El eclipse económico de septiembre que opacó al canje y potenció la brecha

A la hora de juzgar el año económico con espíritu crítico, es posible identificar muchísimos momentos que marcaron a fuego la coyuntura, sobre todo desde que la Argentina entró en la pandemia a mediados de marzo. Pero el deterioro de los últimos tres meses no tuvo que ver tanto con el Covid como con la falta de cohesión del programa oficial.

El punto al que llegó hoy la política monetaria, fiscal y financiera se jugó en dos semanas que quedaron en un cono de sombra: el período que pasó entre el cierre de la reestructuración de la deuda, a fin de agosto, y la puesta en marcha del cepo cambiario reforzado, el 15 de septiembre.

La negociación con los acreedores absorbió buena parte de la energía del equipo económico, que tenía como objetivo cerrar un proceso que debía despejar el horizonte fiscal y financiero, para concentrar energía en otras asignaturas, especialmente en apuntalar la economía tras los meses más duros de la cuarentena.

Pese al escepticismo inicial, el resultado fue exitoso. El 99% de los títulos de deuda emitidos bajo legislación extranjera fueron reestructurados. Pero este paso, en lugar de abrir la puerta a un círculo virtuoso, tiñó al corto plazo de incertidumbre. Muchos inversores que aguardaron meses a que se cerrara la operación de la deuda, aprovecharon para desprenderse de sus títulos. Y con la suba de la cotización del dólar financiero, la compra de divisas para ahorro creció sin pausa.

Para ese momento, sin embargo, no hubo espacio para tener una estrategia distinta, o algún plan que diera una certidumbre adicional. El diálogo con el FMI todavía era un objetivo más de la lista, y el resto del Gobierno estaba más focalizado en discutir si flexibilizaban o no actividades cerradas durante el aislamiento, y si el Estado tenía que seguir emitiendo para financiar toda la asistencia social lanzada desde abril.

Con lo cual, en los primeros quince días de septiembre el gran logro económico de Martín Guzmán quedó en un segundo plano. El Presupuesto 2021 presentado en ese momento contemplaba un incremento real del gasto, con 60% del déficit financiado con emisión.

Las restricciones a la compra de dólares que el BCRA lanzó en simultáneo (entre las que se contaba el pago de 35% de Ganancias) dispararon el blue y multiplicaron la brecha. El cepo limitó también los pagos de las empresas con deuda en el exterior, lo que instaló la sensación de que después de que se solucionó el default público, podían existir episodios de default en el sector privado. En lugar de pensar en el ingreso de dólares, las dudas crearon un problema mayor: la salida de depósitos, que golpearon a las reservas más que el dólar ahorro.

A Alberto Fernández le llevó 40 días ajustar el timón para enderezar lo que pasó en los anteriores 15. Y el giro que aplicó Martín Guzmán solo sirvió para conseguir una tregua para volver a un lugar al que nadie sabe cómo llegamos.

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