La economía no necesita otra campaña en la que se juegue al límite

En los días finales de la campaña electoral, los agentes económicos perciben con inquietud que la temperatura de la pulseada política está subiendo a niveles incómodos. El resultado de las PASO logró que tanto empresarios como inversores aceptaran como un hecho casi irreversible que Alberto Fernández será el próximo presidente de la Argentina. Pero la escalada de actos que viene protagonizando Mauricio Macri (en el que se destacó la masiva movilización que logró en Capital Federal el sábado), sumado a una participación más destacada en el último debate, hizo que se crisparan un poco los nervios en los comandos de campaña.

Como suele repetir un destacado economista de la City, en economía "incertidumbre le gana a malo". No lo dice en alusión al candidato del Frente de Todos, sino al hecho de que la previsión de un resultado negativo permite adoptar decisiones, pero cuando sigue abierta la puerta a cualquier posibilidad, ya sea buena o mala, la planificación entra en un limbo. Eso es lo que se ve en estas horas.

Fernández repitió, en el cruce del domingo, el estilo agresivo que había utilizado en el encuentro anterior realizado en Santa Fe. Esa actitud, y la falta de definiciones en materia económica acerca de cómo se comportará en caso de resultar vencedor el domingo, están presionando a las variables financieras más sensibles. El dólar retomó el impulso alcista y los bonos todavía sufren el castigo de las especulaciones sobre una eventual quita. Eso significa que la palabra de Alberto está empezando a ser devaluada aún antes de un triunfo.

El candidato dijo en más de una ocasión que es partidario de una solución a la uruguaya. Pero en el mundo financiero hay más apuestas a una renegociación dura, en parte alentadas por el propio FMI. Según las conversaciones que cruzaron en Washington gestores de fondos de inversión y funcionarios del organismo, para que la Argentina vuelva a recibir plata fresca será necesario que proyecte un nivel de deuda sustentable. Y para lograrlo necesita o un superávit fiscal primario considerable o una quita que lo compense, en caso de que el futuro gobierno prefiera consensos y evitar los choques que conlleva todo ajuste.

Ayer incluso se animó a decir que IDEA no lo había invitado a su tradicional coloquio, una afirmación que le jugará en contra dentro del ámbito empresario, ya que los intercambios que hubo entre ambas partes podrían volverse públicos sin mucho trámite, a menos que una de las partes los desconozca.

La Argentina necesita darse la tranquilidad de que el lunes podrá empezar una nueva etapa del actual ciclo democrático, sin cimbronazos como el del 12 de agosto. Con esa piedra ya tropezamos. Es de esperar que los mensajes de los días que faltan para la elección den la serenidad que requieren los momentos difíciles.

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