

Llegó la hora de admitir que tal vez sea culpa nuestra. Algo huele definitivamente mal en la sociedad argentina como para que, la Presidenta primero y el Jefe del Gabinete Nacional después, se burlen de los argentinos de esa manera. A Cristina no le importa en absoluto el rigor estadístico pero tampoco el criterio simple de cualquier ciudadano que sabe, con solo caminar las calles de este país, que la pobreza no está ni remotamente "por debajo del 5%". Y es evidente que a Aníbal Fernández ya tampoco le importa lo que piensen sus compatriotas cuando declara, con patetismo militante, que la pobreza hoy es más grave en Alemania que en la Argentina.
Es que el método les ha dado resultado. Cristina, Aníbal, Capitanich, Moreno y tantos otros entendieron que la mentira no tiene demasiados costos. Les ha ido bien manipulando los índices de la inflación y por eso lo replicaron luego con el crecimiento, las paritarias y ahora con la pobreza. En definitiva, la imagen presidencial no está tan deteriorada y el candidato del kirchnerismo, Daniel Scioli, compite con buenas chances de llegar a la Casa Rosada.
Alemania es la primera potencia de Europa, con cifras de crecimiento, riqueza per cápita, empleo y desarrollo social, industrial y tecnológico que envidia la mayoría del planeta. Que un funcionario pretenda hacernos creer que es un país más pobre que la Argentina demuestra el nivel de degradación en el que estamos y del que debemos salir cuanto antes con honestidad, autocrítica y con convicciones.













