Restricciones a derechos por decretos, recalculando 2022
En los últimos días el Presidente dictó dos DNU que limitan derechos hasta el año 2022.
En menos de 48 horas el presidente Alberto Fernández dictó dos decretos de necesidad y urgencia que limitan derechos hasta el comienzo del año 2022. Esto lo hizo con el Congreso de la nación en funciones.
Siempre viene bien repasar una de las reglas básicas de funcionamiento de una República, para no acostumbrarnos a lo indeseable. Es que rechazar eso que es tóxico -afortunadamente de moda- nos hace bien como sociedad. También individualmente.
Vamos a ejercitarlo.
Hace poco, en este mismo medio de comunicación, publiqué una nota afirmando que después de casi un año del dictado del primer decreto de necesidad y urgencia sobre emergencia sanitaria Covid19, el panorama se diferenciaba del inicio de la pandemia.
Mientras que en aquel momento estuvieron reunidos los argumentos de urgencia, necesidad e imposibilidad de seguir los trámites ordinarios para la sanción de las leyes que exige el mecanismo constitucional, ahora la situación había cambiado. Y mucho.
En todo este tiempo el gobierno tuvo la oportunidad de buscar soluciones para combatir el virus y su contagio, de lograr distintas alternativas a ordenar el cierre de actividades productivas, centros educativos, y de evitar al máximo la prohibición de circulación de la manera que lo hizo en marzo del año pasado.
Por lo tanto, hoy no hay ninguna necesidad, urgencia ni imposibilidad para que el Congreso tramite una ley. No se encuentran presentes ninguno de los requisitos en conjunto que exige la Constitución nacional para habilitar el mecanismo excepcional del decreto de necesidad y urgencia.
Esto no se trata de un simple ejercicio teórico sobre un tema de clase de Derecho Constitucional sino que es la manifestación concreta sobre sostener y fortalecer el sistema de libertades. Dicho a la inversa, quien argumente en favor de la acumulación del poder sepa que está abandonando la defensa de los derechos fundamentales.
En esta línea, el abuso de los decretos presidenciales lesiona la división de poderes y la función dada por la Constitución al Congreso de la nación. En su segunda secuencia, agrede los derechos de las personas.
¿Por qué no es bueno tolerar la agresión a las instituciones? Porque el abuso del poder tarde o temprano llega a nosotros, y no hay motivo que lo justifique. La historia ya nos lo enseñó.
Pero supongamos que alguien no crea en eso y que quisiera autoconvencerse y afirmar que todo eso está muy lejos y me le ajeno. Que le alcanza con lo que tiene, y que el Estado limita los derechos a todo costo porque busca cuidar a las personas frente al flagelo del Coronavirus que todo lo justifica.
Incluso así ese modelo de acumulación de poder no funcionaría.
Mirando hacia adelante, porque prorrogar una emergencia por una vía que no corresponde y por el lapso de casi dos años desalienta toda instancia de recuperación económica.
¿Quién estaría dispuesto a invertir dinero y recursos durante este año en un país en donde las libertades se encuentran "en emergencia", y quedarán a merced del poder ejecutivo hasta el año 2022 como consecuencia de la reciente prórroga?
Exacto, así es muy difícil.
En conclusión, es fundamental reponer las instituciones y devolver al Congreso de la nación la facultad para deliberar y eventualmente prorrogar o aprobar las hipotéticas restricciones a las libertades como consecuencia de la pandemia. Esto lo debería hacer de forma reducida a su mínima y necesaria expresión, e indicando alternativas y variantes.
Paralelamente y también de acuerdo a su mandato constitucional, los jueces deben controlar la constitucionalidad de esos actos públicos para evitar que un poder público invada funciones que no le corresponden.
Entender el sistema republicano es más sencillo de lo que pensamos, aunque por momentos el COVID19 y el miedo que lo rodea haya anestesiado mucho de lo que habíamos aprendido.
Sin embargo, para ese miedo -y para quienes lo aprovechan- hay una mala noticia: la sociedad se está inmunizando contra ese mal y ya presenta anticuerpos frente al temor.
Julia Araujo Poumé
Amarillistas, anti patria y mentirosos. Politica de guerra, una vergüenza