De bolsillo

Salarios, ahorro y consumo: cómo llega la economía a las elecciones

Agilizan políticas económicas expansivas para mejorar el poder adquisitivo y la demanda de los hogares en el muy corto plazo antes de las PASO y de cara a las generales en octubre

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Aunque la mayor proporción del electorado no está detrás de los efectos de la sequía sobre las exiguas reservas del Banco Central y las negociaciones con organismos internacionales para fortalecerlas; del déficit fiscal o la asistencia monetaria del BCRA al Tesoro, a la hora de votar la "economía del bolsillo" se torna clave.

El último informe de Ecolatina sobre el "voto económico" a tres meses de las PASO describe que, generalmente, se suele apelar a la acumulación de ciertos desequilibrios en los meses previos a las elecciones, que tienden a ser parcialmente corregidos pasados los comicios, "una vez que el costo político se reduce".

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Mientras el ministro de Economía prepara anuncios destinados a fortalecer el crédito al sector privado y mejorar el marco normativo de las compras con tarjeta de crédito, el análisis del panorama actual refleja resultados "desfavorables" en indicadores socioeconómicos fundamentales para atraer votos, y el margen "exiguo" para revertirlos.

Más empleo, peores ingresos

Las condiciones socioeconómicas arrastran un marcado deterioro, indica el informe y apunta que la principal evidencia se encuentra en la tendencia creciente de la tasa de pobreza que, según estima Ecolatina, ya supera el 40%; se trata del mayor registro para un año electoral y el peor desde 2005.

La desmejora se asocia a la creciente inflación que, según precisa, superará el 115% interanual en mayo, alcanzando los mayores niveles desde 1991, a la salida de la última hiperinflación.

La suba de precios se ubica 70 puntos porcentuales ( p.p.) por encima del último año electoral (2021), 60 p.p. por encima de 2019 y 90 p.p. por encima del promedio de inflación anual del resto de los años electorales analizados (25%), describe.

Esta dinámica debilitó los ingresos reales de los hogares, tanto laborales como no laborales. Para este año se prevé la sexta caída consecutiva del ingreso real, desde el pico de 2017. El ingreso formal se ubica en niveles 19% inferiores (hasta marzo), mientras que el informal ya perdió 42%, en 5 años.

En tándem, el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVyM) perdió un 37% de poder de compra respecto 10 años atrás; la jubilación mínima un 24% (con bonos) y la Asignación Universal por Hijo (AUH) un 18%, mientras la cantidad de propietarios en el país cae 10%.

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Actualmente un salario real del sector formal representa cerca del 35% del costo de alquiler de un monoambiente en CABA; "el peor guarismo en comparación a otras previas electorales", describe el informe y aclara que en 2015 el alquiler representaba el 25% del ingreso.

En contraste, en el cuarto trimestre de 2022, la tasa de ocupación alcanzó niveles máximos para los años electorales analizados, mientras que el desempleo se encontró en guarismos mínimos. 

Sin embargo, "se observa que la mayor cantidad de nuevos empleos de los últimos años correspondió a puestos informales y cuentapropistas", apunta el relevamiento y explica que entre 2019 y 2022 estas modalidades explicaron el 72% de la totalidad de puestos generados.

Al mismo tiempo, crece la tasa de actividad por el impulso de aquellos que buscan un trabajo adicional para sumar ingresos en familias y se consolida una tendencia hacia el pluriempleo que profundiza la desigualdad entre el mercado laboral formal y el informal, que al mismo tiempo continúa demandando transferencias del Estado.

"La probabilidad de ser pobre aun contando con un empleo viene creciendo", destaca Ecolatina.

Menos ahorro y mayor consumo

En términos relativos, el consumo muestra niveles similares al promedio del resto de los años electorales, pero detrás de esta mejor performance "se encuentra una desaceleración e incluso caídas en los últimos trimestres".

La fuerte aceleración inflacionaria generó un "sesgo pro-consumo", explican y apuntan que "el acotado horizonte de planificación de los hogares y la falta de crédito a largo plazo incentiva a desprenderse rápidamente de los pesos sobrantes, volcándolos al consumo y disfrute".

Aun así, refleja que "no son pocos los indicadores de consumo sectoriales que dan cuenta de un deterioro importante en términos históricos".

En ese sentido, el consumo masivo de alimentos, bebidas y artículos para cuidado del hogar y personal se ubica actualmente un 12% por debajo de 2015, según Scentia. 

En tanto que el patentamiento de vehículos resulta 50% más bajo que en el pico de 2013; el crédito al consumo es 43% más bajo que en aquel año; la compra-venta de inmuebles en CABA y PBA es un 15% inferior y la adquisición de electrodomésticos y electrónica es cerca de 20% inferior a 2017.

La confianza, en juego

El efecto nocivo de la economía en el bolsillo explica que la confianza en el Gobierno se encuentre hoy en registros mínimos en términos históricos, un dato que vuelve el escenario electoral sumamente desafiante para el Frente de Todos.

Por un lado, la escasez de divisas, la elevada brecha cambiaria y la debilidad en la demanda de pesos "acotan la posibilidad de profundizar el atraso cambiario acumulado o propender a tasas de interés reales negativas", indica el informe.

Al mismo tiempo marca que la posibilidad de congelar tarifas de servicios públicos y/o acelerar el gasto público "choca con la falta de financiamiento".

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