ANÁLISIS

Unas elecciones en manos de los desencantados

Hay una certeza que habitualmente se soslaya en el análisis electoral: al votante no le gusta cambiar de opinión, lo último que quiere hacer es reconocer que se equivocó. Si uno analiza todos los procesos electorales en el mundo, llegaría a la conclusión de que la mayoría de los votantes no suele cambiar de opinión entre elección y elección.

Por ello, más allá de observar las cosas que suceden por el lado de la oferta electoral (alianzas, candidaturas, etcétera), se vuelve central prestar atención a lo que sucede por el lado de la demanda, donde no se suelen ver cambios drásticos entre elección y elección, pero donde los pequeños cambios pueden ser decisivos. Con este enfoque puesto en la demanda, podemos afirmar que hay bastante evidencia para sostener que la estratégica elección en la Provincia de Buenos Aires, la terminarán definiendo los votantes desencantados del oficialismo. Analicemos...

Probablemente los votos residuales por derecha o por izquierda seguirán estando presentes en terreno bonaerense. La Izquierda suele sacar más votos en las legislativas que en las ejecutivas, veremos si eso sucede y si ello socaba la base de apoyos del Frente de Todos. Mientras que en el caso de la Derecha (José Luis Espert, el Frente NOS, etcétera) pareciera estar registrándose un crecimiento del caudal electoral de 2019 (3%). Sin embargo, un crecimiento que enfrentará el riesgo, entre PASO y generales, que buena parte de esos votantes prefieran migrar hacia opciones más competitivas para lograr lo que para ellos pareciera ser prioritario: que el Frente de Todos pierda la elección.

Por el lado de Juntos por el Cambio (obtuvo 36% en 2019), es difícil prever que pierda parte de ese caudal electoral. Los resultados de gestión del Frente de Todos (en materia económica, sanitaria, inseguridad, etc.) parecen más tendientes a confirmar la decisión de 2019, que a hacerlos dudar. La pregunta es si este espacio puede mejorar su caudal electoral. La clave para ello pareciera estar en poder recoger todo el apoyo de votantes no oficialistas que lo consideren el mejor vehículo para provocar una derrota al oficialismo (voto útil anti-Gobierno). Por ello, la preservación de la PASO en el calendario se volvió un recurso estratégico. ¿Le alcanzará?

Por el lado del Frente de Todos es donde se advierte que podrían producirse los cambios más significativos. En nuestros últimos estudios hemos venido registrando un nivel de desencantados (votantes oficialistas, que hoy votarían otra fuerza) que han venido creciendo y acercándose al 20%. Adicionalmente hay un 15% de los votantes del Frente de Todos que se manifiesta indeciso, dando señales que aún no hay convencimiento de volver a elegir el Frente de Todos. Estos síntomas advierten que es altamente probable que el Frente de Todos pierda parte del caudal recogido en 2019.

¿Qué nos dice esta demoscopia electoral? Que por su volumen, los votantes indecisos y desencantados del oficialismo son el segmento de votantes "sueltos" más numeroso del escenario, y que entender qué pudieran finalmente hacer estos votantes, es entender hacia dónde va la dinámica electoral. En este sentido, el análisis de las alternativas al desencanto se vuelve relevante para apreciar la dinámica, porque si estos votantes no observan alternativas seductoras al oficialismo, podrían terminar concluyendo que reincidir en el sentido de su voto es lo menos malo.

Por ello, la estrategia dominante del oficialismo pareciera bien clara: hay que desalentar las alternativas. Allí se destacan dos acciones: sostener que "Juntos por el Cambio es Mauricio Macri", adscribiéndole a su principal competidor la identidad que tanto rechazo generó entre sus votantes en 2019; y acusar a cualquier alternativa peronista no oficialista favorecer el triunfo de Macri.

Con respecto al primer punto, el antídoto de Junto por el Cambio frente a esa estrategia debería ser producir un gesto de diferenciación con la figura de Macri que le permita representar algo distinto a lo que Juntos por el Cambio representó entre 2015-2019. Renovar su identificación con una idea de cambio positivo (no el cambio frustrado de 2015-2019). Pero no pareciera que ello estuviera sucediendo. En parte porque los liderazgos de reemplazo no se imponen, en parte porque el propio Macri pareciera no entender que su figura le resta competitividad a su espacio.

Con respecto al segundo punto, el riesgo de que se constituya una oferta electoral peronista no oficialista en la elección bonaerense como válvula de escape más atractiva para estos votantes desencantados del oficialismo, pareciera estar presente en el escenario. Y es un riesgo porque más del 50% de los votantes indecisos y desencantados del oficialismo, muestran efectivamente más predisposición de votar una oferta peronista alternativa, que votar a una opción de derecha o a Juntos por el Cambio.

¿Este riesgo para el oficialismo, de que se pueda recrear algo de lo que entre el 2013-2017 representó Sergio Massa en la provincia, es también un riesgo para Juntos por el Cambio? No, si Junto por el Cambio logra presentar una oferta electoral que exprese una autocrítica respecto del fracaso de Macri y que ello facilite la seducción de aquellos votantes que buscaron un cambio en 2019. Pero sí sería un riesgo, si el liderazgo de Macri contamina de pasado frustrado la oferta electoral, y su posibilidad de volver a representar un cambio. El desencanto con Macri de algunos votantes opositores podría hacerlos buscar otras alternativas.

En definitiva, la determinación de la oferta electoral definirá cuáles son las alternativas. Pero el resultado de la elección bonaerense parece estar cada vez más en manos de los desencantados del Gobierno. Y en saber si estos votantes encontrarán alguna alternativa seductora para el desencanto, o si preferirán finalmente ratificar el apoyo dado en 2019 esperando los resultados que hasta aquí no han aparecido.

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