

Cristina se siente cómoda confrontando con los Estados Unidos. Es la Presidenta de peor relación con Barack Obama en la región. Siente que esta pelea revitaliza sus rasgos adolescentes. Braden o Perón. Patria o Buitres. Denuncia en la Corte Internacional de La Haya. Ley antiterrorista para la imprenta Donnelly. Qué venga el Principito. Le presentaremos batalla. Los argentinos ya sabemos de memoria como terminan estas aventuras.
Afloran los desencuentros. El del Gobierno contra los empresarios y contra los banqueros. El de los kirchneristas con los opositores. La ley de abastecimiento es el big stick para los funcionarios K y tobogán hacia el chavismo para los hombres de negocios.
Mientras tanto, bajo la superficie de la tormenta de palabras, transcurre la Argentina real. La del 38% de inflación anual. La del déficit galopante y la producción congelada. La de las fábricas que cierran y la de los puestos de trabajo que se esfuman. En las colas para conseguir empleo nadie conoce al buitre Paul Singer ni al juez Thomas Griesa. Sólo hay preocupación verdadera por lo que viene. Porque la energía está concentrada en estrategias inventadas por las noches y no en las urgencias de cada madrugada.













