La relación bilateral entre Argentina y China atraviesa un momento definitorio. Ya no se trata sólo de “baratijas”, los contenedores llegan desde Asia con fábricas y casas prefabricadas, autos eléctricos y maquinaria industrial.
Un estudio reciente de D’Alessio IROL revela una compleja dualidad en la percepción pública argentina, donde el gigante asiático es visto con una mezcla de admiración por su poderío y cautela por su modelo político.
Este análisis se produce justo cuando Argentina muestra uno de los mayores alineamientos a los Estados Unidos de la historia, en coincidencia con la guerra de aranceles que lanzó Donald Trump contra Xi Jinping. Sin embargo, en septiembre, China recuperó su posición como principal socio comercial de Argentina y dejó a Brasil en segundo puesto.
Este liderazgo, es motorizado por las exportaciones de soja -que fueron impulsadas por la eliminación de retenciones- a la par de un flujo récord de importaciones, especialmente en el sector automotriz.

El nexo comercial se complementa con inversiones chinas que superan los u$s 20.000 millones en los últimos 15 años, concentradas en proyectos de infraestructura crítica: desde la modernización ferroviaria y la construcción de represas, hasta el desarrollo de parques solares/eólicos y la extracción de litio.
Alejandra Conconi, directora de la Cámara de Comercio Argentino - China, enfatiza que la “conquista comercial ya está ganada” aunque todavía no ha llegado al "mainstream" en cuanto a impacto cultural.
“Hoy China es el origen de los insumos para el agro, la industria y la manufactura en nuestro país”, explicó a El Cronista. La fluidez en los negocios se impulsa con medidas de facilitación, como la no necesidad de visa para argentinos y la próxima inauguración de vuelos directos en diciembre.
La presentación, ante un selecto grupo de líderes de opinión, se dio en el Huawei Training Center, en Puerto Madero, entre empresarios de China con presencia en el país, entidades financieras y de retail; directivos del ámbito académico y de medios de comunicación.
Entre el amor y la razón
La percepción argentina sobre China es, ante todo, pragmática, definida por cuatro fuerzas en tensión, enumeró Nora D’Alessio.
-Potencia y Liderazgo: Admiración por la capacidad de China de marcar el futuro y su planificación estatal.
-Tecnología y Consumo: La imagen de los productos chinos evoluciona rápidamente. Se desvanece el estigma de la “baja calidad”, y la tecnología china, en particular en movilidad eléctrica y electrodomésticos, se integra cada vez más en los hogares. Solo el rubro textil sigue asociado a lo masivo y económico.

- Modelo Político: Genera la principal distancia emocional. La cautela es más visible entre los votantes de La Libertad Avanza, que exhiben una visión más prudente ante la competencia geopolítica con Estados Unidos y el modelo centralizado.

Salto estratégico
El estudio concluye que, si bien la “imagen racional” de China (poder, crecimiento) está instalada, le falta construir una “conexión emocional”. China impresiona por su poder, pero aún no logra enamorar al ciudadano común.
“La confianza económica persiste, mientras crece una sensibilidad geopolítica que combina utilidad con cautela”, señala el informe.
La comunidad china en Argentina es valorada por su ética laboral y organización, pero se la percibe aún lejana culturalmente. La clave, según los analistas, reside en fortalecer los vínculos humanos, la cooperación local y la transparencia en los acuerdos.
Complementariedad
La relación va más allá de la soja y los vehículos. Conconi destaca que China es un socio verdaderamente complementario, ya que busca productos que la industria argentina considera descartes o subproductos, como menudencias aviares y porcinas, o cáscaras de naranja para la producción de hesperidina entre otros usos medicinales.

En este escenario de reconfiguración global, el sector privado ve oportunidades claras. El Decreto 49/2025, que habilita la importación sin aranceles de vehículos electrificados, subraya el rol de las automotrices chinas como líderes en precio e innovación, impulsando la transición energética en el país.
Para superar la “distancia emocional”, el desafío de China es claro: transformar su imagen de una potencia distante a la de un socio cercano que une innovación con humanidad, logrando que su presencia pase de ser un dato estadístico a una parte integral y confiable de la vida cotidiana argentina.
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