El triunfo de Lula inicia el lanzamiento de Cristina
Como estaba previsto, el triunfo de Lula en Brasil es el punto de largada de la estrategia de la Vicepresidenta Cristina Kirchner con vista a la elección presidencial de 2023.
Días atrás, Máximo Kirchner manifestó que, en su opinión, su madre no iba a ser candidata. Al día siguiente, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, sostuvo lo contrario, diciendo que la candidatura iba a surgir y crecer "desde la gente". Los hechos van demostrando que este último tenía razón.
Cinco días después de la segunda vuelta brasileña, la Vicepresidenta retomó la iniciativa política, presidiendo el acto que realizó la Unión Obrera Metalúrgica en la localidad bonaerense de Pilar. Se trata de un gremio fundamental en la historia del peronismo, que hoy está alineado con La Cámpora.
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El acto se realizó cumplidos los tres meses del atentado contra Cristina. Fue su primera aparición pública desde entonces. En esto se inscribe un elemento relevante en la narrativa del kirchnerismo, que reclama una acción judicial más contundente en la investigación de este hecho.
Pero el triunfo de Lula aporta un segundo elemento a esta narrativa: el judicial. Cuatro años atrás, el líder del PT no pudo ser candidato por un fallo del juez Moro, que lo había condenado y puesto en prisión. Revertida la decisión, ha sido electo. Esto se da al mismo tiempo que varias de las causas que afectan a la Vicepresidenta pueden tener definición en primera instancia, antes de fin de año.
Otro elemento que aporta el triunfo de Lula para la narrativa kirchnerista es el ideológico, cuya lectura es que su victoria confirma y corona el retorno del progresismo en América Latina. De acuerdo a esta interpretación, los triunfos de Boric en Chile, Petro en Colombia, Lula en Brasil y el que podría obtener la Vicepresidenta en octubre de 2023, forman parte de un mismo fenómeno político.
Pero el Plan B de Cristina Kirchner está en la provincia de Buenos Aires y la posibilidad de ser electa senadora nacional por este distrito para el periodo 2023-2029. Ante el escenario que se advirtiera la imposibilidad de ganar la elección presidencial -lo que hoy no parece fácil-, la estrategia obvia y evidente es la de concentrar los esfuerzos políticos en retener la provincia de Buenos Aires. Ello ya sucedió en 1999, cuando el triunfo de la fórmula presidencial de la Alianza, De la Rúa-Chacho Álvarez, coincidió con la del peronismo en el ámbito bonaerense, con la dupla Ruckauf-Solá.
La provincia no tiene segunda vuelta para elegir gobernador. Es electo por mayoría simple, es decir, por sólo un voto de diferencia, cualquiera sea el porcentaje. Con este sistema, resulta decisiva la unidad o división de las opciones políticas. Al día de hoy, el Frente de Todos -actual expresión electoral del peronismo- muestra una fuerte tendencia a la unidad, pero no así la oposición, en la cual se profundizan las diferencias en Juntos por el Cambio, y por otro lado José Luis Espert, que ha lanzado su candidatura a gobernador sin haber definido junto a qué candidato presidencial competirá. Pero todo esto puede cambiar.
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Atrás parece haber quedado la alternativa de adelantar la elección bonaerense para separarla de la presidencial. Es que no resulta fácil para Kicillof obtener las mayorías en la legislatura necesarias para este cambio de la norma electoral.
El próximo paso de la estrategia kirchnerista tendrá lugar el 17 de noviembre. Ese día se conmemora el medio siglo del retorno de Perón al país, durante el gobierno de facto de Lanusse. Es una fecha que en la interpretación histórica del peronismo se denomina el "Día del Militante". Se viene conmemorando anualmente, pero en esta oportunidad adquiere mayor relevancia por tratarse del cincuenta aniversario.
Seguramente el territorio bonaerense será el ámbito territorial de la conmemoración. El retorno de Perón entonces, once meses antes de su triunfo electoral, anticipó su vuelta al poder tras diecisiete años de exilio.
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Ahora, la conmemoración del medio siglo del "Día de la Militancia" tiene lugar once meses antes de la elección presidencial, que tendrá lugar a fines de octubre.
Pero en la coyuntura, la pugna por postergar o eliminar las PASO domina al oficialismo. El Presidente no ha logrado poder de convocatoria en su proyecto de reelección, para el que sus asesores consideran fundamental mantener las primarias obligatorias. Gobernadores, intendentes y sindicalistas han eludido apoyar la pretensión presidencial, rechazada por el kirchnerismo. La coincidencia de la Vicepresidenta con el ministro de Economía, Sergio Massa, no parece ser suficiente para producir un retroceso del Presidente, como en otras oportunidades.
Si al 1° de diciembre el Presidente no envía al Congreso el proyecto para eliminar las PASO -ya sea sólo para 2023 o definitivamente-, en los tres meses siguientes de receso parlamentario sólo el titular del Ejecutivo puede presentar proyectos. De acuerdo a ello, la iniciativa que impulsa el kirchnerismo se vería postergada hasta el 1° de marzo. Cabe señalar que el proceso que pone en marcha las PASO, que se realizan el segundo domingo de agosto, comienza en mayo.
Pero falta un año para la elección presidencial y los procesos electorales que han tenido lugar en Occidente en los últimos meses, demuestran que es un plazo casi infinito en términos electorales. Hace tres meses, los sondeos en Brasil anticipaban un triunfo de Lula de entre quince y veinte puntos. Finalmente, la diferencia se redujo a menos de dos.
Es decir, nadie puede dar la elección por ganada y menos aún en un contexto de economía inestable, tensión social e imponderables políticos.
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