

Viajar en avión es más que simplemente aprovechar la ingeniería moderna para conocer nuevos lugares por placer; también puede tener un impacto significativo en nuestra salud, a pesar de que nos permite reducir distancias y tiempos de viaje.
Médicos y expertos en salud han investigado cómo los vuelos prolongados pueden afectar diferentes aspectos de nuestro cuerpo, desde el funcionamiento del corazón y el cerebro hasta la salud de nuestra piel y cabello.
¿Cómo impacta en tu cuerpo viajar en avión?
Cuando nos disponemos a emprender un viaje en aviónque involucra varias horas de vuelo, quizás no consideremos los impactos que esta experiencia puede tener en nuestro organismo.

Sin embargo, estudios científicos realizados por instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC) de Argentina han revelado que hay múltiples factores que influyen en la salud durante y después de un vuelo prolongado.

Esta alteración en los patrones de sueño no solo puede afectar la cantidad y calidad del descanso, sino que también influye en las funciones cognitivas y el estado de ánimo.
Además, la baja humedad y la menor oxigenación en la cabina del avión son factores adicionales que pueden desencadenar dolores de cabeza y mareos durante el vuelo.
La falta de oxígeno puede afectar tu concentración y hasta tu estado de ánimo, dejándote más irritable. (Foto: archivo)

Esta disminución en los niveles de oxígeno puede resultar en dificultades respiratorias, especialmente para personas con precondiciones médicas, según advierten los expertos en el tema.
Aquellos con enfermedades cardiovasculares previas corren un riesgo particular, ya que la menor disponibilidad de oxígeno puede agravar sus problemas cardíacos durante el vuelo.
Además, la deshidratación, un problema común debido a la baja humedad en la cabina, y el estrés asociado con el viaje también pueden contribuir a este riesgo.
A pesar de la protección de las ventanas, los rayos UV filtran por ellas durante los vuelos por lo que es necesario proteger la piel. (FreePik)
La falta de humedad en el aire puede provocar sequedad y tirantez, lo que a su vez puede llevar a la descamación e incluso empeorar condiciones preexistentes como el eczema o la psoriasis.
Además, la exposición a los rayos ultravioleta (UV) a altitudes elevadas, a pesar de la filtración de las ventanas, aumenta el riesgo de daño cutáneo a largo plazo, que puede deshidratar aún más la piel.
Para contrarrestar estos efectos negativos, es fundamental mantener una hidratación adecuada durante el vuelo y evitar el consumo excesivo de alcohol, que puede deshidratar aún más la piel.
Además, realizar estiramientos y dar pequeños paseos por el pasillo del avión puede ayudar a mejorar la circulación sanguínea y reducir la rigidez muscular.











