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El tercer trimestre del año dejó al desnudo un cambio profundo en el ánimo social de los argentinos. Después de meses en los que la ilusión de un futuro mejor servía de amortiguador ante un presente de caída del poder adquisitivo y parálisis económica, la realidad terminó imponiéndose.
Los datos del último informe Social Mood (estado de ánimo de la sociedad) de la consultora Moiguer son elocuentes: la esperanza cedió, el pesimismo volvió a ganar terreno y los hogares adoptaron una actitud de resguardo que se siente en las calles, en los comercios y en los balances del consumo masivo.
Es la primera vez desde 2023 que el pesimismo supera a la expectativa positiva de futuro.
Del optimismo a la cautela
El estudio de Moiguer identifica con claridad dónde anida ese cambio de humor. El segmento C3 (clase media baja) y el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) son los que más contribuyen a imprimir el tono de la coyuntura. Son, además, los sectores que más padecen la inflación persistente, la informalidad laboral y la dificultad para proyectar ingresos estables.
La marcha del consumo masivo es dispar. Lo vuelve a remarcar el más reciente informe de Scentia, conocido este fin de semana: "Continúa la disparidad sobre los resultados entre los canales que medimos cada mes. La suma de todos ellos mantiene el signo positivo, en este caso alcanza +4,4% contra septiembre 2024 y el acumulado del año sube a +1,8%."
Más del informe de Moiguer:
- El 48% de los consultados se define como "pesimista", un salto de tres puntos porcentuales frente al primer trimestre del año. Pero hay indicadores aún más preocupantes:
- El 46% cree que la inflación "va a empeorar".
- El 42% percibe una "alta probabilidad de crisis económica".
- Y el 40% teme que su estabilidad laboral se deteriore en los próximos meses.
Ese cóctel de desconfianza no solo erosiona las expectativas. También enfría el consumo, el principal motor que sostuvo la actividad en el arranque del año. Según Moiguer, el consumo masivo cayó 1,9% en agosto respecto de julio, y las ventas minoristas de la CAME se desplomaron 24% interanual. La gente compra menos y ahorra más. El 57% de los hogares tiene hoy alguna deuda, y el ahorro se volvió una conducta defensiva más que una estrategia financiera.
Se pueden sumar a este panorama datos que surgen de explorar en profundidad la Encuesta Permanente de Hogares. Es lo que hizo el especialista Leopoldo Tornarolli.
De allí surgió que el 35,9% de los hogares usó ahorros "para vivir" en los tres meses previos a la encuesta. Menos que el 38,4% de un año atrás, pero más que, por ejemplo, el 31,2% de 2023.
También se pudo ver que el 15,1% de los hogares le pidieron dinero a amigos (14,7% un año atrás). Y los hogares que fueron a pedir dinero a bancos saltaron en un año de 11,7% a 12,8%.
El fin del rebote
El freno en el gasto no sorprende a los analistas. Después del "rebote" que siguió al verano -impulsado por un tipo de cambio más estable y cierta mejora del salario real-, la dinámica volvió a cambiar. El dólar retomó su tendencia alcista y los precios no ceden. En ese contexto, el consumo se volvió más racional: menos impulsivo, más selectivo.
Incluso el consumo dolarizado, que en los últimos años funcionó como válvula de escape -viajes, compras en el exterior o importación de productos electrónicos-, muestra señales de enfriamiento. Como resume un participante del estudio: "Comprar afuera ya no es tan barato. Aproveché mientras convenía."
El cambio cultural que anticipa el informe es claro: la idea de "gastar para no perder" deja lugar a la lógica de "ahorrar por las dudas". Es un viraje que tiene implicancias macroeconómicas: menos consumo implica menos actividad, menos recaudación y, en consecuencia, más dificultades para sostener la recuperación.
Pesimismo con nombre y apellido
El malestar tiene geografía y estrato social definidos. En el AMBA, más del 50% de los consultados percibe que su situación económica personal empeoró. En el interior, en cambio, la sensación es algo distinta. "En la Capital están peor", resume un entrevistado de Salta.
Esa diferencia territorial se traduce también en percepciones disímiles sobre la crisis. En las provincias del Norte y la Patagonia, donde la actividad pública y la obra estatal tienen peso, el impacto del ajuste se siente con cierto rezago. Pero en el conurbano bonaerense, donde la informalidad y el empleo precario son la norma, la sensación de inestabilidad se multiplica.
El informe de Moiguer lo sintetiza en una frase: "hasta acá, la esperanza de futuro sostuvo el mal presente. Hoy, con la esperanza en jaque, la ecuación cambia."
La psicología del bolsillo
Las decisiones de consumo, dice la consultora, están cada vez menos guiadas por el deseo y más por la incertidumbre. Los hogares reducen gastos cotidianos, postergan compras importantes y priorizan la cancelación de deudas.
Lo que viene
El Gobierno observa con atención este deterioro del humor social. Aunque las encuestas de aprobación presidencial aún se sostienen en torno al 40%, el termómetro económico empieza a marcar otra cosa: un país cansado, más escéptico y con menor tolerancia a la espera.
De ese equilibrio -entre la paciencia y la resignación- dependerá en buena medida el humor electoral y económico del cierre del año.
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