

El dilema inicial de ser candidato y ministro de Economía al mismo tiempo empieza a generar complicaciones en el tramo final de la campaña de Sergio Massa: la posición de poder dentro del Gobierno le permitió tomar medidas para sumar votos pero los datos de la alicaída economía y las batallas internas con los "funcionarios que no funcionan" empiezan a jugar en contra.
Desde la Casa Rosada no son pocos los funcionarios que admiten en estricta reserva que no resulta nada fácil para muchos ministros interactuar con un Massa que debe manejar esta ambivalencia, el doble rol de candidato-ministro y una línea difusa que se traza entre la gestión y la campaña. Todo esto generó fricciones.
El propio Massa puso sobre la mesa esta tensión interna que vive en el Gobierno: "Hay cosas en las que el Gobierno está en deuda y tiene que pedir perdón. Lo primero que tenemos que hacer es pedir disculpas porque hubo gente que tuvo la oportunidad y no estuvo a la altura", dijo el ministro-candidato en la TV pública.

La frase remitió a pases de factura y recordó el cuestionamiento que Cristina Kirchner hizo desde el 2020 cuando habló de "funcionarios que no funcionan". Ahora, en medio de la campaña, en boca de Massa los cuestionamientos internos hablan de una relación complicada del candidato presidencial con varios ministros.
Los cuestionados y la veda
¿Está entre los señalados por Massa la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, a la que le objetan por el desmanejo de fondos en la ayuda social? ¿Incluye a la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, quien se negaba a dar una suma fija?
¿Figura también el canciller Santiago Cafiero con quien Massa ya tuvo algunos cortocircuitos? ¿Y se suma a la lista la portavoz Gabriela Cerruti que no logra coordinar con el equipo de Economía una línea unificada de comunicación oficial, alejada del armado de la campaña? Nadie se anima a responder en la Casa Rosada. Pero el mensaje de Massa fue bien claro.
Hay otro dilema interno que se le presentará a Massa en el tramo final de la campaña: la veda electoral. Según el Código Electoral, 25 días antes de las elecciones quedará prohibida "la realización de actos inaugurales de obras públicas, el lanzamiento o promoción de planes, proyectos o programas de alcance colectivo". Es decir, que como ministro no podrá hacer anuncios que como candidato le vendrían muy bien para sumar votos.
El caso de la posible eliminación del impuesto a las Ganancias para los trabajadores es un ejemplo de la tensión interna que genera el doble rol de Massa. "Veremos si es posible, si no, el 11 de diciembre mando un proyecto de ley al Congreso para eliminar el impuesto a las Ganancias", dijo Massa. El tono y la definición marcan aquel dilema que se le plantea al ministro: hasta dónde puede avanzar con medidas de gestión actual y cuándo plantear promesas de campaña.

Más allá de las críticas internas del ministro-candidato en el Gobierno aseguran que todos los funcionarios en pleno están abocado a la campaña de Massa. Desde el Presidente Alberto Fernández que decidió alejarse del ruedo electoral para darle protagonismo al ministro de Economía hasta cualquier secretario de Estado se encuentra alineado con Massa. Instintos de supervivencia.
El rol de los funcionarios
En medio de ello hay grises difíciles de resolver. Un allegado al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, dijo a El Cronista en estos días que cualquier definición de gobierno pasa por Massa y cualquier definición de campaña también. ¿Qué función le queda entonces a Rossi que es candidato a vice y jefe de gabinete?
Otro funcionario del ala de Economía protestó ante los anuncios que hubo de la Casa Rosada: "Las medidas que se toman son de Massa candidato, no del gobierno". Vuelve a aparecer el dilema de la doble función.
La portavoz Cerruti se limita a dar anuncios de medidas de Gobierno que quedan ajustadas al equipo de Massa y sólo le resta espacio para anunciar la destitución de la orden de San Martín que fuera entregada a la familia de Pinochet.

La concentración de poder del ministro-candidato le otorga a Massa la ventaja de poner la acción por encima de las promesas de campaña. Fue lo que hizo con los anuncios de Ganancias, la suma fija, el plan de empleo para los beneficiarios de planes sociales, el aumento para jubilados o el congelamiento de precios y tarifas de servicios.
Sin embargo, hay datos que golpean de lleno al gobierno y desgastan la figura del Massa candidato. El índice de inflación que se conocerá en octubre es el mayor fantasma que acecha al ministro de Economía. El dato de 10,8% de aumento de precios que difundió la Ciudad de Buenos Aires esta semana fue la antesala de lo que podría venir. La idea de una inflación de dos dígitos quedaría lejos de aquella aspiración que tenía Massa de bajar al 3% el índice de precios.
Para contrarrestar ese fantasma el gobierno salió a hacer campaña fuerte en función de una mejora salarial en relación a la inflación. Así, desde el Ministerio de Trabajo elaboraron un informe que señala que en julio los salarios le ganaron a la inflación. Para el mes de julio el índice RIPTE asciende a $324.997,28, un crecimiento del 7,41% respecto al mes anterior ubicándose por encima de la inflación (6,34%).
Al realizar la comparación de los últimos 12 meses el informe evidencia que los salarios que forman parte del RIPTE aumentaron 118,39%, 4,94 puntos por encima del Índice de Precios al consumidor. Pero todo esto será pura fantasía si la inflación supera los dos dígitos.
Inseguridad en la agenda
Hay otro tema que ingresa en el dilema de Massa candidato-ministro y es el de la inseguridad creciente. Este dato aparece como uno de los de mayor preocupación ciudadana en todas las encuestas. Frente a la "mano dura" que plantea Milei, el gobierno se muestra inactivo. El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, nunca avaló la candidatura de Massa y ahora tampoco da demasiadas muestras de apoyo.
Como reacción inmediata, Massa acudió al diputado Ramiro Gutiérrez que explicó la propuesta en seguridad de Massa donde se plantea un esquema de "Agencia Nacional de Fuerzas Combinadas".

"La idea de este plan consiste en atrapar una situación delictiva aplicando todos los recursos del Estado nacionales, provinciales o municipales. Esto es, una coordinación de todas las fuerzas federales con las policías locales para establecer, mediante la modificación de la ley de seguridad interior,una "zona de riesgo" donde intervenga en casos especiales el comando unificado más todas las agencias del Estado destinadas a mitigar la delincuencia", dijo Gutiérrez a El Cronista.
El problema de Massa es que esta propuesta deberá esperar y la ciudadanía angustiada con los problemas de inseguridad requiere respuestas inmediatas.
Massa estuvo ayer en Tucumán para el relanzamiento de su campaña acompañado por gran parte de los gobernadores del PJ. El lugar elegido por el candidato-ministro no fue casual: la última encuesta de CB consultora revela que en las provincias del Norte es donde Massa tiene menor índice de imagen negativa (45%) frente a las del Sur y el Centro (60 y 72%).
Antes del acto de campaña el ministro Massa firmó convenios con gobernadores para el Norte Grande que tienen que ver con desembolsos para obra pública. Esto es, la ampliación del corredor bioceánico ferroviario y obras de centros de desarrollo infantil, entre otras cosas. A la vez, ya se había anunciado la reducción de impuestos para las pymes y la eliminación de las retenciones a las economías regionales que contempla un beneficio en 17 provincias.
Allí es donde el rol de ministro le sirve a Massa para traccionar votos en las provincias. Es el dilema que en la retórica del propio massismo se plantea "tener un mensaje para sacar a la argentina adelante y no un discurso mirando las encuestas". Pero la tentación de no ver las encuestas es muy fuerte en medio de la campaña.














