El CEO de Bayer insiste con la necesidad de una nueva Ley de Semillas para que haya más inversiones
Juan Farinati, presidente y CEO para el Cono Sur de Bayer, dijo que la poca regulación que hay en la Argentina limita la introducción de nuevas tecnologías, lo que, consecuentemente, se traduce en menor inversión y rendimientos más bajos por hectárea
El agro argentino tiene una fuerte posibilidad de crecimiento en el corto y mediano plazo, dada la alta productividad del suelo local, así como también la penetración de la siembra directa, un modo de cultivo muy solicitado en el mundo. Sin embargo, según los expertos del sector, las regulaciones -o la ausencia de las mismas- ralentizan el camino.
Juan Farinati, presidente y CEO para el Cono Sur de Bayer, la firma alemana dedicada al tratamiento de semillas, protección de cultivos, así como de soluciones para el control de plagas no agrícolas, reveló que "la ausencia de una Ley de Propiedad Intelectual en la Argentina limita la introducción de nuevas tecnologías, en comparación con los Estados Unidos, Brasil, Paraguay y Uruguay".
Los países de la región, de hecho, tuvieron un crecimiento exponencial en materia de producción y exportaciones de granos, mientras que, la Argentina, no sólo no creció, sino que perdió participación en el mundo. "En aquellos países la adopción de la tecnología es más rápida porque tienen estos esquemas que aseguran cierta retribución a las empresas", señaló el empresario.
A principios de este siglo, la Argentina, Brasil y los Estados Únicos tenían el mismo rendimiento por hectárea de soja. Hoy, ese rendimiento en el país es entre 600 y 700 kilos menos por hectárea.
La adopción de tecnología en la agroindustria es indispensable por dos cuestiones. Es que, con semillas más resistentes y modificadas genéticamente, se puede lograr un mayor rendimiento por hectárea, así como también, hacer que aquellas zonas que no son cultivables por la calidad del suelo, o por dificultades del clima, puedan igualmente, producir.
Por esta razón, la protección de la propiedad intelectual se convirtió en uno de los pedidos más fuertes del en el sector agropecuario. La escasez de regulaciones que reconozcan la propiedad intelectual en semillas afecta a la competitividad de la industria.
Esto es, principalmente, debido a la falta de avance genético, lo que, posteriormente, se refleja en un rendimiento por hectárea inferior en comparación con los países vecinos.
Tal como aseguró Farinati, la soja es el cultivo que demanda este tipo de herramientas, indispensables para estructurar una regulación certera y perdurable que, al final, brindarán un beneficio, tanto para productores y empresas, como para el país, evidenciado por un mayor ingreso de divisas.
"El desafío en soja es cómo crear un sistema, una nueva ley de Semillas, que habilite a las empresas a invertir para obtener el retorno de esa inversión en beneficio, también, de los productores. Lo vi en otros países: al final del día, necesitas un sistema que beneficie a los agricultores (en primer lugar) pero en el que las empresas que invierten también puedan obtener sus retornos y, entonces, sigan invirtiendo", dijo Rodrigo Santos, CEO mundial del negocio de Crop Science de Bayer en junio del año pasado.
En julio de 2021, la compañía anunció que abandonaría el negocio de semillas y biotecnología de soja en la Argentina. La firma alemana suspendió sus negocios de semillas y biotecnología de soja previo a la campaña 2021/22.
Si bien en ese entonces, la empresa aseguró que esta acción estaba motivada por un "plan de transformación global", la ausencia de una regulación clara también fue un motivador para tomar aquella decisión.
La agricultura regenerativa es el futuro del campo argentino
En un contexto mundial en el que la demanda de alimentos y la exigencia de producirlos con el menor impacto ambiental posible se incrementa año a año, la Argentina corre con ventaja en esta carrera a causa de la siembra directa.
La agricultura regenerativa nació hace 30 años, cuando la siembra directa revolucionó la industria. En ese contexto, el agro argentino fue pionero en la implementación de este tipo de prácticas. De hecho, se aplica en el 90% de las hectáreas, mientras que, a nivel mundial, el uso de este método de cultivo ronda el 35 por ciento.
El 25% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el mundo están vinculadas a la cadena agroindustrial. Entonces, si bien la actividad es parte del problema, también lo es de la solución ya que la propiedad básica de la fotosíntesis es tomar el CO2 transformarlo en biomasa. Esto, luego se traduce en un acto importante para la descarbonizacion y la reducción del cambio climático.
En este sentido, la siembra directa es la base de la agricuutra sostenible: "La Argentina es líder a nivel mundial en esta práctica. Estamos a años luz en comparación a otras regiones", aseguró Farinati.
Se trata de un método sustentable que se basa en la idea de que la producción agroindustrial no solo genera alimentos, sino que también se beneficia de la biodiversidad de la tierra, así como de la calidad de las aguas y de los suelos. De esta manera, los productores -y cultivos- se adaptan de mejor manera a las condiciones del suelo y reducen el impacto ambiental.
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