Ecosistema emprendedor: sin misión no hay comunicación

En la última década vimos cómo el talento latinoamericano cobró una mayor relevancia en el mundo de los negocios de tecnología. Tal es así que el ecosistema emprendedor de la región se posicionó como uno de los máximos referentes en innovación y desarrollo. De hecho, según Atlántico, las compañías tecnológicas de América Latina representan el 3.8% del PBI de la región y el número de las empresas valuadas en mil millones de dólares está cerca de duplicarse año a año.

Con distintas estrategias de negocio, las startups tecnológicas latinas -es decir, aquellas empresas que aún están en sus inicios- pisan fuerte en sus mercados, generando valor a la sociedad y creando empleo, oportunidades económicas y nuevas soluciones para necesidades recientes de cientos de miles de personas.

En ese camino de crecimiento, crear o profesionalizar el área de comunicación se vuelve una necesidad. Ahora bien, ¿por dónde es conveniente partir? ¿qué aportes de valor puede sumar al negocio?

1. Reconocer que hay todo por construir. Partimos desde un lienzo blanco, por lo que entender en profundidad el modelo de negocio es indispensable para crear y ejecutar las acciones indicadas. A la par que aprendemos, somos educadores: dar por sentado que el resto de las áreas y/o líderes comprenden la labor del comunicador es un error. Debemos compartir nuestro saber y la importancia que tiene la reputación para el desarrollo o el fin de una marca. En pocas palabras, no hay que subestimar el impacto positivo que la comunicación puede ejercer en todas las áreas del negocio.

2. Identificar la misión. Como plantea el escritor Simon Sinek, gran referente para el ecosistema emprendedor, "la gente no compra lo que haces; compra el por qué lo haces. Y qué haces, simplemente, demuestra lo que crees." En toda startup hay una misión -que va por encima de los planes comerciales- y un propósito -aquello que explica por qué hacemos lo que hacemos, el motor que nos mueve día a día-. El trabajo del comunicador consiste en bajarla a un "papel", hacerla realidad y, más aún, potenciarla. Si el propósito está presente en cada mensaje, sin dudas el mismo será mucho más inspirador para la audiencia.

3. La reputación se construye a largo plazo. Todo lo que hagamos desde la compañía, habla de aquello que somos. Desde nuestra área podemos aportar al negocio desde innumerables aspectos: ya sea para generar confianza o credibilidad, atraer talento o financiación. Por eso, en cada estrategia de comunicación delineada, se debe tener presente el estadío de la compañía. No comunicamos igual cuando la startup atraviesa una ronda de inversión que cuando lanza un producto o servicio en particular.

4. El cambio es la única constante. En el camino emprendedor, la capacidad de adaptación y la agilidad se vuelven habilidades blandas indispensables. Los planes van a cambiar permanentemente y es natural que eso pase. Para acompañar al negocio, el comunicador debe ser flexible, reinventarse continuamente -a sí mismo y a las prioridades-, amigarse con la vorágine y asumir riesgos.

5. El éxito de una startup potencia al ecosistema. Cada logro comunicacional es un aporte al posicionamiento del talento emprendedor latinoamericano. Y, a mediano plazo, esto se traduce en más oportunidades para el sector y progreso en la región.

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