Soja HB4: un ejemplo exitoso de la ciencia nacional
Con la aprobación por parte de la República Popular China de la soja HB4 resistente a la sequía, y de parte de Australia y Nueva Zelandia del Trigo HB4 de similar característica, se confirman tres conceptos que son parte central de la política que en materia de Ciencia y Tecnología promueve el actual gobierno.
El primero de ellos es la importancia de sostener e incrementar la inversión pública en Ciencia y Tecnología; el segundo es trabajar para que los avances en el conocimiento se transformen en desarrollos tecnológicos que permitan que se modifique la matriz productiva y de las exportaciones, al mismo tiempo que se atienden los principales problemas de nuestra población. Por último, se fortalece la necesidad de fomentar la articulación público-privada en materia de Ciencia y Tecnología en particular.
En efecto, el desarrollo del gen HB4 es producto del trabajo de un equipo de investigadoras e investigadores del CONICET y la Universidad Nacional del Litoral (UNL), liderados por la Dra. Raquel Chan, que trabajan en alianza con la empresa argentina de biotecnología Bioceres. Con la decisión china sumada a la de Estados Unidos (agosto 2019), Brasil (mayo 2019), Paraguay (2019) y Canadá (2021), ya un 85% del mercado de países productores de soja aprobaron esta variedad de origen argentino que permite incrementar el rendimiento en zonas con menos disponibilidad de agua.
Pero para explicar cómo hemos llegado a este logro, es necesario retrotraernos a fines de los '90 cuando el grupo de investigación del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (CONICET-UNL) liderado por la Dra. Chan, descubrió el gen que le otorga al girasol su capacidad de tolerar la sequía. Posteriormente, la empresa Bioceres comenzó a desarrollar la tecnología junto al equipo de la Dra. Chan para incorporar este gen a las semillas de soja y trigo e imprimirles la misma característica. En el año 2012 se creó la primera tecnología transgénica desarrollada íntegramente en Argentina: la HB4, y en 2016 se presentó el pedido de autorización a China, aprobado la semana pasada.
Es decir que para llegar a que el 85% de los países productores de soja aprueben el uso de una tecnología generada desde la Argentina, y sobre todo desde la investigación científica pública, que hace frente a uno de los principales desafíos de la historia de la humanidad como la crisis hídrica, hizo falta que el respaldo a este desarrollo fuera una política de Estado que excediera las decisiones coyunturales de los gobiernos de turno.
Esto demuestra que es imprescindible que las políticas de fomento a la Ciencia y la Tecnología tengan continuidad en el tiempo. No podemos volver a políticas que degradaron el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y redujeron su presupuesto nacional del 0,37 % del PBI, que se había alcanzado en el 2015, al 0,22% en el 2019. El talento argentino, expresado en el calificado trabajo de nuestras investigadoras e investigadores, exige de estrategias que valoren y den continuidad y posibilidades de expansión a su potencial.
Nosotros sabemos que hay muchas formas de crecer, pero creemos que sólo aquella que se proponga hacerlo en base al desarrollo de las capacidades nacionales, como agregar valor a partir del aporte del trabajo calificado de nuestras y nuestros científicos, y de la incorporación de avances en este área de producción local, permitirá, al mismo tiempo, generar mejores condiciones de vida para todas y todos los argentinos, y crecientes niveles de autonomía en la toma de decisiones como nación soberana.
En ese marco, el compromiso asumido por nuestro gobierno e incluido específicamente en el acuerdo con el FMI, de cumplimiento de la Ley de Financiamiento de la Ciencia y la Tecnología, aprobada por unanimidad en 2021, permitirá multiplicar por cuatro la inversión pública en los próximos años y, consecuentemente, permitirá multiplicar también el desarrollo de productos tecnológicos sustentables que, como el HB4, fomenten el ingreso de divisas que permitan romper las restricciones externas y adquirir los insumos necesarios para impulsar nuevas y mejores producciones nacionales.
Estamos viviendo hoy nuevamente un tiempo de inversión creciente. Esta inversión debe fijar prioridades a corto, mediano y largo plazo. No sólo prioridades nacionales, también es necesario hacer un enorme esfuerzo por federalizar la ciencia que hoy está concentrada en más de un 80% en la región central y metropolitana. Por ello estamos proponiendo el debate del Plan Argentino de Ciencia y Tecnología entre todos los sectores involucrados. Es imprescindible alcanzar consensos que nos permitan construir sólidas políticas de Estado. Además, esta continuidad nos posibilitará no sólo incrementar la inversión pública, sino también mayor inversión privada a través de mecanismos como los que implementa la Ley de Economía del Conocimiento. Junto con los ministerios de Economía y Desarrollo Productivo estamos trabajando fuertemente en esta dirección generando también nuevos mecanismos de articulación entre lo público y lo privado.
La nueva coyuntura internacional y la salida de la pandemia proporcionan nuevas oportunidades para nuestro país. Los datos muestran que la Economía del Conocimiento es el sector que más ha crecido y generado puestos de trabajo calificado en este último tiempo. Muchas de las oportunidades que se nos presentan están sustentadas en la capacidad de agregar valor a partir de la calidad del trabajo y de la incorporación de la innovación a la producción de las y los argentinos. La experiencia del HB4 marca un camino que debemos desplegar en toda su potencialidad para asegurar que el modelo de crecimiento nos permita construir una sociedad más integrada con trabajo y condiciones de vida digna para todas y todos.
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