Elecciones en México: el apoyo a Claudia Sheinbaum es enorme, pero también lo serán sus desafíos
La presidenta electa de México tendrá que cubrir un agujero fiscal de casi 6 puntos porcentuales del PBI, al tiempo que cumple sus promesas de aumentar el gasto en salud, educación y bienestar social.
El secreto de la aplastante victoria de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales mexicanas del domingo se resume en una palabra: redistribución.
Los mexicanos más pobres han sido los grandes ganadores bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, quien más que duplicó el salario mínimo y amplió los programas de bienestar, a pesar de que la economía apenas ha crecido sobre una base per cápita desde que asumió el cargo en 2018.
Los votantes miraron más allá de los alarmantes niveles de crímenes violentos y las preocupaciones sobre la erosión de las instituciones democráticas. En cambio, recompensaron a Sheinbaum, una estrecha aliada del presidente nacionalista de izquierda, por las promesas de continuar y profundizar su cruzada por la justicia social en un país acosado por altos niveles de pobreza y desigualdad.
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Tras tres décadas de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, el norte de México ha prosperado, pero muy poca de la riqueza ha llegado a los habitantes del centro y el sur del país, o a los grupos de ingresos más bajos.
"Se trata de un golpe de realidad muy importante para mucha gente, que tiene que entender mejor que México necesita un cambio en su cultura de privilegios imperante", afirmó Vanessa Rubio, decana asociada de la London School of Economics y exviceministra en México. "Muchos sectores de la población sentían que habían salido perdiendo en las últimas décadas, al haber estado en los márgenes, mientras que otros sentían los beneficios de los resultados económicos positivos".
La magnitud de la victoria de Sheinbaum -unos 30 puntos porcentuales sobre la segunda, Xóchitl Gálvez (de centro-derecha), según los resultados oficiales parciales- le confiere un poderoso mandato personal. Aumenta la probabilidad de que la principal alianza de la oposición, compuesta por tres partidos en gran medida desacreditados, se fracture al contemplar un prolongado período en el desierto político.
"La coalición de la oposición ha sido un fracaso total", afirma Antonio Ocaranza, director de la consultora Oca Reputación. "Los líderes del partido han perdido su legitimidad y no tienen otras figuras de talla en torno a las cuales puedan construir (...) es más probable que sigan cayendo hacia la extinción que que se recuperen".
El partido Morena de Sheinbaum y sus dos principales aliados, el PT y el PVEM, también parecen haberse asegurado una amplia mayoría en el Congreso, donde van camino de obtener la mayoría de dos tercios necesaria para el cambio constitucional. La aritmética del Congreso es importante porque López Obrador ha presentado 20 reformas constitucionales que quiere que se aprueben antes de dejar el poder en septiembre. Entre ellas figuran la elección directa de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia y de los consejeros del instituto electoral independiente, la eliminación de algunas instituciones independientes, el aumento anual garantizado de la inflación en el salario mínimo y cambios para reforzar las pensiones estatales.
"Es muy probable que sigan adelante rápidamente con las reformas constitucionales, ya que Sheinbaum las apoyó en su campaña", afirma Alejandro Werner, director del Instituto de las Américas de Georgetown, en Washington.
"Los inversores no están muy preocupados por un deterioro de las instituciones. Su interpretación será que la gran victoria le da [a Sheinbaum] más instrumentos para gobernar, si la economía se deteriorara, mientras que la contaminación de la economía por el deterioro institucional ocurrirá sólo a mediano plazo".
México tiene otros problemas graves. Cerca de 220.000 personas han sido asesinadas o han desaparecido durante el mandato de López Obrador y las bandas criminales han extendido su control sobre franjas de territorio y lucrativos sectores de la economía.
El dinero escaseará. En su último año en el poder, López Obrador abandonó su compromiso con la disciplina fiscal y, en cambio, gastó masivamente en sus proyectos de infraestructura favoritos y destinó más dinero a programas de asistencia social. Sheinbaum tendrá que cubrir un agujero fiscal de casi 6 puntos porcentuales del PBI, al tiempo que cumple sus promesas de aumentar el gasto en salud, educación y bienestar social. Y aunque la científica promete impulsar la energía renovable, también ha dejado claro que el Estado mantendrá su control sobre el sector energético y su costoso apoyo a la debilitada petrolera estatal Pemex.
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La compleja y delicada relación con EE.UU. tendrá un gran peso, sobre todo en caso de una victoria de Donald Trump. El expresidente republicano ha prometido aumentar los aranceles y tomar medidas drásticas contra la inmigración ilegal si gana en noviembre.
Sheinbaum llega a la presidencia con una formación más académica e internacional que López Obrador, y el respaldo de un formidable apoyo popular. Pero los desafíos a los que se enfrenta son mayores, el dinero es más escaso y tiene una dura tarea por delante: AMLO, como se lo conoce, ha sido posiblemente el presidente más popular y con más éxito político del país desde el líder revolucionario Lázaro Cárdenas (1934-1940).
Con la redistribución de la riqueza ya completada, Sheinbaum tendrá que centrarse en áreas más polémicas, como la suba de impuestos para financiar la ampliación de los servicios públicos. Al mismo tiempo, tiene que asegurar a los inversores extranjeros que su dinero está seguro en un país que persigue un cambio constitucional radical, que algunos temen que pueda abrir la puerta al régimen de partido único del pasado de México.
El equilibrio promete ser complicado.
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