Lidera un grupo que hace medicamentos a base de plantas pero con inteligencia artificial y explica por qué los inversores le dicen 'Argentina no'
Desde Uruguay, donde se instaló en 2019, Facundo Garretón, el emprendedor serial e inversor argentino habla de todo: su nueva apuesta, la coyuntura Argentina, las empresas del futuro y los peligros de la Inteligencia artificial.
Emprendedor serial e inversor, Facundo Garretón, que también tuvo su paso por la política, decidió mudarse a Uruguay en mayo de 2019 y es uno de los empresarios que eligió Punta del Este para instalarse. Otro grupo, con hijos en edad escolar, prefirió Montevideo.
Ahora como CEO de Terraflos, un grupo de empresas con foco en la biotecnología y ciencias de la vida, Garretón se convirtió en uno de los anfitriones de las reuniones de emprendedores que "en el Este" realizan todos los miércoles y en la capital uruguaya, el primer lunes de cada mes. Según sus cálculos, esta comunidad emprendedora reúne a unos 130 entrepreneurs en ese país.
"Por lo general, no hablamos del contexto argentino. Es demasiado tóxico", dice el empresario a APERTURA. "Nos juntamos a hablar, a hacer un update. Es una forma de sociabilizar en esta vida solitaria que tenés acá", suma. Justamente, en la última reunión antes de dar esta entrevista, la charla fue el tema de entonces, ChatGPT y cómo pegaba a la industria de los programadores. "Se bien hablamos sobre los junior y cómo estaban siendo reemplazados por la IA, también contaron como los senior era cinco veces más eficientes", contó Garretón en una larga charla que incluyó temas tan diversos como lo que se viene en cuanto a la producción de alimentos y medicamentos del futuro -tema que conoce muy bien por su nueva empresa que acaba de lanzar su segunda etapa-, el contexto argentino, política y educación, entre otros.
-Como inversor, ¿qué estás mirando?
Hoy estoy enfocado al 90 por ciento en Terraflos es un es un bicho medio extraño, porque es una empresa, pero funciona también como un fondo. Básicamente lo que hace es integrar un grupo de empresas en una cadena de valor productivo.
Mi hipótesis es que estamos en un cambio de paradigma empresarial. Las típicas empresas que existían antes, las grandes corporaciones, esas piramidales y verticalistas, dejaron de ser atractivas para el conocimiento. Es decir, los chicos ahora que terminan un máster y no quieren entrar, como era en nuestra época, en una corporación y hacer carrera para llegar a ser el número uno de la empresa. Claramente ya no es así. Hoy los pibes quieren armar su propia startup para cambiar el mundo, quiere tener un propósito, ya no lo hacen solamente por plata, sino por otro tipo de convicciones.
"Como argentino siempre quiero hacer cosas en mi país, pero los inversores me dicen ‘no, Argentina no, descartarla, no pierdas tiempo'"
-¿Eso lo ves en todo el mundo?
Sí, totalmente. De hecho, ayer tuve una reunión en la que éramos diez CEOs, de los cuales la mitad eran de grandes corporaciones.
Hablamos del problema que tienen ellos para liderar organizaciones con estas características cuando ya la gente quiere otra cosa. No quieren volver a la oficina, tienen otras visiones, no tienen los compromisos que existían antes, no están dispuestos a dejar la vida por la empresa. Ahora quieren un balance total. Lo cual desde mi perspectiva es mucho mejor, pero ellos la están sufriendo realmente.
-¿Se va a volver a las microempresas dentro de un gran grupo?
Se está se está analizando eso. Creo que hay un cambio de paradigma y no se sabe qué hacer. No hay un modelo claro todavía, y ahí es donde aparecen distintos modelos. Terraflos si es un modelo distinto, está pensado como una red de equipos, donde cada uno es una empresa que funciona como una especie de cooperativa generando sinergias entre ellas. Entonces, hay un una compañía que se encarga de todo lo que son ingredientes, la parte natural, las plantas y otra que se encarga de producir esos ingredientes activos, diseñar esas moléculas, pero en forma alternativa, ya sea con biología sintética o agricultura celular. Pero cada una de ellas es independiente. Después, hay una tercero que se encarga de escalar esas moléculas que se diseñaron. Y puede escalar lo que produjeron las otras compañías o a terceros. Y también, otras firmas que se encargan de la manufactura, es decir, de transformar eso que se escaló, que son ingredientes activos en algo que pueden ser medicamentos, alimentos, cosméticos. Y, por último, otra organización que se encargan de comercializar todo.
Pero en el fondo son varias empresas que integran toda una cadena de valor productivo.
-¿En qué estadio está Terraflos?
Empezamos a avanzar en distintas inversiones en estas empresas individuales. Hoy son siete empresas y ahora, en esta nueva etapa, que es la que acabamos de lanzar, lo que comenzamos es a integrarlas para generar sinergias entre ellas con dos inversiones relevantes.
En cuanto a productos, en Perú y en México lanzamos través de una de las empresas que se llaman NutriCo, productos alimenticios, desde alimentos funcionales, como barritas de cereales, proteínas en distintas categorías, polvo y galletas.
-¿La sede de Terraflos es Uruguay?
Sí, está en Uruguay, formalmente. Pero las distintas empresas están en distintos lugares. Hay dos que están en Colombia, una que está en Perú, una que está en México, hay dos que son base Argentina, pero están formadas directamente en los Estados Unidos.
"El 70 por ciento de los medicamentos viene de las plantas y solamente el 6 por ciento de las plantas ya se analizaron"
-¿Cuáles son las argentinas?
Hedonix y Caliz.bio
-¿Se formaron en los Estados Unidos?
El 80 o 90 por ciento de los que trabajan en estas empresas son argentinos que están en Argentina, pero la compañías se armó directamente en los Estados Unidos porque a la hora de invertir, nadie quiere invertir en la Argentina.
-Pero los recursos son argentinos...
Exactamente. Justamente son de base científica, son investigadores que trabajan en eso.
-¿Cuál es la inversión en esta segunda etapa?
Vamos a estar invirtiendo este año aproximadamente 2,5 millones de dólares en este grupo de empresas y en generar sinergias entre ellas. En Caliz, una parte; en Hedonix también. Y después en NutriCo; también en una brasilera, Cannect.life y estamos cerrando con una colombiana.
-¿Cómo se decidió qué empresas conforman este grupo?
La hipótesis de inversión se desarrolló desde el comienzo, en 2021. Y, el año pasado cerramos esa ronda de inversión de 8,5 millones de dólares. Al comienzo estaba muy enfocada en cannabis, después empezamos a diversificar en otras plantas.
-¿Estas empresas tienen su fundador, ya existían y ustedes les hacen una inversión?
Nosotros actuamos como inversores de tres tipos. Hay ciertas empresas que son plantas de manufactura en las que actuamos como si fuésemos un inversor de private equity. Es decir, entramos con la compra de un porcentaje relevante de la empresa, tomamos el control y es un negocio específico. Ese es un modelo de inversión.
Hay otro modelo que actuamos más como venture capital, es decir, entramos con una pequeña participación, del 5, 10 por ciento en una empresa que sea estratégica para nosotros, que puede ser, por ejemplo, Cannect de Brasil, que se enfoca en distribución de productos medicinales en base a plantas. Ahí actuamos como un venture capital directamente.
Esas son empresas que están más orientadas a lo que es venta y distribución. Es más pensado como un canal donde hay otro tipo de sinergia. No solamente tenés una participación, sino que lo utilizas como un canal para vender y colocar productos tuyos.
Y, el tercer modelo de inversión es el de Company Builder, es decir, con el equipo de emprendedores original que tiene un fundador cocreamos la empresa. Ahí sí tomamos una participación relevante, el 30 por ciento y generalmente subimos hasta tener más del 51 por ciento. Estas empresas sí son estratégicas para el core de Terraflos.
"La Argentina sigue teniendo un potencial inmenso, especialmente en lo que tiene que ver con biotecnología o alimentos"
-¿Y hoy que cuáles son las estratégicas?
DrGea, de origen colombiano; Cáliz y Hedonix, hace un año que venimos trabajando con ellos en el armado; Ivy también, pero es de la primera ola.
-Y en cuanto a los sectores donde invertir, ¿cuál es la hipótesis de inversión?
Para 2050, vamos a ser 10.000 millones de personas. En la actualidad, 3000 a 4000 millones de personas necesitan recursos vegetales para sobrevivir. Esos recursos vegetales son los que terminan utilizándose para alimentos o medicamentos. Y para ese año se van a necesitar 70 por ciento más de alimentos y medicamentos. Si seguimos produciendo de la misma forma, detonamos el planeta. No es viable. Entonces, hay que buscar nuevas formas de producir. Y dentro de esas nuevas formas la ciencia y la tecnología van a ser clave. Entonces, decimos: vamos a invertir en empresas que hagan medicamentos y alimentos, pero en forma alternativa: biología sintética, agricultura celular.
-¿Su mercado es América latina?
Sí, creemos que América latina tiene una potencialidad muy grande por varios motivos: el primero es que tenés una biodiversidad enorme. Y, por otro lado, no se investigó casi nada. Una cifra que a mí me vuelve loco es que el 70 por ciento de los medicamentos actuales, desde la aspirina, el ibuprofeno hasta cualquier medicamento tiene ingredientes activos de plantas. Pero solamente el 6 por ciento de las plantas han sido investigadas. Entonces, hay una oportunidad gigante de investigar nuevas plantas con nuevos mecanismos para encontrar nuevas soluciones para alimentos o medicamentos. Y esa base está en América latina.
-¿Y a esto se dedican Caliz y Hedonix?
Sí, a la producción. Te doy un ejemplo que es espectacular. Hay un medicamento, Taxol, una droga que se usa para el cáncer, básicamente un medicamento oncológico.
Y para hacer Taxol necesitás un árbol que se llama Tejo y se necesitan 200 árboles de 70 años cada uno para hacer 5 miligramos. Con el sistema productivo anterior es carísimo: tenés que plantar 200 árboles, esperar los 70 años, talarlos, destruir esos pobres árboles para hacer 5 miligramos. Una locura. Nosotros estamos haciendo el Taxol hoy en el laboratorio. Agarramos el material biológico, la molécula y la producimos en un laboratorio en Santiago del Estero.
-¿Esto requiere pasar por todas las instancias de aprobación de medicamentos que es súper complicada?
Nosotros lo que hacemos es el material biológico, eso que después se va a utilizar para distintas cosas. Nosotros ese material, esas moléculas se las podemos vender a una empresa que haga lo que sea. Por ejemplo con el Taxol, nosotros se lo vendemos a un laboratorio y el laboratorio va a ser su medicamento específico que tenga esta droga.
Por otro lado, el segmento específico de fitofármacos, que son los medicamentos en base a sustancias naturales no se puede patentar y no se necesita la aprobación de farma.
Otra de las empresas que tenemos lo que hace es súper interesante, utiliza inteligencia artificial para mezclar todos estos ingredientes activos de distintas plantas. Lo que hacía la vieja farmacia. En vez de que sea un farmacéutico que te mezcla tres plantas, yo te meto inteligencia artificial y hace una combinación personalizada.
-Es volver a las fuentes...
Si analizás toda la evolución del segmento médico viene de ahí, de esto que te decía: el 70 por ciento de los medicamentos viene de las plantas y solamente el 6 por ciento de las plantas se analizaron. Y ¿cómo se descubrieron? Por el chamán, por la abuela, por el tío que le encontró algo. Esa metodología antigua es lo que ahora con inteligencia artificial se viene acelerando rápidamente. Entonces ya no es la abuela sino la inteligencia artificial que empieza a darse cuenta que la combinación de una serie de cosas podría producir eso. Ahí es donde estamos jugando fuerte.
-¿Y en alimentos?
Nosotros como como seres humanos tratamos de catalogar todo: esto es alimento, esto es suplemento, esto es medicinal. En realidad son cosas que le metes a tu organismo y te van a producir algo. Entonces, en ese segmento de cosa que incorporás a tu organismo, si es en base a plantas, si es un medicamento se dice fitofármacos, si es un alimento funcional se le dice nutracéutico. Si es un complemento es un suplemento dietario. Le pones categorías, pero en el fondo lo que hacemos nosotros es diseñar esa combinación de cosas y en función de la regulación decimos esto en tal país es un alimento. Por ejemplo, con NutritiCo que ya tenemos 45 productos distintos en Perú y en México.
Y son diseñados con inteligencia artificial. El algoritmo te encuentra cuál es la mejor combinación de ingredientes activos y te hace un producto específico. La ventaja es que lo probamos seis meses en el mercado. Si hay demanda, lo mantenemos, si no lo cambiamos y lanzamos otros. Te da una velocidad única.
-¿La Argentina es un mercado atractivo?
Hoy por hoy la Argentina está imposible por más que queramos hacer algo. De hecho tenemos demanda de cannabinoides de laboratorio para hacer desde productos específicos medicinales hasta cosmético. Pero hoy es imposible importar en la Argentina y producirlo ahí, con todas las trabas que hay, tampoco se puede, no por ahora.
-¿Por ahora no lo ves?
No, por ahora no veo a ninguna posibilidad de hacer algo en Argentina. Es más, yo como argentino todo el tiempo quiero hacer cosas en mi país. Pero los inversores me dicen ‘no, Argentina no, descartarla, no pierdas tiempo'. Es triste.
-¿Crees que puede haber un cambio?
Sí va a haber un cambio seguro de Gobierno, y para quien venga va a ser durísimo. Va a haber seis meses muy duros.
"Lo más desafiante de la inteligencia artificial es quién la controla, porque quienes manajen estas tecnologías son los que manejan el mundo"
-¿Después de las elecciones?
Sí, primero hay que ver cómo llega esto; si llegan, cómo llegan. Yo creo que va a estar semi detonado o va a detonar ahí. Van a ser seis meses muy duros donde se va a tener una ventana de oportunidad para hacer reformas relevantes que le den sentido a los próximos años.
-O sea, no hay lugar para el gradualismo...
No, no hay lugar. Ahí vas a tener seis meses donde va a explotar todo. Hacer los cambios necesarios te come otro año más y un año y medio más difícil, pero saliendo. Es la única posibilidad para estabilizar este bicho que estaba sin rumbo. Y otros cuatro años de estabilización. Ese es mi escenario optimista.
-Vos hiciste tu paso por la política, ¿volverías?
No está dentro de mis de mis planes. Pero por la Argentina hago lo que sea. Entonces, espero que no, pero si es necesario que esté contribuyendo con lo que sea, voy a estar. Lo siento como mi obligación. De una u otra forma, creo que las personas que tuvimos cierta experiencia o roce internacional y la oportunidad de tener algún conocimiento para contribuir tenemos que devolver.
-¿En esta nueva forma de producir, la Argentina se queda fuera del mundo?
Creo que no. La Argentina sigue teniendo un potencial inmenso. Estas son cosas que no son de un día para el otro, son procesos transformacionales y la Argentina tiene una base de conocimiento realmente impresionante. No la ves en el resto de América Latina, ni cerca, sobre todo en el tema de Live Science o biotecnología o alimentos. Hay mucho conocimiento en este sentido, hay mucha potencialidad, hay que liberar ese potencial. Si le generas el contexto adecuado este segmento tiene muchas posibilidades.
-Pero con las trabas de hoy, no lo podés liberar...
Imposible. Hoy, de hecho, fondos como Gridex o SF 500 que invierten en este tipo de empresas de base científica están invirtiendo en toda América Latina. Y el 90 por ciento son argentinas, porque el conocimiento sale de ahí. Pero ese 90 por ciento de empresas argentinas se terminan armando afuera porque no pueden recibir fondos.
Yo creo que el potencial de Argentina en ese segmento está. Hay que generar el contexto adecuado para que todo este tipo de empresas florezca.
-En cuanto al liderazgo, tanto político como empresarial, ¿notas algún cambio en la Argentina?
El liderazgo ya cambió en cuanto a lo que buscan los jóvenes. Creo que venimos viendo un cambio de liderazgo empresarial hace un tiempo. Si pensamos en los empresarios de cuando éramos chicos son muy distinto a los actuales.
-Pero todavía se da el choque no, porque están las dos generaciones juntas...
Totalmente, se da el choque. Pero ya tenés un reemplazo de las grandes empresarios de hace 20 años o 30. De hecho, si tomás el top 10 de empresas de hace 30 años y ves las nuevas donde están los típicos, Mercado Libre, Globant y las nuevas startups se ve un cambio generacional relevante.
Eso está bueno porque el empresario de la vieja guardia tenía todas las mañas de hacer negocio con el Estado, de buscar ventaja para sí mismo. Y creo que los empresarios de nuestra generación están cambiando bastante, buscan el bien común desde varios aspectos, no solamente con empresas revolucionarias, sino generando beneficios para sus empleados que ya no quieren que un sindicato los defienda. Ahora dicen: ‘no quiero el sindicato, si estoy bien acá, me pagan bien. Tengo oportunidad porque voy a buscar otra cosa'; hasta la sociedad en general.
-¿En el ámbito político ves una nueva generación?
Sí, creo que sí. En mi experiencia en el Congreso, durante el gobierno de Macri, entró mucha gente que después se fue desilusionada, pero sembró algo interesante. Muchas de las personas que se fueron están dispuestas a volver y están listas para ayudar y contribuir y, por otro lado, hay un montón de nuevos que no se metieron en ese momento, que ahora están para contribuir.
-Vos viajas mucho por el mundo, ¿qué tendencias ves?
Son los mismos temas que estamos hablando acá: hay una serie de factores que están acelerando el crecimiento de una forma que no nos imaginábamos y que parte de cuatro conceptos fundamentales de base tecnológica: uno es el ADN, cómo viene evolucionando la manipulación o modificación con Crispr, esta tecnología que permite, por un lado, sumado a la inteligencia artificial -que la inteligencia artificial pega un salto por la capacidad de procesamiento, que viene creciendo y por nuevas tecnologías distribuida que permite conectividad. Yo creo que por ese lado, la combinación de estos dos factores acelera absolutamente, desde cómo se hacen todos, desde nuevos materiales, nuevos alimentos, lo que es energía, todo eso se va a venir acelerando cada vez más. Le falta unos años todavía, pero estamos ante el nacimiento de una nueva ola de innovación que va a cambiar todo y yo creo que las empresas, todos, están viendo esto y, por ahí, se asustan. No están viendo el conjunto, pero si cosas individuales, como pasó con ChatGPT, que vieron una cosita chiquita dentro de un concepto que es el lenguaje que afecta mucho. Y si eso lo aplicás a entender el ADN y cómo manipularlo es un cambio de paradigma.
-¿Puede ser peligroso?
Sí, obviamente muy peligroso. Lo más desafiante de esto es quién lo controla, porque en el fondo quienes manejen estas tecnologías son los que manejan el mundo. Quienes manejan la inteligencia artificial, quienes manejan la biotecnología, quienes manejan la manipulación genética, quienes manejan la información. Lo que se da en Occidente es que eso lo vienen manejando las empresas, y tiene su peligro. En Asia o China, específicamente, lo maneja el Gobierno, que también es peligrosísimo.
En Occidente el Gobierno no está a la altura de las circunstancias para regular eso. Cómo regular los algoritmos, cómo regular la inteligencia artificial, cómo regular la biotecnología. Ahí es donde se vienen los mayores desafíos. Pensá que con este tipo de tecnología podés acelerar el proceso evolutivo para todo, desde hacer alimentos o medicamentos que mejoran la calidad de vida en forma significativa y te hagan vivir 150 años, hasta hacer una especie nueva de lo que sea, no solamente de un alimento, sino también evolutiva, no quiero decir de humanos, pero sí hablar de personas que tienen más conocimiento o más actitudes. Es un salto evolutivo para el cual no estamos preparados todavía.
-¿Queda mucha gente afuera en esta revolución?
El mayor problema desde mi perspectiva es ese. Antes, hacías una segmentación y decías clase alta, media o baja. Ya no va a ser así: vas a tener un segmento de gente que tiene herramientas para el mundo que se viene y otro que no las tiene y se va quedando afuera. Entonces, qué haces con esa gente. Un concepto es pagarle porque vivan y hagan otro tipo de cosas, que está bien; pero hay mucha gente que, desde la revolución industrial, lo venimos viendo que se van quedando afuera: primero el que cortaba la caña con el machete y fue reemplazado por una máquina cosechadora, pero eso se empezó a acelerar a tal punto donde ya pronto va a ser un médico, un abogado o un especialista en finanzas.
Entonces, todo ese segmento que Harari les dice useless class, ese es el desafío, qué hacer con toda esa gente que se va quedando afuera del sistema.
Es parte de ese esa crisis que hay, las mismas empresas que viven hoy, que la gente está muy ansiosa. ¿Qué pasa con todo esto? Hoy todo el mundo se está sintiendo amenazado por esta aceleración de la inteligencia artificial. Hay mucha ansiedad en ese mundo.
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