ANÁLISIS

Un acuerdo que alivia, pero que no entusiasma

Finalmente hubo humo blanco, se evitó el default y se llagó a un acuerdo preliminar con el FMI. Este tiene elementos muy positivos en tanto busca una reducción gradual del déficit fiscal, un aumento de las reservas de u$s 5000 millones, un límite al financiamiento del Banco Central al Tesoro y pasar a tasas de interés que estén por encima de la inflación.

Pero por ahora poco se sabe de la letra chica, que en última instancia es lo que nos va a permitir evaluar si es realista que se cumplan las metas. En particular, todavía no sabemos cuánto aumentarán las tarifas sin las cuales es impensable reducir el déficit fiscal, que inflación habrá en el programa o cuánto se espera que sea la emisión monetaria.

Habrá diez revisiones trimestrales en las que se van a monitorear las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas. Históricamente esos son momentos tensos y seguramente rememoren los días agitados de los años 80', cuando las revisiones trimestrales eran una fuente de angustia y de tensión interna dentro del gobierno

Para entender lo que puede venir vale la pena viajar al pasado en el túnel del tiempo y leer el reciente libro de Juan Carlos Torre "Diario de Una Temporada en el Quinto Piso" (del Ministerio de economía).

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Como entonces, serán días difíciles para la coalición del Frente de Todos. Torre nos recuerda como el gobierno radical día a día veía frustrados sus deseos de subir los salarios y las jubilaciones por falta de financiamiento y como las subas de tarifas y del tipo de cambio, que eran inevitables, atentaban contra los esfuerzos de controlar la inflación. 

Los viajes agónicos a Washington del equipo económico cada trimestre para destrabar los desembolsos y evitar entrar en atrasos. Las llamadas desesperadas al Tesoro cuando la negociación se empantanaba. No serán Sourrouille y Ferrán, serán Guzmán y Cubeddú. Mismos problemas, diferentes personajes.

En los primeros minutos de lo que va a ser un largo partido, el Gobierno parece haber salido airoso y hasta haber sacado una pequeña ventaja. Manejó los tiempos con la amenaza de entrar en atrasos el viernes pasado, y logró una reducción del déficit fiscal muy gradual dejándole el peso del ajuste al próximo gobierno. Además, Argentina se asegura desembolsos netos por unos u$s 4000 millones con lo que recupera los DEG con los que le pagó al FMI en septiembre y diciembre y de esa forma va a fortalecer las reservas.

También viene ganando el Gobierno en lo comunicacional, porque pareciera que el ministro Guzmán convenció en su presentación de que no hay ajuste, aunque parece difícil pensar que todo sea a cambio de nada y que el programa sea indoloro. Pero más allá de las apariencias el panorama sigue luciendo complejo.

Veamos cómo puede seguir el partido. Tanto el Fondo como el Tesoro de los Estados Unidos siempre hablaron de un programa económico integral, que incluya no sólo lo fiscal, sino también lo monetario, lo cambiario, el cepo y la liberación de las importaciones, la deuda, la inflación y tantas otras yerbas. Ese programa no parece que vaya a ser el programa que veremos, aunque seguramente habrá más condicionalidad de lo que anunció el gobierno.

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De lo que presentó Guzmán surgen dudas. Se sabe que el déficit fiscal se va a bajar a 2,5% del PBI con un ajuste del 0,6% del PBI, que no está claro es cómo se va a hacer. Si las tarifas suben sólo 20% no alcanza para reducir subsidios. Si baja la inflación sube el gasto en jubilaciones y pensiones

Además, el impuesto a la riqueza fue por una sola vez, recaudó 0,5% del PBI y este año no está, y el gas licuado que hay que importar cuesta 6 veces más que el año pasado. A menos que venga David Copperfield parece que hay un problema.

Se habló también de tasas de interés reales positivas (o sea que sean mayores que la inflación), y como en muchos otros temas el diablo está en los detalles. Por ejemplo, cuál de las tasas es la más relevante, la de plazo fijos que están en 38%, la de Leliq que está 40% o la de política monetaria (léase la tasa de pases a un día) que está en 32% o cuál. 

También habrá que definir qué inflación se usa, si es la de un presupuesto que no que se conoce, la proyectada por el REM que ronda el 4% mensual o cual. Si tomamos la del REM los plazos fijos podrían llegar a niveles al 50% anual. ¿Lo hará el Banco Central?

Tampoco queda claro cómo se va a revertir la dinámica actual para que el Banco Central acumule u$s 5000 millones. La pérdida de reservas que se viene dando mes a mes está explicada en gran parte por la política cambiaria que hoy se refleja en una brecha de alrededor de 100%. 

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¿Se pueden acumular reservas mientras persista semejante brecha? Es cierto, va a venir dinero fresco del FMI, pero eso no se cuenta. Podrá venir algo de multilaterales o de algún "socio", pero hay que ver cuánto viene y si esa plata no termina escapándose por el MULC. Otros de los temas que espera la letra chica.

En cuanto al mercado, la reacción al acuerdo fue positiva, y refleja el alivio de que Argentina sigue dentro "del mundo financiero". Sin embargo, estuvo lejos de reflejar euforia o un cambio de expectativas respecto de lo que puede pasar en el futuro cercano. 

Fue más alivio que entusiasmo, y prevalecen las preocupaciones de lo que puede pasar con la brecha cambiaria (que sigue muy alta), con el riesgo país (que cedió muy poco), y con cierto escepticismo respecto del cumplimiento de las metas que finalmente se acuerden. Las actitudes de los sectores más radicalizados del gobierno, que no dan el apoyo al programa, también contribuyen a la desconfianza.

En resumen, este es un acuerdo light, que no va a fondo para resolver los problemas, sino que busca que el gobierno actual pueda terminar su mandato sin que descarrilen la inflación, ni el tipo de cambio, ni que se entre en default. No parece que vaya a ser el acuerdo que busque el programa integral que mencionaron el FMI y el Tesoro de EE.UU. Para eso, habrá que esperar al próximo gobierno.

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