Soja argentina, Ley de Semillas y retenciones: qué piensa el brasileño que lidera el negocio global de agro de Bayer
El brasileño Rodrigo Santos, CEO mundial del negocio de Crop Science de Bayer, habla de todo: por qué cree que el país puede ser un ejemplo de agricultura regenerativa y las diferencias entre la producción de maíz y soja. "No conozco ningún otro país que cobre impuestos tan altos por exportar"
Rodrigo Santos se ríe. Se toma un segundo y clava sus ojos transparentes en su interlocutor. "Déjeme decirle algo sobre eso...", introduce, todavía sonriendo. "No conozco ningún otro país, y viajo mucho, en el que los agricultores tengan que pagar grandes impuestos para exportar", asegura. "No conozco ningún otro país", repite, contundente.
La suya no es una opinión más. Brasileño, de 50 años cumplidos a fines de mayo, lleva la mitad de su vida en el negocio agrícola. Ex Monsanto -a la que ingresó en 1999, tras ser representante de ventas desde 1995-, es quien lidera la división Crop Science de Bayer desde hace dos años y, en enero de 2022, accedió a una silla en el board global del grupo alemán.
"La Argentina tiene un gran potencial agrícola. Sobre todo, frente a un mundo que demandará mucha más producción de alimentos. Si deseo algo para los productores argentinos, es eso: sus derechos de exportación son un gran desafío", analiza, en diálogo con cuatro periodistas de medios argentinos, entre ellos, este cronista.
A sus espaldas, el ventanal ofrece una imponente vista -a la altura de las alas desplegadas de su techo- del Oculus de Calatrava, proeza arquitectónica que se convirtió en emblema de la reconstrucción del Ground Zero de Nueva York. La reunión con Santos fue a la mañana siguiente de su presentación -ante inversores primero; a la prensa mundial después- del nuevo, y ambicioso, plan de negocios de la división agrícola de Bayer. Con un viraje total hacia la agricultura regenerativa, la alemana -que compró Monsanto en 2016, por u$s 63.000 millones- quiere acceder para 2030 a nuevos mercados potenciales de 100.000 millones de euros, el doble de lo que actualmente mueven los segmentos en los que ya tiene presencia.
Esa expansión integra el desarrollo de productos con soluciones técnicas, digitales, financieras -como la captura de carbono para que los productores tengan otra fuente de ingresos- y la edición genética. El último, un punto clave para una empresa que necesita un vigoroso sistema de derechos de propiedad intelectual para proteger su inversión. Algo en lo que la Argentina es tan desafiante como las retenciones. Y Santos, que es responsable para las regiones de África y América latina en la mesa chica de Leverkusen, lo sabe.
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¿Cuánto y cuándo de estas innovaciones llegarán a la Argentina?
Esa es una gran pregunta. Cuando pensamos en los desafíos que hay para el futuro, en el que necesitamos producir más alimentos, la Argentina tiene un potencial enorme. Todo lo que hoy se habla de tecnologías en maíz, de transformación digital, de sustentabilidad, son cosas que veo que ya están pasando en la Argentina. Pienso que, para que el país continúe atrayendo inversión extranjera, es importante cómo crea un marco en términos regulatorios, del sistema legal.
Voy a dar un ejemplo muy concreto en soja. Si le sugeriría algo al país, es cómo puede atraer más inversiones para eso. Es uno de sus principales cultivos y necesitan hacerlo. El tamaño de la inversión en soja de los Estados Unidos es hasta acá (marca un punto en un papel), en Brasil es acá (marca otro, a la misma altura) y, en la Argentina, acá (marca el tercero, muy por debajo de los otros dos). Ustedes necesitan atraer más inversión de empresas como Bayer y otras. Hay una oportunidad de que el país desarrolle un nuevo sistema para atraerlas. La Argentina tiene la vocación para la agricultura. Pero necesita atraer inversiones.
"Hay una oportunidad para que el país desarrolle un nuevo sistema. La Argentina tiene la vocación para la agricultura. Pero necesita atraer inversiones".
¿Qué falta hacer?
La Argentina tiene distintos puntos. En maíz, es un ejemplo. Está en el top mundial, más rápido que cualquier otro país. El desafío en soja es cómo crear un sistema, una nueva ley de Semillas, que habilite a las empresas a invertir para obtener el retorno de esa inversión en beneficio, también, de los productores. Lo vi en otros países: al final del día, necesitas un sistema que beneficie a los agricultores (en primer lugar) pero en el que las empresas que invierten también puedan obtener sus retornos y, entonces, sigan invirtiendo. Porque ese círculo virtuoso ocurre, ¿no? Una nueva ley de Semillas, o un nuevo sistema regulatorio que pueda atraer esa inversión para soja, por ejemplo, podría ser muy importante.
Hace dos años, cuando Bayer suspendió su negocio de soja en la Argentina, no fue exclusivamente por la Ley de Semillas. ¿Se corrigieron los otros factores por los cuales no era rentable?
En soja, ejemplifica con Brasil. Son situaciones similares. A los productores, se les permite guardar las semillas. Pero, también, cuando usan una tecnología, pagan por ella. Sólo se necesita tener un sistema que combine las dos cosas: que les permita a los productores guardar sus semillas pero, también, que paguen por esa tecnología. Cuando haces eso, creas un círculo virtuoso. El productor decide si usa o no. Si sí, paga y obtiene el beneficio. Y las empresas que invierten atraen más inversión.
Otro ejemplo. Si uno va hoy a los Estados Unidos, probablemente haya 400 empresas haciendo lo que llamamos breeding, germoplasma para soja. Si va a Brasil, probablemente, sean entre 50 y 100 empresas. Nosotros somos una. Si va a la Argentina, ¿cuántas? Es sólo un ejemplo de que necesitamos tener un mejor sistema que habilite la inversión para que pueda tener un retorno. Porque esto es un círculo virtuoso. Cuando lo tienes, hay más empresas invirtiendo y más cultivos. Las curvas de producción de soja de los Estados Unidos y de Brasil son muy empinadas. La de la Argentina también crece. Pero no al ritmo que podría hacerlo.
¿Qué hizo distinto Brasil para que la Argentina quede relegada como productor de soja?
En Brasil, hoy hay un sistema que funciona. Si los productores quieren usar una tecnología, pagan por ella. Eso hace que, actualmente, cerca del 90% de las semillas del país sean certificadas. Hay un 10% de productores que elige guardar. Pero, cuando las usan, pagan por esa tecnología. Eso tiene un desarrollo positivo en el país. Y se ve. Cuando hay esa cantidad de semillas certificadas, tienes ese flujo de más empresas viniendo a invertir. Grandes ejemplos son Don Mario o Nidera invirtiendo mucho para llevar germoplasma a ese país. Es una de las grandes contribuciones de empresas argentinas a la agricultura de Brasil. Es realmente poderoso.
Entonces, cuando tienes eso, también hay más empresas trayendo biotecnología para lanzar al mercado. En los próximos cinco años, probablemente, haya dos, tres, cuatro nuevas tecnologías que llegarán. Son ejemplos de cómo creas un entorno que beneficia a los agricultores. Porque, sin beneficio para ellos, no haces nada.
¿Ven problemas en la Argentina con la importación de productos?
Cuando pienso en un país como la Argentina, uno de los sectores que es realmente éxitos es la agricultura, ¿verdad? Es una de las cosas que, proyectando a cinco, 10 años, puede ser un gran motor para la economía del país. Para que el país se desarrolle realmente, la agricultura está en el centro. Entonces, necesitan crear un nuevo entorno, que incluya lo que mencioné sobre soja, pero también otras cosas: cómo crear un nuevo ambiente que atraiga tecnología, inversiones... Ese es el fundamental para el desarrollo. Siento que la Argentina tiene la oportunidad pero necesita ir hacia ella para capturarla. Tiene que desarrollar un sistema que sea seguro, por supuesto, pero también amigable, que atraiga inversiones para el desarrollo del país.
"La Argentina tiene la oportunidad pero necesita ir hacia ella para capturarla. Tiene que desarrollar un sistema que sea seguro, por supuesto, pero también amigable, que atraiga inversiones para el desarrollo del país".
¿La integración con Brasil puede ayudar en eso?
Creo que sí. Es un gran punto. Con Brasil trabajando junto a la Argentina, podemos ir hacia los mercados a los que vamos a abastecer, como China y Asia, y ser casi una sola voz. Cada vez que vamos juntos como región es mejor: somos más fuertes. La última vez que estuve en la Argentina oí mucho sobre la comparación con Brasil. Hay una falta de percepción. Hay una buena oportunidad aquí: necesitamos producir más alimentos. Todos los países del mundo están buscando capturar esa oportunidad. No es un tema sólo de Brasil y la Argentina. Necesitamos ir detrás de eso. Por supuesto, si lo hacemos como región, es más poderoso.
¿Qué trabas puntuales ve en la Argentina?
Depende de qué estamos hablando. Si me preguntan por maíz, no las veo. Veo grandes inversiones y estamos llevando la mejor tecnología de este planeta a la Argentina. Cuando hablamos de digital o sustentabilidad, lo mismo. Sí hay una necesidad específica por soja. Es un cultivo muy importante para la Argentina. Por eso, hago tanto énfasis. Pero, también, se puede pensar un poquito más allá de eso: en cómo tomar al país y desarrollar todo un sistema que atraiga más inversiones. Como ocurre en Israel: generó un sistema para desarrollar start-ups que invierten en agricultura que es impresionante.
¿Cómo ve la sustentabilidad, en términos del cuidado de la tierra o del agua, de América latina en relación a otras regiones?
Una de las cosas por las que empezamos a hablar mucho de agricultura regenerativa fue cuando vimos los datos de la Argentina. Los primeros intentos que hicimos vinieron de allí. Ustedes tienen una de las cosas que realmente amo de su país: los productores son entrepreneurs. Necesitan ser competitivos. Enfrentan desafíos en la Argentina. Entonces, van por la tecnología; van por cómo pueden ser productivos, cómo pueden ser efectivos. Es un país que, en términos de desarrollo de nuevas tecnologías, si lo dejan, florece. Tiene ese entrepreneurship en los productores que es espectacular. Es increíble. La Argentina puede ser un modelo para el mundo en agricultura regenerativa.
"Una de las cosas por las que empezamos a hablar mucho de agricultura regenerativa fue cuando vimos los datos de la Argentina. Los primeros intentos que hicimos vinieron de allí. Ustedes tienen una de las cosas que realmente amo de su país: los productores son 'entrepreneurs'. Necesitan ser competitivos. Es un país que, si lo dejan, florece: el 'entrepreneurship' de sus productores es espectacular. La Argentina puede ser un modelo para el mundo en agricultura regenerativa".
Hay tecnología, los productores competitivos, emprendedores... Pero, todavía, no puede despegar tanto como Brasil.
(se ríe) Déjenme decir algo sobre eso. No conozco ningún otro país, y viajo mucho, en el que los agricultores tengan que pagar grandes impuestos para exportar. Ninguno. Si algo deseo para los productores argentinos es eso. Para ellos, los derechos de exportación son realmente un desafío. Menciónenme otro país de este planeta que tenga eso. Yo no lo conozco. Los agricultores brasileños no pagan eso por exportar soja a China. Y eso habilita a invertir más, conseguir más tecnología y continuar el círculo.
¿Por qué el giro hacia la agricultura regenerativa ahora y no el año pasado o el próximo?
Nuestro foco de los últimos 20 años fue producir más comida. Fue muy importante: sin lo que hicimos en la agricultura, la gente hoy se estaría muriendo de hambre. Hubo una gran revolución, la Revolución Verde, en la producción global de alimentos. Pero lo que quedó más claro recientemente, en los últimos años, es que necesitamos hacer eso pero, también, reducir las emisiones de carbono del planeta.
El cambio climático es un desafío. La agricultura hoy es responsable del 25% de las emisiones globales. Cuando empiezas a buscar datos, lo bello es que, en la agricultura, no sólo podemos reducirlas. También, podemos ir más allá: capturar carbono del suelo. Esa es una oportunidad económica para los farmers. Empresas como Nestlé, Unilever, Lufthansa hicieron compromisos para reducir sus emisiones y compran créditos de carbono. Nuestro desafío es cómo atraer esa inversión hacia la agricultura. Probablemente, sea el elemento clave que pasó en los últimos años: el mercado que crearon las regulaciones de los gobiernos y los compromisos de las empresas. Hoy, el mercado de carbono es enorme. Pero tenemos que traerlo hacia la agricultura. Queremos tenerlo.
En su presentación, dijo que Bayer dejó de pensar en productos o soluciones independientes, para hacerlo en sistemas de soluciones y tecnologías integradas. ¿La propuesta comercial también será así?
No. El agricultor siempre debe tener la última elección. Creemos que los sistemas pueden combinar los factores para producir más. Pero, al final, la decisión es del productor. Hay quienes necesitan todo el sistema y otros que sólo quieren una semilla. Y está muy bien. Creemos que, en la parte técnica, pensar en sistemas era lo que debía pasar. Pero no necesariamente en lo comercial.
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