Qué es la ‘OPEP del litio' y cuáles son los planes de los gobiernos latinoamericanos para la explotación del ‘oro blanco'
Los gobiernos latinoamericanos quiere crear un cártel de productores estatales para controlar los precios, del litio pero la iniciativa pasa por alto las complejidades de su extracción.
El litio es el nuevo 'oro blanco' por su papel clave en las baterías de los autos eléctricos. Su precio se quintuplicó el año pasado. América latina cuenta con las mayores reservas y produjo el año pasado cerca de un tercio del litio mundial. ¿Una nueva bonanza para la región?
No necesariamente. El 'triángulo del litio', donde se encuentran la mayoría de los recursos probados de América Latina, ofrece algunas lecciones reveladoras. De sus tres naciones, Chile y Argentina están muy por delante, mientras que Bolivia tiene dificultades para arrancar.
"Argentina está destacando definitivamente por encima de sus pares en la atracción de grandes inversiones en la extracción de litio", dice Emily Hersh, directora ejecutiva de Luna Lithium en Nevada y especialista en minería en Sudamérica. "Argentina ha tenido múltiples transacciones e inversiones cercanas a los mil millones de dólares... en los últimos ocho a 12 meses".
Los mineros de litio se vieron atraídos por las políticas favorables a los inversores de la Administración de Mauricio Macri de 2015 a 19 y los gobiernos provinciales favorables a la minería también ayudaron, dicen los ejecutivos.
Al otro lado de la frontera, en Bolivia, la historia es radicalmente diferente. El país tiene potencial: el mayor salar de litio del mundo y las mayores reservas probadas.
Pero los sucesivos gobiernos socialistas han otorgado al Estado un papel central en la explotación del litio, las empresas privadas se han ido con las manos vacías y las comunidades locales han rechazado la autoridad del gobierno central para negociar. A pesar de años de promesas, la producción a gran escala aún no ha comenzado.
"Bolivia tiene una relación traumática con los recursos naturales", dice Roberto Laserna, economista de Cochabamba, refiriéndose a la historia de la minería de plata bajo el dominio colonial español. "La gente aquí cree que nuestras reservas minerales exponen al país a la voracidad de los extranjeros".
Las charlas entusiastas de algunos gobiernos latinoamericanos de izquierda sobre una 'OPEP de litio', un cártel de productores estatales para controlar los precios, ignora la realidad de que el 'oro blanco' es una propuesta muy diferente a la del petróleo o los metales preciosos.
El litio es difícil de explotar. Altamente reactivo, no se extrae en estado puro. Es complejo y costoso extraerlo (de salmueras, como en América latina, o de rocas, como en Australia) y convertirlo en productos químicos para baterías. Aunque es abundante en todo el mundo, pocos yacimientos son comercialmente viables. La mayor parte de la producción proviene de Australia, Chile, China y Argentina, y la mayoría del procesamiento se realiza en China.
Para América latina, el crecimiento es el gran desafío
"Una nueva mina suele tardar entre seis y ocho años en ponerse en marcha", afirma PJ Juvekar, jefe de investigación de materiales de Citi. "Lo que las empresas quieren ver es una estructura estable de cánones que sea transparente".
Chile ha disfrutado de un régimen estable y es, por lejos, el mayor productor de litio de América latina. Las dos empresas de ese país, la estadounidense Albemarle y la chilena SQM, están aumentando sus inversiones.
SQM está gastando u$s 400 millones en Chile en 2021-22 y comprometió para 2021-2024 otros u$s 700 millones en Australia, donde el régimen fiscal es más amigable. "Chile es mucho más duro que Australia y Argentina en cuanto a las regalías del litio", dice Stefan Debruyne, director de asuntos externos de SQM. "Nuestro acuerdo de arrendamiento allí se acerca a un reparto del margen bruto al 50% con el Estado y las comunidades locales".
El nuevo presidente de izquierda de Chile, Gabriel Boric, quiere crear una empresa estatal de litio, pero SQM y Albemarle creen que esto no les perjudicará.
"No vemos ningún impacto material en nuestras operaciones como resultado del gobierno de Boric", dice Ellen Lenny-Pessagno, vicepresidenta de asuntos gubernamentales y comunitarios de Albemarle. "Ha dejado muy claro que no va a afectar a los dos operadores existentes".
La experiencia pasada en América latina sugiere que una política de litio exitosa implica un régimen estable con un reparto justo de los ingresos que proporcione un incentivo a las empresas privadas.
El veterano presidente nacionalista de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene otras ideas. "Vamos a crear una empresa (estatal) mexicana para el litio", dijo la semana pasada. " . . .En México se trata de nuestra soberanía. Se acabó eso de 'hay una concesión minera'... la concesión del litio es especial y ya se decidió que el litio se va a explotar en beneficio de los mexicanos".
Cuatro senadores estadounidenses ya han escrito al presidente Joe Biden quejándose de que la política de litio de López Obrador "exacerbaría las preocupaciones de seguridad nacional relacionadas con la escasez de minerales críticos".
El riesgo a largo plazo puede ser que el litio de México nunca llegue a explotarse. El gobierno de Biden está ofreciendo incentivos para producir litio en Estados Unidos y, si los precios globales se mantienen altos, habrá un impulso para diversificar la producción. "Con los precios al contado actuales, la producción de litio a partir de agua de mar podría ser incluso viable", afirma Debruyne, de SQM.
Esto será de poca ayuda para Bolivia, sin salida al mar y atrapada en su modelo minero centrado en el Estado. "Parece que Bolivia está condenada a ser prisionera de su identidad nacionalista y esto impedirá que se produzca litio", dice Laserna.
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