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El escándalo que salpica a un gigante petrolero y podría terminar en la Justicia de EE.UU.

La decisión de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos sobre el acuerdo Exxon-Pioneer arroja luz sobre el funcionamiento de la OPEP y los directivos de la industria.

Hace medio siglo, un reputado analista energético llamado Philip Verleger se vio envuelto en una batalla antimonopolio como asesor de fabricantes estadounidenses que querían demandar al poderoso cártel petrolero de la OPEP por la fijación de precios.

Aquello fracasó. También fracasó una segunda iniciativa contra la OPEP asesorada por Verleger en 2000. Ahora, sin embargo, a sus 79 años, se pregunta si un tercer ataque podría finalmente -y de forma inesperada- dar sus frutos.

La razón radica en una decisión adoptada hace unas semanas por la Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos sobre la oferta de u$s 64.500 millones de Exxon por Pioneer, la entidad de shale oil.

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Para alivio de la industria y horror de los progresistas, la FTC autoriza la operación. Pero ha introducido una advertencia sorprendente: Scott Sheffield, el exCEO de Pioneer que construyó el sector del shale, está excluido del consejo de administración de Exxon, tras la presunta connivencia reciente con funcionarios de la OPEP para mantener artificialmente altos los precios del petróleo y perjudicar a los consumidores.

"La conducta del Sr. Sheffield en el pasado deja muy claro que no debería estar cerca de la sala de juntas de Exxon", explicó Kyle Mach, subdirector de la Oficina de Competencia de la FTC. Más picante aún, la FTC dice que tiene cientos de mensajes de WhatsApp entre Sheffield y otros ejecutivos de la petrolera para respaldar sus acusaciones. Estos mensajes fueron censurados en gran medida. Pero Verleger predice que los abogados de las demandas colectivas forzarán ahora el discovery, es decir, la divulgación, con vistas a obtener miles de millones de dólares de compensación de los grupos petroleros.

"Es un desastre para la industria: la responsabilidad podría ser enorme", me dice, citando a los grupos de aerolíneas como una de las víctimas. "Nunca pensé que vería esto en mi vida".

Como era de esperar, Pioneer discrepa vehementemente, insistiendo en que la demanda "refleja un malentendido fundamental de los mercados del petróleo estadounidense y mundial y malinterpreta la naturaleza y la intención de las acciones del Sr. Sheffield".

Y aunque la FTC está recomendando el caso al Departamento de Justicia, no está claro si prosperará. Al fin y al cabo, la idea de que alguien se escandalice al ver que se fijan los precios del mercado del petróleo es tan irónica como la escena de la película Casablanca en la que un inspector de policía finge estar "escandalizado, escandalizado al encontrar... juego" en un casino; hace tiempo que forma parte de este mundo.

Más concretamente, las artimañas de la OPEP en el Siglo XX se inspiraron en gran medida en la fijación de precios organizada por la Comisión de Ferrocarriles de Texas hace un siglo, cuando EE.UU. -y no el Medio Oriente- dominaba los mercados del petróleo. Y el propio gobierno estadounidense no está exento de culpa: durante la pandemia, la administración de Joe Biden liberó reservas estratégicas de petróleo en un intento de bajar los precios.

Esto significa que la demanda de la FTC se enfrentará a un sinfín de críticas sobre posturas políticas. No es de extrañar: el equipo de Biden tiene un gran incentivo para distraer a los votantes de las contradicciones de su propia política energética. Durante su mandato, la Casa Blanca ha atacado a la vez a las grandes petroleras por las emisiones de carbono y las ha instado a mantener la producción para bajar los precios, lo que ha supuesto un auge del sector.

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Además, con unas elecciones a la vista y los votantes preocupados por la inflación, los demócratas necesitan encontrar chivos expiatorios para los altos precios de la energía.

Lo que complica aún más la posición de la FTC -y la hace vulnerable a las críticas- es su decisión de permitir la adquisición de Pioneer por Exxon. Esto huele a falta de coraje o sugiere que la supuesta fijación de precios se está presentando como un error idiosincrásico, no como una característica del sistema.

Pero incluso teniendo en cuenta todas estas salvedades políticas, es una buena noticia que por fin se ponga el foco en este mundo lamentablemente turbio, y tanto los inversores como los economistas deberían prestarle mucha atención. Una de las razones es que subraya un punto del que la alta dirección estadounidense a veces ha tardado en darse cuenta: Lina Khan, la jefa de la FTC nombrada por Biden, tiene ambiciones radicales que van mucho más allá de sus ataques a las grandes tecnológicas.

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La segunda es que esta saga ilumina inadvertidamente el cambio en el mapa energético. En décadas pasadas, las acciones de la OPEP ocupaban los titulares, ya que Medio Oriente dominaba la producción y los precios. Sin embargo, hoy en día su comportamiento es mucho menos determinante para el mercado y no acapara tantos titulares. Esto refleja el explosivo aumento de la producción estadounidense de shale y de las energías renovables. De hecho, el mercado está ahora tan fragmentado que los precios se han mantenido (afortunadamente) relativamente estables en los últimos meses, incluso en medio de la reciente tensión en Medio Oriente.

En cierto sentido, esta fragmentación hace que el momento de la FTC parezca extraño, sobre todo teniendo en cuenta que la producción de shale se ha visto últimamente tan visiblemente influida por cuestiones ajenas a los cárteles, como el ciclo de las tasas de interés. Pero la política es un deporte oportunista, y el punto clave es que los reguladores ahora creen que tienen una bomba con los mensajes de WhatsApp.

Tal vez Donald Trump aplaste esto si gana las elecciones; las grandes petroleras ciertamente lo esperan. Pero sería una tontería que alguien descontara hasta qué punto los abogados estadounidenses adoran las demandas colectivas. En otras palabras, existe la posibilidad de que los historiadores del futuro recuerden 2024 como el momento tan esperado en el que el zeitgeist [espíritu de la época] cambió por fin, y el comportamiento cartelizado dejó de estar totalmente normalizado en el mundo de la energía. 

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