El funcionario nacional se frota las manos en su despacho. Está hablando de la mayor competencia externa con la que el Gobierno está buscando abaratar el consumo de electrodomésticos de los argentinos y particularmente de traer más opciones de otras partes del mundo frente a lo que se fabrica bajo promoción industrial en Tierra del Fuego. Y en ese momento suelta: “Y ahora en enero empiezan a entrar los televisores de Egipto, así que la oferta va a seguir creciendo”.
En rigor, no sucederá por nada que la administración de Javier Milei haya hecho puntualmente. El 2 de agosto de 2010 el Mercosur firmó un Tratado de Libre Comercio con la República de Egipto que entró en vigencia el 1 de septiembre de 2017, en lo que fue el primer acuerdo del bloque comercial con un país árabe donde tanto se conseguían como se concedían acceso a distintos mercados.

El pacto contemplaba la “desgravación total” de los aranceles para más del 90% del comercio de bienes agrícolas e industriales entre ambas partes, con un cronograma de desgravación recíproca dividido en cinco canastas.
En ese marco, el 31% de las posiciones arancelarias estaba previsto que llegara al impuesto cero para ingresar al bloque a los 8 años, es decir, el año que viene. Entre esos bienes, están los televisores “made in Egipto”, un producto que según los cálculos del Gobierno empezará a encontrarse en el país en un marco de apertura comercial, dólar bajo y electrodomésticos a la baja, con un agregado para ese rubro específicamente: coincidirá con el año de un Mundial de fútbol, donde la venta de TVs históricamente se dispara.
Entre los fabricantes de TV están al tanto de la novedad y se encuentran en pleno análisis del posible impacto en la oferta local. Por ahora, de acuerdo con los datos de la cámara de fabricantes de electrodomésticos Afarte, no se ha modificado el peso de la fabricación local de televisores versus la importación.
Mientras que entre enero y septiembre de 2024 se vendieron 1,4 millones de TVs y este año la venta saltó a 2,4 millones de unidades, la relación sigue intacta: el 95% son de producción nacional contra un 5% de importados.
Egipto cuenta con una planta de monitores y televisores de Samsung desde 2012, cuando la compañía de origen coreano pisó en un terreno de 360 mil metros cuadrados que le cedió el Gobierno en la localidad de Beni Surf. Desde allí, se transformó en un competidor muy fuerte en todo Medio Oriente y empezó a exportar a distintas partes del mundo.
“Sabemos que Samsung está en Egipto, pero tenemos que ver qué tan competitivos pueden ser para penetrar en el mercado argentino”, dijeron en la industria local frente a la nueva competencia que se avecina. En la misma localidad al sur de El Cairo también hay instaladas otras marcas que fabrican TVs y monitores, como LG y la china Konka, además de celulares, todos productos que ahora empiezan a aparecer desde el exterior en el radar de la Argentina.
La llegada de las TVs desde Egipto, así como de las heladeras y lavarropas y hasta galpones llave en mano y colectivos hechos en China, son parte del paisaje del fin del 2025 y una postal de lo que puede venir en los próximos dos años de la gestión Milei.
Mientras el Gobierno lo toma como la muestra de una mayor competencia que favorezca a los consumidores con bajas de precios en bienes populares, desde la industria se advierte por la posibilidad de una masacre de compañías que tengan que cerrar dejando gente en la calle ante la imposibilidad de competir con firmas que reciben subsidios estatales y pagan sueldos muy por debajo de los que se pagan acá.
Desde el establishment, algunas voces como la de Paolo Rocca, el líder de la Organización Techint, vienen planteando la necesidad de que exista una “política industrial” para “nivelar la cancha” para que la producción local pueda resistir la avalancha importadora en especial desde diferentes países de Asia con China a la cabeza.
En las últimas horas, el ministro de Economía, Luis Caputo, ha dicho que “la mejor política industrial es la que no existe” y hace hincapié en que la función del Poder Ejecutivo es mantener el orden macroeconómico, pero sin referirse a qué hacer con la llegada de productos chinos que bordean la competencia desleal, algo que sí por ejemplo ocupa al aliado oficial, el presidente de EEUU, Donald Trump.
En especial en materia de electro, el Gobierno viene generando una baja de aranceles para todos los bienes importados que pueden disputarle mercado a los que se producen en Tierra del Fuego, una política que se profundizará con nuevas reducciones generales a partir de enero.
Basta ver por ejemplo el universo de los teléfonos celulares. En mayo, los aranceles a la importación bajaron por el decreto 333 del 16 al 8% mientras que desde el 15 de enero se eliminarán completamente.
Así, una combinación de más oferta importada con menos impuestos, más una retracción de la demanda producto de la caída en los ingresos terminó generando una baja de precios como hacía tiempo no se veía. De acuerdo con la consultora Ecosur, los smartphones bajaron un 17% este año y la reducción podría ser mayor en 2026.
Una postal de este nuevo contexto en este fin de año se ve en los carteles de las publicidades en la vía pública: la oferta de distintos comercios que ofrecen cuotas para comprar el último iPhone, que en algunos casos está al mismo precio que los teléfonos de fabricación local.


















