Estancamiento, inflación y camino a la crisis, negación oficial de un suicidio anunciado

La diferencia entre un economista serio y quien no lo es no radica en la cantidad de información que posee, sino en el buen uso de la teoría que los une.

Economía no se trata de enumerar estadísticas sino de colocarlas de un modo consistente, es decir con un modelo detrás que valide los datos. Este es el error de la mayora de las personas que escriben sobre esta disciplina.

La economía debe entenderse desde un punto de vista de equilibrio general. Ejemplo, la discusión de la pobreza no está en ver si bajó respecto a la última medición o subió contra la anterior medición. La discusión radica en comprender si verdaderamente hay cambios estructurales que determinan modificaciones permanentes en dicho índice.

Desde el punto de vista del equilibrio general (sistémico) debemos interpretar cada dato como una parte de un problema complejo. Lo cierto es que la Argentina padece de un severo cuadro de decadencia que ni el gobierno anterior ni el gobierno actual han intentado, al menos, corregir en forma permanente.

La Argentina padece de un severo cuadro de decadencia que ni el gobierno anterior ni el gobierno actual han intentado, al menos, corregir en forma permanente.

Una rápida revisión de la literatura clásica nos lleva a inferir que, con los datos actuales, la probabilidad de una catástrofe se acerca día a día.

Muchos macroeconomistas, principalmente los del Gobierno, tienden a ver el desequilibrio macroeconómico de la Argentina en forma aislada, sin tener en cuenta que el cuadro del país es el de un enfermo crónico con múltiples manifestaciones de su dolencia.

Revisemos algunos datos que definen el  diagnóstico de nuestra enfermedad y cómo las autoridades relativizan el tema.

El crecimiento de la economía es una variable endógena que no depende de la voluntad de los funcionarios. Mostrar una recuperación transitoria de los niveles de actividad, empleo o pobreza, solo deja en evidencia que el Gobierno no sabe o no quiere distinguir entre cambios transitorios y permanentes.

La actividad economica en términos per cápita, la pobreza y  el empleo del sector privado están estancados. Argentina, en términos tendenciales, casi no crece desde 2010 y solo muestra ciclos ascendentes y descendentes en torno a una serie cuasi estacionaria. Sostener que estamos creciendo es un relato más de quienes nos gobiernan.

Argentina, en términos tendenciales, casi no crece desde 2010 y solo muestra ciclos ascendentes y descendentes en torno a una serie cuasi estacionaria

La inflacion es  sin dudas, un fenómeno monetario. Las autoridades han intentado contener la misma mediante la suba de la tasa de interés estableciendo un mecanismo de metas de inflacion; para que ello sea efectivo, los agregados monetarios en términos tendenciales no deberían crecer más allá del crecimiento de la demanda de dinero.

Nuevamente el Gobierno ha trampeado el plan de estabilización manteniendo una tasa de expansión monetaria similar a la de la administración anterior. Esta política contradictoria tiene un solo resultado: el mantenimiento de una alta tasa de inflación y la creación de stock de deuda cuasifiscal del BCRA que determina un escenario estacionario de menor demanda de dinero en el tiempo. En este caso, el relato del Gobierno radica en detentar más objetivos que instrumentos.

Más allá de algunos cambios cosméticos y algunas redistribuciones en materia tributaria, la voracidad fiscal del Gobierno no cesa. El kirchnerismo aumentó al doble la presión impositiva y el actual Gobierno sigue violando libertades al mantener la presión impositiva en el mismo nivel.

El obligar a los comercios a usar tarjetas es un ejemplo que deja en evidencia que la única variable en mente de nuestros dirigentes es el aumento de la recaudación. Como siempre dejamos de lado el principal problema, bajar el gasto, que hoy no es una prioridad. El cambio permanente del gasto bajo un esquema de recaudación procíclica determina la existencia de un déficit permanente condicionando cualquier intento de estabilización monetaria. En la literatura esto se denomina dominancia fiscal.

Tanto este gobierno, como el anterior han seguido utilizando al impuesto inflacionario como mecanismo de financiamiento de los desbalances fiscales. 

Tanto este gobierno, como el anterior han seguido utilizando al impuesto inflacionario como mecanismo de financiamiento de los desbalances fiscales. Desde 2009 en adelante, la tendencia del déficit fiscal es creciente al punto de colocarnos hoy en torno al 6% del PBI. La historia ha demostrado que trayectorias similares siempre culminaron en episodios de crisis.

Como la recaudación del impuesto inflacionario no alcanza para cubrir el déficit, el Gobierno emite deuda que en algún momento deberemos pagar. Mientras tanto la deuda sigue creciendo y los intereses ya alcanzan un 18% de la recaudación tributaria.

Aquí el relato se concentra en que la relación deuda/pbi es baja sin tener en cuenta que Argentina tiene una  historia de defaults muy nutrida y que cualquier crisis que genere una estampida de capitales podría bajar el PBI en dólares elevando dicho cociente a valores insospechados.

El déficit del Cuenta Corriente alcanzó ya el 5% del PBI en un contexto donde las exportaciones han disminuido entre 2011 y 2017 un 35,6% en términos reales en tanto que las importaciones lo han hecho en un 17,2% expresados en dólares constantes de 2017. Con un PBI estancado en términos reales desde 2010 la caída del volumen global de exportaciones e importaciones deja en evidencia que el grado de apertura de nuestra economía es cada vez menor. Por otro lado el peligroso déficit de cuenta corriente es sólo el reflejo del financiamiento del deficit fiscal con la emisión de nuevos instrumentos de deuda.

Luego de esta breve descripción, queda claro que el actual Gobierno ha continuado y profundizado los desequilibrios de la administración anterior. En términos de una visión de equilibrio general, nada ha cambiado y el rumbo hacia una colisión aumenta sus probabilidades de forma creciente. El tiempo se acaba y la clase política todavía no se ha percatado de la gravedad de nuestra enfermedad.