Uno de los factores que le permitió a Javier Milei ser el triunfador indiscutido de la elección de octubre fue la moderación. El estilo agresivo que caracterizaba sus discursos, así como esa permanente vocación por confrontar a sus críticos, prácticamente desaparecieron en la campaña. El Presidente no cambió, pero aceptó que ese nuevo perfil le iba a dar mejores resultados. Y lo consiguió. El bilardismo también funciona en el terreno electoral.
Sin embargo, Milei espera la llegada de algún recreo que le permita demostrar que, a la hora de hablar de economía, su pensamiento sigue intacto. Eso ocurrió el miércoles por la noche, durante su presentación por segundo año consecutivo en el cierre del Encuentro de los Líderes, evento realizado por El Cronista y la revista Apertura.
A lo largo de 90 minutos, el jefe de Estado defendió, con numerosos fundamentos teóricos, las decisiones que lleva adelante su equipo económico (representado por el propio ministro Luis Caputo y el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, entre otros) sobre el nivel que tiene el tipo de cambio real, la conveniencia del régimen de bandas cambiarias y la justificación del actual formato de acumulación de reservas.
Sin hacer nombres ni hablar de “mandriles”, fue deteniéndose en las críticas y dando sus razones. A su manera, apuntó con ironías y situaciones reales a algunos de sus antagonistas, como cuando cuestionó al consultor que hizo quebrar a una gran empresa por su recomendación a que esperara un salto cambiario que nunca llegó. “¡Déjenme pasar alguna, soy Milei”!, dijo entre risas, asumiendo la transgresión a su nuevo perfil casi como una travesura, mientras su hermana Karina lo escuchaba desde la primera fila.

Aunque el Presidente aceptó que lo llamen dogmático por algunas de sus posturas académicas, en lo económico volvió a mostrarse pragmático. “No me puedo enojar con los argentinos porque guían sus expectativas según el valor del dólar”, argumentó. “Me eligieron para resolver un problema y es lo que vamos a hacer”, sentenció.
Las conversaciones con varios de los CEO que participaron en el Encuentro también sobrevolaron esta encrucijada, aunque con otros matices. Si hay un pragmatismo cambiario o monetario que es válido, y que lleva a que no sea tiempo de levantar restricciones al giro de dólares o que no se acumulen reservas hasta que la demanda de dinero no permita darle más velocidad a ese proceso, también podría adoptarse esa mecánica en otros frentes.
La mirada de los empresarios está puesta en la acelerada dinámica competitiva que habilitó el proceso de apertura y baja de aranceles. Hay una reconversión deseada y esperada, pero con financiamiento escaso, costos altos y un exceso de stocks que se vienen convirtiendo en un lastre para sus ingresos. “La importación de autos eléctricos es una gran iniciativa, impulsa a toda una cadena de valor a competir, pero tiene cupos”, resumió el titular de una multinacional.
Hay entusiasmo por lo que viene, con expectativa por las reformas y las chances de mejoras que habilita el nuevo Congreso. Pero también preguntas sobre si Milei le dará espacio al pragmatismo en otros frentes.
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