y fondos de inversión mundiales, garantizándoles que UNICAMENTE PARA EL INICO SOLO DE ESTE PROYECTO se practicaría keynesianismo.
    Prevaleciendo la obra pública se podría así reactivar la economía con disminución del desempleo en forma útil, al inicio sin necesidad mayor de endeudamiento externo para luego recién a los 4 ó 5 años tener que recurrir a préstamos en dólares, euros o yuanes.
    No sólo se reafirmará así una REAL SOBERANÏA PATAGÖNICA sino también se podrá enfrentar mejor las FUTURAS PANDEMIAS al perder el AMBA su condición de nodo ineludible para toda comunicación o decisión con la desconcentración de su población.
    META: Emparejar el PBI / Cápita de Australia de los años setenta como ya lo tenía Argentina hasta fines de la década de los sesenta, mejorando la productividad interna y competitividad externa y poder subir así el nivel económico de país fronterizo al de país emergente

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