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Las 10 tendencias para 2025: por qué Argentina podría ser la "próxima estrella" de los mercados

Las proyecciones sobre este año dan por sentado que los cambios en los mercados vendrán dictados por Donald Trump, pero la economía mundial gira cada vez menos en torno a Estados Unidos.

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El mundo es un lugar cada vez más fragmentado y complejo, pero todos los que conozco parece estar obsesionados con una sola persona: Donald Trump. Todas las proyecciones sobre el próximo año parten de la base de que Trump dictará las tendencias de la economía y los mercados mundiales.

Un único factor nunca es una base sólida para hacer previsiones. El mundo no es unipolar y no gira en torno a una personalidad, ni siquiera a una tan grande como la de Trump. Históricamente, el impacto de los presidentes estadounidenses en los mercados ha sido a menudo sorprendente, y en ocasiones mínimo.

Los inversores estaban preparados para una sacudida negativa cuando Trump llegó al poder en 2017, pero ese año resultó ser uno de los menos volátiles de la historia para las acciones estadounidenses. Trump amenazó constantemente con socavar China con aranceles y, sin embargo, durante su primer mandato, el mercado que mejor se comportó fue el chino, superando incluso al estadounidense.

Si el pasado es preludio, Trump 2.0 no se desarrollará como la mayoría de los inversores esperan. Irónicamente, la fe continua en el "excepcionalismo estadounidense" supone que bajo Trump el mundo verá más de las mismas tendencias que vio bajo Joe Biden: el dominio estadounidense de la economía y los mercados mundiales, liderado por sus empresas tecnológicas de gran capitalización. Pero esas tendencias ya están muy extendidas y son vulnerables a fuerzas mayores que el presidente electo de Estados Unidos. Por diversas razones, la volatilidad podría volver a los mercados mundiales en 2025 y provocar cambios sísmicos.

El retorno de los contrarios

La historia demuestra que la economía mundial y los mercados se mueven en ciclos, no en líneas de tendencia rectas. La inversión contraria se basa en estas pautas. El tema de inversión de moda de una década suele saturarse, sembrando las semillas de su propia desaparición, y no sigue siendo el tema de moda en la siguiente. Pero aquí estamos, a mitad de la década de 2020, y la gran apuesta de la década de 2010 -las grandes tecnológicas estadounidenses- sigue dando sus frutos.

En el pasado, la lista de las 10 mayores empresas mundiales por capitalización bursátil cambiaba radicalmente con cada nueva década. Ahora, siete de las 10 son empresas que se mantienen desde la década de 2010, entre ellas Apple, Microsoft y Amazon. Las tendencias de los últimos 15 años se están agotando en medio de las crecientes manías por EE.UU. y la inteligencia artificial (IA), sobrealimentadas por el excesivo estímulo estadounidense, la gamificación de la inversión y el auge de la negociación algorítmica y los gestores de cartera pasivos.

La destrucción creativa ha sido una característica definitoria y, de hecho, necesaria del capitalismo desde sus raíces en el Siglo XVIII; o ha muerto, o está latente y a punto de reaparecer. Yo apuesto por el regreso. Eso anunciaría un retorno (tardío) de la inversión contraria, empezando por un alejamiento de EE.UU. y sus principales empresas tecnológicas.

El momentum se desploma

Los traders momentum son el polo opuesto de los contrarios, ya que creen que los ganadores y perdedores de los últimos meses seguirán por el mismo camino en los próximos meses. El año pasado fue un gran año para esta clase de traders: la manía del momentum se extendió más allá de las grandes tecnológicas estadounidenses para impulsar también a los valores del sector financiero y de otros sectores.

Se avecina un punto de inflexión. Desde la década de 1950, según Empirical Research Partners, las acciones que lideran el mercado durante nueve meses obtienen un rendimiento promedio superior al 3% en los 12 meses siguientes. Rara vez han superado su rendimiento en más de un 20%, como ocurrió en 2024. Y después de una racha tan fuerte, las acciones momentum obtienen un rendimiento promedio inferior en casi un 10% durante los 12 meses siguientes.

Las rachas de impulso tienden a reforzar la suposición de que llegarán los buenos tiempos, atrayendo a los inversores minoristas en las últimas etapas. Eso está pasando ahora. Los consumidores estadounidenses no han sido más optimistas respecto a las acciones de EE.UU. desde que las encuestas empezaron a hacer un seguimiento de este sentimiento. La inversión momentum parece a punto de desplomarse de una forma que podría golpear duramente a muchos inversores.

Déficits que castigan

Con Trump, los recortes de impuestos y regulaciones llevarán a la economía y al mercado estadounidense a nuevos niveles, o eso dice la sabiduría convencional. Aunque la pandemia ha terminado y el empleo se ha recuperado, el déficit estadounidense sigue siendo sorprendentemente alto, en torno al 6% del PBI. De hecho, ajustado a la baja tasa de desempleo, el déficit estadounidense quintuplica el anterior récord de recuperación tras la Segunda Guerra Mundial. Y la agenda de Trump amenaza con subirlo aún más.

Los alcistas [bulls] ignoran las advertencias de que la imprudencia fiscal desencadenará una crisis, ya que no se ha producido ninguna calamidad evidente a pesar de décadas de advertencias similares. Pasan por alto el hecho de que, en comparación con otros países desarrollados, la deuda pública de EE.UU. ha aumentado más de dos veces más rápido como proporción del PBI en esta década y sus pagos de intereses sobre esa deuda son ahora tres veces superiores.

Dada la cantidad de nuevos bonos del Tesoro estadounidense a más largo plazo que llegarán a los mercados en los próximos meses, en 2025 podría llegar el momento en que los vigilantes de los bonos [un trader de bonos que amenaza con vender, o lo hace, una gran cantidad de bonos para protestar o mostrar su descontento con las políticas de un gobierno] tomen nota. En los últimos años, los traders han castigado a gobiernos derrochadores, desde Brasil hasta el Reino Unido y, aunque de forma menos agresiva, Francia. Muchos observadores suponen que EE.UU., como primera potencia económica, no es vulnerable a este tipo de ataques, pero sus finanzas, cada vez más precarias, podrían pronto echar por tierra esa suposición.

Menos excepcionalismo

Los rumores sobre el 'excepcionalismo americano' pasan por alto el impulso artificial que está recibiendo EE.UU. gracias al apoyo estatal. Tras la pandemia, el gasto público aumentó considerablemente como porcentaje del PBI. Más del 20% de los nuevos puestos de trabajo en EE.UU. son creados ahora por el Gobierno, frente al 1% en la década de 2010. Las transferencias públicas, incluida la Seguridad Social, representan más de una cuarta parte de los ingresos de los residentes en más del 50% de los condados estadounidenses, frente a sólo el 10% en 2000.

La sobreestimulada economía estadounidense crece a un ritmo cercano al 3%, pero el estímulo fiscal disminuirá en 2025, al igual que el ritmo de relajación monetaria. Si la nueva administración intenta estimular aún más la economía, la tasa inflación -ya elevada- podría dispararse, obligando a la Reserva Federal y al mercado de bonos a subir las tasas de interés.

A su vez, la presión del mercado de bonos obligaría finalmente a contener el gasto, perjudicando el crecimiento económico y los beneficios empresariales, al menos durante un tiempo. Curiosamente, las expectativas de crecimiento en EE.UU. son ahora tan optimistas que los economistas sólo ven un 20% de probabilidad de recesión, frente al 70% de hace un año. Aunque no hay ningún catalizador visible para una recesión, el desvanecimiento de los efectos del estímulo sugiere que es probable que la economía estadounidense se ralentice en 2025 a un ritmo más cercano a su potencial a largo plazo de alrededor del 2%, si no inferior. EE.UU. parecerá entonces mucho menos excepcional.

Las próximas estrellas

Muchos países ahora languidecen en la sombra, pero es ahí donde suelen encontrarse las próximas estrellas. Recordemos que hace una década, los inversores consideraban que gran parte del sur de Europa no tenía remedio, hasta que la crisis les obligó a reformarse. Las naciones que antes se tachaban de "PIGS" [o cerdos en inglés, un acrónimo despectivo que se usó para designar las economías de los países del sur de Europa: Portugal, Italia, Grecia y España] incluyen ahora algunos de los puntos brillantes del continente. Los puntos oscuros -Alemania y Francia- también podrían verse inesperadamente obligados a cambiar debido a la debilidad de sus economías.

En la actualidad, los inversores mundiales ignoran la mayor parte del mundo en desarrollo. Entre las grandes economías en desarrollo, menos de una de cada dos experimentó un crecimiento del PBI per cápita superior al de EE.UU. en los últimos cinco años. En los próximos años, sin embargo, se espera que ese porcentaje aumente a más de cuatro de cada cinco, con grandes impulsos procedentes de las inversiones en plantas y equipos, y un resiliente gasto de los consumidores.

La disciplina del gasto público ayuda a explicar por qué las agencias de calificación crediticia son ahora más optimistas respecto a los países en desarrollo, con mejoras que superan a las rebajas en márgenes no vistos en años, incluidos los giros positivos en casos perdidos como Argentina y Turquía.

En su mayor parte, los inversores mundiales aún no han reaccionado, pero los locales sí. Los mercados de renta variable nacionales están apuntalando los mercados desde Arabia Saudita hasta Sudáfrica. India es ya una especie de unicornio, como la única estrella del mercado mundial fuera de EE.UU., pero puede que no sea tan inusual a finales de 2025.

Una China invertible

Es difícil rebatir este argumento. Ningún país con una población menguante y una pesada carga de deuda ha sido capaz de crecer ni siquiera a la mitad de la tasa del 5% fijada como objetivo por Beijing. Aun así, genera curiosidad un mercado que la mayoría de los inversores mundiales considera "ininvertible", a pesar de ser el segundo más grande del mundo.

Se pueden encontrar diamantes en bruto, por ejemplo, buscando empresas rentables que coticen en Bolsa con elevados flujos de caja. Actualmente hay unas 250 empresas en China con una capitalización bursátil superior al billón de dólares y un rendimiento del flujo de caja libre superior al 10%, unas 100 más que en EE.UU. y 60 más que en Europa. Sin embargo, el sentimiento es tan bajista [bearish] en China como bullish en EE.UU.

Comparemos sus principales empresas de vehículos eléctricos, BYD y Tesla. Ambas generan ingresos similares y ofrecen una rentabilidad sobre fondos propios parecida, pero el volumen de ventas de BYD está creciendo el doble de rápido, que está ampliando rápidamente su cuota del mercado mundial. Sin embargo, las acciones de BYD se venden a una relación precio/beneficios de 15, frente a los 120 de Tesla. Su capitalización bursátil apenas supera los u$s100.000 millones, mientras que la de Tesla supera el u$s1,2 billón. Es posible que el año que viene los inversores vuelvan a ver a China como un país en el que se puede invertir, al menos en sus partes rentables.

La IA debilita a las grandes tecnológicas

Los beneficios extraordinarios y los enormes flujos de caja de las grandes tecnológicas han sido un importante atractivo para los inversores. Pero esa ventaja se está reduciendo rápidamente. En conjunto, Apple, Microsoft, Google, Meta y Tesla están a punto de invertir casi u$s280.000 millones en IA este año, frente a los u$s80.000 millones de hace cinco años. La carrera por dominar la IA está en marcha y, como resultado, el crecimiento del flujo de caja libre de las mayores empresas tecnológicas ha pasado recientemente a ser negativo.

La manía de la IA puede estar adelantándose a los acontecimientos. Menos de uno de cada 20 trabajadores afirma utilizar la IA a diario. Menos de una de cada 10 empresas estadounidenses han incorporado la IA a sus operaciones. Eso no significa que no lo vayan a hacer, sólo que no está nada claro cómo se aplicará esta tecnología, y mucho menos cuán estrictamente se regulará o qué megaempresas ganarán dinero con ella. Hay que recordar que pocas o ninguna de las empresas establecidas se convirtieron en grandes triunfadoras de las revoluciones de Internet o del shale oil.

Aunque es difícil imaginar qué podría hacer descarrilar a las grandes empresas tecnológicas, una respuesta es el gasto excesivo en data centers y otras infraestructuras de IA. Uno de los mayores auges del gasto de capital que se ha visto en EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial puede ser estupendo para el consumidor, pero podría ser la gota que rebase finalmente el vaso de los beneficios supernormales de las grandes empresas tecnológicas e inspire a los inversores a cuestionar sus elevadas valoraciones.

Comercio sin EE.UU.

Si las amenazas arancelarias de Trump son una táctica de negociación, como dicen sus ayudantes, ya están trabajando para sentar a otros países a la mesa, pero sin EE.UU. Tras 25 años de conversaciones, el mes pasado representantes de 31 países acordaron planes para la mayor unión comercial del mundo, que vincularía a la Unión Europea con el Mercosur. Si se ratifica, reducirá los aranceles en un 90% entre los Estados miembros, que representan el 25% del PBI mundial.

Asustados por el uso que hace EE.UU. de las sanciones para aislar a sus rivales del sistema financiero internacional basado en el dólar, muchos países están cerrando acuerdos para fomentar el comercio con sus vecinos regionales, o sin el dólar. India tiene acuerdos con 22 países para comerciar en rupias; el 90% del comercio entre India y Rusia se realiza en moneda local. Los países petroleros, como Arabia Saudita, también han cerrado acuerdos para vender su petróleo en divisas distintas del dólar.

En los últimos años, el comercio mundial ha cambiado, y hoy sus mayores canales se encuentran dentro del mundo en desarrollo. Ocho de los 10 corredores comerciales de más rápido crecimiento no incluyen a EE.UU., pero muchos de ellos terminan en China. Cuanto más amenace EE.UU. con imponer aranceles y usar al dólar como arma, más se esforzarán sus ex socios por promover el comercio sin EE.UU.

Exceso privado

Como refugio para los inversores que huyen de los reguladores, los florecientes mercados privados de capital y crédito ya no son sólo una alternativa de nicho. Desde 2000, el número de empresas públicas estadounidenses se ha reducido casi a la mitad, hasta unas 4000, mientras que el número de privadas casi se ha quintuplicado, hasta unas 10.000. Los mercados privados se están convirtiendo en la primera opción para las empresas que intentan captar fondos.

Los mercados privados se están convirtiendo en la primera opción para las empresas que intentan conseguir dinero. Los préstamos privados están creciendo al doble de ritmo que los bancarios. El volumen de capital obtenido en los mercados privados ha superado recientemente al de los mercados públicos en todo el mundo.

Mientras tanto, aumentan los riesgos, a menudo opacos. La calidad decreciente de algunos emisores de crédito privado se manifiesta en las elevadas tasas de incumplimiento de sus préstamos apalancados. Otros están reempaquetando determinados productos para su venta de formas que "ponen a prueba los límites" de las salvaguardias contra riesgos. Unas cuantas grandes empresas están estudiando planes para ofrecer créditos privados en fondos cotizados en Bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) abiertos a la negociación pública diaria, como si el público en general estuviera preparado para sopesar el riesgo de unos activos que tienen que informar de sus resultados una vez al trimestre, si es que lo hacen. La generalización de los mercados privados y los excesos resultantes podrían ser objeto de un mayor escrutinio en 2025.

Sin inyección mágica

Los estadounidenses son excepcionales en otro sentido, con una tasa de obesidad adulta de 44%, la más alta del mundo desarrollado. Por eso no es de extrañar que la televisión estadounidense esté llena de anuncios de la, relativamente, nueva clase de medicamentos ‘GLP-1' para adelgazar, sugiriendo que ofrecen un camino brillante y fácil hacia la pérdida de peso.

El mes pasado se publicó un nuevo estudio que detectaba un pequeño descenso de la tasa de obesidad en EE.UU. Sus autores sugirieron que este giro inesperado podría explicarse en buena parte por fármacos con GLP-1 como Ozempic, lo que probablemente genere aún más expectativa en torno a estos remedios para adelgazar tan populares.

Sin embargo, en el creciente conjunto de investigaciones sobre el GLP-1, no todas las noticias son tan halagüeñas. Una vez que se suspenden las inyecciones, los kilos vuelven a aparecer. Además de suprimir el apetito, estos tratamientos pueden destruir los músculos, paralizar el estómago y dañar la vista. La rápida pérdida de grasa puede dejar la piel flácida en lugares visibles, razón por la cual las búsquedas en Internet de "glúteos Ozempic" y "piernas Ozempic" no dejan de aumentar.

Sin duda, estos fármacos tienen algunos beneficios útiles. Sin embargo, lo que parece demasiado bueno para ser verdad probablemente lo sea. Y como solución rápida para la obesidad, podría convertirse en otra moda de las dietas.

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