El artista italo-argentino Sebastián Fola exhibe por primera vez en Buenos Aires en el espacio de arte de Bresson Realty un conjunto de obras donde explora el desprejuicio de la niñez y la idea de lo lúdico como espacio de libertad.

Fola nació en Argentina hace 37 años, pero de pequeño se radicó en Italia. De grande volvió a Buenos Aires donde vivió 8 años, luego se fue a Brasil y ahora retornó a Roma. Pero la vuelta a la capital italiana será por poco tiempo, ya que en los primeros meses de 2022 tiene planeado mudarse a un velero amarrado en el puerto de Savona.

Fola es un artista nómade, de la post pandemia, que rompe con la tradición del taller. "Produzco acá, allá, en Barcelona o donde quiero. Me siento en una cafetería y trabajo", cuenta a Clase Ejecutiva. Solo necesita su computadora o su iPad para ponerse a crear.

En el espacio de arte de Bresson Realty, en el barrio de Recoleta, se exhiben 20 obras realizadas en acrílico de diferentes tamaños. En palabras del curador, Gabriel Palumbo, "la atmósfera que genera Fola con sus obras, así como la amplitud de su ademán garabateador y distendido, repone un aire pop fácilmente reconocible al mismo tiempo que mantiene un grafismo y una manera de resolver la obra sumamente personal y contemporánea".

Fola no utiliza pinceles, trabaja con su dedo. Garabatea sus diseños en una sola sesión creativa. "Hago el diseño en el iPad, lo llevo a la computadora, de la computadora a una máquina laser que dibuja sobre una placa de acrílico y la corta con el diseño. Luego agarro las piezas, las pinto y las ensamblo", explica.

"Las obras estan hechas con este dedo, como haría un niño. Intenté con el lápiz, pero eso ya me llevaba a una concentración, a un tener cuidado al trazo. No quiero ningún cuidado, no se si es pop, graffiti, no se lo que es", agrega.

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El desprejuicio asociado a la niñez es la principal inspiración para este artista. Él lo explica así: "La niñez es ilógica e instintiva. A mi edad, 37 años, me veo en una realidad mecánica, a donde siempre se requiere una concentración o necesidad de tomar partido en algo. La verdad que no quiero ser eso. Yo quiero volver a ser niño".

Y su pensamiento se materializa en obra de arte. En Bresson cuelgan sus "garabatos" que lejos estan de no convertirse en composiciones figurativas. El garabato en Fola es una técnica, no una forma de componer.

Hay dólares gigantes que se despojan de su valor monetario, citas a obras de Miguel Ángel, super héroes y personajes que solo existen en la atmósfera que crea Fola. Sus obras condensan instantes creativos, encierran un mundo que sucede solo en los límites de ese gran acrílico que contiene las figuras.

Para el curador, "el indudable gesto infantil de la obra no está anclado en los ejercicios infantlizantes que se instalaron en la escena local a partir de los 2000 y que en algunos casos continúan hasta hoy. En Fola, lo infantil es serio y contundente y, sobre todo, no está allí para endulzar o enmascarar alguna otra dimensión de lo humano sino para evocar el tiempo y el espacio que alguna vez nos dimos para encarar el juego".

"El juego interminable", la muestra de Sebastián Fola, se puede visitar hasta el 15 de enero de lunes a viernes de 10 a 18 en Callao 1880 esquina Alvear.