

La promesa de bajar impuestos fue uno de los ejes principales de la campaña presidencial de Javier Milei, quien reiteró en varias oportunidades su intención de aliviar la carga fiscal y dar respuesta a un reclamo histórico, tanto de empresarios como de consumidores, sin poner en jaque la solvencia del Estado.
Sin embargo, el cómo saldar esta discusión -que no es nueva en el país- sigue siendo una asignatura pendiente.
El gobierno libertario avanzó con distintas medidas orientadas a reducir tributos, como la decisión de no prorrogar el Impuesto PAIS o la baja temporal de las retenciones al agro, y ya piensa en otras más ambiciosas, como el IVA Simple. No obstante, en lo que respecta al consumo, Argentina continúa siendo uno de los países con mayor carga impositiva a nivel mundial.
En las góndolas, se percibe con fuerza el impacto de los impuestos municipales, provinciales y nacionales, que terminan representando un porcentaje significativo del precio final de cada producto.
Un informe de una consultora Focus Market midió este fenómeno, que afecta tanto a productos básicos de la canasta alimentaria como a bienes durables, indumentaria, calzado y vehículos, y se planteó qué pasaría si se adoptará un sistema tributario más simple, transparente y menos distorsivo.
"En muchos casos, más de la mitad del precio corresponde a tributos, distorsionando los precios relativos y desalentando el consumo. La presión tributaria no solo encarece, sino que también fragmenta y vuelve opaco el sistema de precios", detalló Damián Di Pace, director de la consultora.

¿Cuánto bajarían los precios si se redujera sustancialmente la presión fiscal?
Para medir el impacto real de una reducción impositiva en los precios, Focus Market tomó como ejemplo productos concretos y trazó una simulación.
"A partir del precio final que paga hoy un consumidor en Argentina, estimamos cuánta carga impositiva está embebida en ese valor. Luego, calculamos cuánto costaría ese mismo producto sin impuestos, y finalmente, le aplicamos una nueva estructura tributaria más liviana, que elimina tributos como Ingresos Brutos y el impuesto al débito y crédito, reduce el IVA a la mitad y fija Ganancias en un 20%" explicaron.
El resultado, destacaron, no pretende ser exacto al centavo, pero sí representativo del orden de magnitud que podría implicar un alivio fiscal bien orientado.
Cómo impactan los impuestos en el costo de los alimentos

- Un litro de leche, que hoy cuesta alrededor de $ 2650, tiene una carga impositiva cercana al 24%. Aplicando la nueva estructura impositiva, ese porcentaje se reduciría a poco más del 11%, y el precio bajaría a $ 2232.
- Lo mismo ocurre con el pan (de $ 1700 a $ 1470 por kilo), los fideos (de $ 1571 a $ 1323 por medio kilo) o la carne vacuna, que en el caso del peceto podría pasar de $ 12.999 a $ 10.761 por kilo.
- En todos los casos, el recorte impositivo representa una mejora directa y visible para el bolsillo. Y aunque los márgenes pueden variar según la cadena de valor, la diferencia es clara: cuando los impuestos bajan, los precios también.
"La preocupación por la carga fiscal no es solo un tema técnico; también es una advertencia constante del sector privado. Las principales cadenas de supermercados vienen alertando sobre el avance de nuevos tributos provinciales y municipales que, lejos de moderarse, se han intensificado en los últimos meses", indican los especialistas.
Aumentos que superan la inflación, creación de tasas sin contraprestación y el uso de impuestos como Ingresos Brutos o la Tasa de Seguridad e Higiene con fines recaudatorios son solo algunos de los reclamos más frecuentes.
"Estas distorsiones no solo encarecen los productos de la canasta básica, sino que también neutralizan los esfuerzos del gobierno nacional por reducir la inflación y recuperar el poder de compra", indicó Damián Di Pace.
El reclamo no se limita a las góndolas: también alcanza al crédito al consumo. Desde el sector mayorista se advirtió que, en algunos casos, casi la mitad del monto de un préstamo personal se va en impuestos, lo que reduce notablemente el acceso al financiamiento para millones de personas.
Por ello, las entidades del comercio vienen pidiendo que provincias y municipios se sumen a un esquema de transparencia fiscal y alivio impositivo. "La discusión ya no es ideológica: se trata de corregir una estructura de costos que hoy condiciona tanto a las empresas como a las familias", remarca Focus Market.
Cómo impactan los impuestos en el costo de los alimentos

- En el rubro indumentaria los resultados son aún más contundentes. Una prenda nacional que hoy cuesta $ 30.000 podría bajar a poco más de $ 19.000.
- En el caso de indumentaria importada, donde se acumulan derechos de importación, IVA, percepción de Ganancias y demás tributos, el impacto es aún mayor: de $ 70.000 podría reducirse a $56.806.
- El mismo patrón se repite en el calzado: el nacional pasaría de $ 115.000 a unos $ 96.983, mientras que el importado, con una presión fiscal actual cercana al 54%, caería de $ 200.000 a poco más de $ 162.105.
"La presión fiscal sobre el consumo, especialmente en productos importados, no solo encarece el acceso a bienes básicos, sino que también distorsiona la competencia en el mercado local. La discusión de fondo no es si deben existir impuestos, porque sin duda deben, sino qué tan razonables son sus niveles actuales y cuánto margen queda para alivianarlos sin comprometer las cuentas públicas", explicó Di Pace.
Cómo impactan los impuestos en el costo de los automóviles

Por último, la consultora puso el foco en un un producto que sintetiza la carga impositiva argentina: el automóvil. "Ya sea nacional o importado, cero kilómetro o usado, el peso de los tributos en su precio final es altísimo. No se trata solo del IVA, sino también de impuestos internos, tasas específicas, Ingresos Brutos y retenciones indirectas en la cadena productiva", señalan.
Como ejemplo, Focus Market tomó un modelo de gama media cuyo valor en concesionaria ronda los $ 31.087.000. Más del 54% de ese precio corresponde a impuestos.
Aplicando la misma metodología utilizada en los otros casos, ese vehículo podría costar $ 18.973.000. En otras palabras, una reducción del 39% en el precio final. "La rebaja no solo sería significativa, sino que también tendría efectos colaterales positivos: activaría la demanda, reduciría el costo de reposición y mejoraría el acceso al crédito para miles de consumidores hoy excluidos del mercado", apuntaron.
El sector, que ya fue objeto de algunos ajustes impositivos, sigue asfixiado por una estructura fiscal pesada, con buena parte del costo final vinculado a impuestos de diferente jurisdicción.
"En un país donde el auto cumple una función clave, no solo como bien de consumo sino también como herramienta de trabajo, este es otro ejemplo donde una reforma impositiva sería más que un gesto económico: podría implicar un cambio concreto en el día a día de millones de personas", aseguró Di Pace.
"En definitiva, una reforma fiscal inteligente no solo aliviaría el bolsillo, sino que también puede convertirse en una palanca concreta para el crecimiento económico y la mejora del bienestar", concluyó.













