

No sé quién introdujo la idea de que el mercado es algo egocéntrico y perverso, pero ha trastocado su sentido. Probablemente la deformación de su definición coincide con la aparición de la economía como ciencia. Originalmente, quienes hablaron del mercado no eran economistas sino, como los de la Escuela de Salamanca, teólogos morales o como Adam Smith que se dedicaba a la filosofía moral.
Moralistas que no pretendían fundar una ciencia, solo explicar el comportamiento de las personas dentro de algo tan natural como el mercado que, hasta aquí, teóricamente era solo la reunión de personas que cooperaban voluntaria y pacíficamente, intercambiando productos y servicios, con el fin de mejorar su vida colaborando con los demás ya que, un intercambio voluntario, solo ocurre si cada uno recibe lo que prefiere sobre lo que da.
Luego aparece la idea de que el gobierno debe regular en base al monopolio estatal de la violencia lo que termina siendo, no una regulación, sino una distorsión ya que la violencia destruye. El mercado pasa de ser un ámbito de cooperación, donde todos deciden y ganan en tiempo real, a transformarse en un ámbito interferido por la violencia estatal, definido por los burócratas y ahora sí un reino del egocentrismo donde lo que conviene es convencer o corromper al burócrata para que las regulaciones beneficien a costa de los demás. Como cuando empresarios consiguen trabas aduaneras para sus competidores extranjeros lucrando a costa del público que paga caro por productos nacionales.
Y aparece la ciencia económica, para lidiar con regulaciones que hasta potencian los accidentes y la inseguridad al imponerse las directivas estatales sobre la opinión de los interesados. El ex piloto Pat Gilmore recuerda que el líder de los terroristas que se estrellaron contra las Gemelas, Mohamed Atta, con uniforme de American Airlines semanas antes abordó un vuelo que comandaba, con la licencia de piloto y el certificado médico lo que le permitía el acceso a la cabina de mando. Gilmore sabía que Atta mentía, pero como "portaba toda la documentación" exigida por el Estado, no pudo tomar ninguna precaución que hubiera abortado el 11-S porque los burócratas solo tenían previsto que se cumplieran sus normas y no escuchar a los interesados.
A raíz del accidente de Germanwings, Gustavo Barba, vicedecano del Colegio de Pilotos de la Aviación Comercial de España, escribió en El País que el año 2014 fue el más seguro ya que el índice de siniestralidad fue de 2,38 accidentes por millón de vuelos. Ahora, 13 de los 21 accidentes del 2014 ocurrieron en la fase crucero luego de que los pilotos perdieran el control sin saber por qué y sin poder recuperarlo.
Y, básicamente, culpa a la pérdida de control del aparato por parte de los pilotos. "El mero cumplimiento de estrictas regulaciones no garantiza la inmunidad; prueba de ello son las más de 2.500 víctimas que deja la aviación desde 2003", señala. Subyace en esta queja el mal control de los burócratas sobre los vuelos en detrimento de la capacidad de acción y decisión de los pilotos en tiempo real. De hecho, desde el atentado a las Gemelas, las autoridades de internacionales de Aviación Civil introdujeron el bloqueo de la cabina de los pilotos, como si los terroristas bien entrenados no pudieran burlar esto y, en cambio, da lugar a lo que aparentemente sucedió en este vuelo de Germanwings.










