Los zigzags de Cristina, más el peligro del barrilete sin cola que busca remontar Massa
Jubilados y derechos humanos. No sólo fue un hecho aislado, sino que estos dos temas más que visibles por lo emblemáticos son los que han quedado fijados en las últimas 48 horas "en letras de molde" como parte de la lápida que los manotones de ahogado del kirchnerismo se está colocando solito encima, antes de que el presidente Alberto Fernández consiga terminar, como lo ha dicho, con su ciclo de 20 años. Por necesidades electorales de alta estrategia, dirán algunos o por un natural cansancio neuronal de conducción, opinarán los más negativos, lo cierto es que el kirchnerismo acaba de tirar por la borda dos de sus banderas más apreciadas. Lo peor de todo para el juego K del disimulo eterno es que esta vez el doble derrape se notó demasiado.
Quizás agobiada por la cuestión judicial, alud que no puede frenar por pruebas que no se pueden torcer, en ambos temas tan críticos los reflejos de Cristina Kirchner han resultado tardíos y la han dejado expuesta. El jueves pasado, ella exponía ante una decena de ex dirigentes extranjeros bajo el paraguas de otro de los tics a los que es afecta, el de la victimización, y decía: "Se encarnizan conmigo por lo que hicimos. Nos persiguen porque igualamos a la sociedad, el derecho de los trabajadores a participar equitativamente en lo que producen". También explicaba que el lawfare era "la criminalización de la política", pero no de toda la política, sino de la que privilegia "la distribución del ingreso y la movilidad social ascendente para que nuestras sociedades no queden cristalizadas entre ricos y pobres".
Lo patético del caso fue que, en simultáneo con esa defensa de la sociedad igualitaria, el ministro de Economía, Sergio Massa salió a anunciar, camuflado entre los 113 organismos del Estado que son poseedores de bonos en dólares, el manotazo a los títulos en esa moneda que, en ejercicio de una sana diversificación, conserva todavía el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSeS, administradora de los fondos de los jubilados, un sector no demasiado rico por cierto.
Si hay un segmento al que el kirchnerismo en general no le presta mayor atención, más allá de las declaraciones rimbombantes, es al de los jubilados. Salvo los de "la mínima", los de las moratorias para sumar pasajeros al barco de los que pusieron toda la vida (la última de 800 mil personas fue cuestionada por el FMI porque no hay recursos genuinos y la decisión le pega al déficit) y todos los planes sociales asociados a esa retribución, clientela natural K, el resto de los jubilados ha quedado en el último año por debajo de la inflación. "Los mayores de 65 años ya no los votan" admiten los consultores, lo que explicaría el desdén kirchnerista. Hace unos años, el primer misil fue haber estatizado los depósitos privados en las AFJP, con Massa como primer antecedente, Amado Boudou como abanderado y Diego Bossio como su sucesor.
Justamente, este último, hoy alejado del kirchnerismo, fue enfático aún sin haber leído los Decretos de pesificación: "Las cosas convienen o no y esto no le conviene a los jubilados", señaló. Pero fue más allá: "Cristina no me lo hubiera permitido, bajo ningún punto de vista", añadió. "¿Y los jubilados?", se preguntaba Bossio: "Con los bonos de remate, imaginen a un pobre jubilado que gana la mínima, que trabajó toda su vida, que ha perdido poder adquisitivo y que además escucha que lo que respalda su jubilación pasa de dólares a pesos, escucha hablar de devaluación y que el Banco Central permanentemente está perdiendo divisas...". Pese a todo, Massa señaló que la vicepresidenta estaba "de acuerdo" con la operación, algo que no se condice para nada con aquellas manifestaciones sobre ricos y pobres. Quizás por eso el silencio táctico.
Técnicamente, la operación de Massa apunta a dos objetivos y ambos están relacionados, según el ministro, con "el sistema de precios", su gran talón de Aquiles junto a la pérdida recurrente de Reservas: a) a la necesidad de intervenir en el mercado de contado con liqui para que no haya un número cuatro al comienzo de la cotización, lo que él define como "control centralizado" y b) la absorción como método para financiar al Tesoro, retirando pesos del mercado.
Más allá del FGS, la operación efectivamente será ruinosa para el Estado, ya que la tasa implícita en el remate podría ser de hasta 45% anual. La lógica de los mercados es que si hay quien pierde es porque otros ganan y ellos serán quienes estén dispuestos a arriesgar sus dólares con una zanahoria de este calibre. No casualmente Máximo Kirchner dijo que "nosotros estamos más interesados en rescatar a la gente que a los bancos". Pero, además, el lío interno fue bastante ruidoso y estuvo agrandado por los dichos de Cristina, que iba para un lado en su discurso cuando Massa apuntaba para el otro, pero también por las declaraciones de los socios más a la izquierda del FdeT (Vilma Ibarra, Claudio Lozano) que se oponen a darle tremendo negocio al sector financiero. Hasta el Papa pareció hablar a la distancia al respecto: "se puede dialogar con la economía, pero no con las finanzas", dijo.
Lo más grave fue que, en primera instancia, algunos estamentos técnicos de la ANSeS se opusieron a tocar los bonos en dólares y dejar a los jubilados cubiertos en moneda débil, aunque los nuevos títulos en pesos es verdad que tienen una cláusula de indexación, con ajuste por devaluación o inflación. El organismo, que al igual que el PAMI está copado por La Cámpora, mueve cajas millonarias y sus delegaciones en todo el país sirven de unidades básicas informales. Desde Economía hubo que explicarles que finalmente el FGS iba a ganar en el canje U$S 2 mil millones de dólares, lo que convierte -más allá de la eventual tasa implícita en la operación- el tema previsional en un tema fiscal y traerá otros coletazos.
Otro lastre que se observa es el lugar de litigio si los Bonos Globales finalmente no se pagan: será Nueva York, bajo ley de los EEUU. El default de cualquier otro bono se resolverá en los Tribunales locales por lo que el cambio desprotege a los jubilados también en ese aspecto. Será imposible que el caso no se judicialice. Massa planteó como algo supuestamente salomónico una auditoría de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA: "tenemos la certeza de que es beneficioso, pero si nos dicen que no, la ANSeS no intervendrá en el canje", aseguró sobre todo para bajar la espuma de los propios, más que la de los jubilados que casi no reaccionaron.
Las dinámicas de los barriletes sin cola son aleccionadoras, pero no se sabe si el ministro las ha tomado en cuenta. La que primero llega a la mente es la que se vivió al final de la Convertibilidad con el dominó fatal del corralito, la falta de pesos en la calle, la consecuente parálisis del crédito y del comercio, la bronca de la gente, el ataque a los bancos, etc. etc. A cada medida que tomaban De la Rúa-Cavallo en diciembre de 2001 para reponer la ficha caída se le abría de inmediato un rumbo por otro lado que llevaba a otro parche y éste a otro y luego a otro, hasta el conocido final.
El peligro sicológico de una movida así es grande, ya que pesificar los bonos en dólares trae a la memoria también a Eduardo Duhalde y a todo el proceso de prueba y error de Jorge Remes Lenicov. Lo notable del caso es que para dar "certidumbre" Massa y su equipo ponen en práctica una medida de incertidumbre lisa y llana y es así que el final queda condicionado. En el mejor de los casos, la manipulación del CCL durará hasta que haya con qué intervenir y luego se verá si aparecen otros conejos dentro de la galera. Al respecto, habrá quienes piensen lícitamente lo que hasta ahora no se habían planteado sobre el sistema financiero: ¿cómo puede seguir esto con los depósitos en dólares?
El caso de los derechos humanos vs la política partidaria afloró el viernes pasado y mostró un divorcio monumental, como nunca sucedió antes, entre la fecha de recordación del 24 de marzo y las necesidades políticas de Cristina Kirchner. La Titular de Abuelas, Estela de Carlotto había advertido que no se debía "mezclar" el reclamo del Día de la Memoria con la situación judicial de la vicepresidenta, ni mucho menos con cuestiones de campaña, pero La Cámpora apenas le prestó atención al pedido y marchó con lo electoral como primera consigna. "Cristina Presidenta" decía un pasacalle de la Agrupación del "Cuervo" Larroque, mientras que hubo mucho de subliminal en algunas pancartas mostrando a la vice sin mayores referencias.
En tanto, en la Plaza de Mayo, la izquierda se quejó de la "banalización electoral" por parte del kirchnerismo, algo que sucedió desde el minuto uno con la aparición del hijo de la vicepresidenta en la ESMA. Si bien en la marcha se trataron de cubrir las apariencias, en el aire subyacía la necesidad de pedir por Cristina y en el documento de cierre los organizadores fueron explícitos: "el odio y la persecución política llegan a límites muy graves para la democracia. Por eso, exigimos que se investigue de manera responsable y hasta todas las terminales políticas y económicas el intento de magnicidio de la vicepresidenta y reclamamos que se termine el proceso de proscripción en su contra... organizado, en las sombras, por quienes la pretenden prohibir como candidata".
Durante la marcha, Máximo Kirchner fue mechando consignas dedicadas al día, pero también tiró sus dardos políticos, alejados del motivo principal. "Muchos dicen que el problema son los argentinos, pero el problema son los dirigentes que claudican" fue su frase más dura, probablemente dirigida contra el presidente Alberto Fernández. Luego, precisó más el destinatario: "aquellos que fuimos marcándole al Gobierno cuáles eran los problemas, el acuerdo con el FMI, tenemos que saber clavar los tacos en el piso y decir no. El acuerdo era malo y esto lo saben todos. Y si alguien se enoja, que se enoje, vamos a elecciones y la sociedad define", expresó el diputado, en alusión al Presidente.
Un rato antes, Larroque había dicho que la posibilidad de que Fernández busque su reelección "ya quedó atrás", pero el entorno presidencial se agarró del hijo de la vice para chicanear en tren ganador: "se preparan para las PASO. Hay que desalambrar al peronismo y promover la participación interna", dijeron. Demasiadas contradicciones y tiros en el pie, con la mira puesta más en el propio ombligo antes que en el bienestar general, movida que también pone entre paréntesis la teoría de Cristina del hostigamiento de los "poderes concentrados" a su perfección política.