El país de Milei: no la vimos, no la vemos, no la ven
El gobierno de Javier Milei arrancó una semana con dos grandes desafíos: el paro de la CGT y la discusión en el Congreso para aprobar la Ley ómnibus. En un parlamento con alta fragmentación partidaria, negocia con los bloques antes cohesionados en Juntos por el Cambio. En la calle prepara el protocolo antipiquete de Patricia Bullrich, activa la agenda de Seguridad y en las redes libra la batalla cultural del "no hay plata" y "no la ven" para defender el ajuste y las reformas.
La consigna "no la ven", impulsada por Milei y sus seguidores en respuesta a las críticas al nuevo gobierno, ha permeado las redes sociales. Incluso, esta semana, las 'fuerzas del cielo' digitales elogiaron al colega Reynaldo Sietecase por "empezar a verla".
Sietecase plantea que el progresismo nos llenó de consignas y perdió la batalla cultural y que hay que hacer una reforma laboral que beneficie a los trabajadores: "Si tenés una sociedad que hace 15 años tiene más gente en negro que en blanco, algo anda mal. Si tenés una sociedad que dice señor no me ponga en blanco porque prefiero tener con el plan y changuear con usted, algo anda mal". Sietecase cuestionó también a los empleados públicos que no honran su trabajo. "Tenemos el deber de pensar o corremos el riesgo de morirnos de estupidez", señaló. Por esto fue tendencia no sólo por los elogios de 'las fuerzas del cielo' sino por las críticas provenientes de sectores afines al campo progresista.
El dilema de gobernar solo o negociar
Consultado por El Cronista, el politólogo y director de Isonomía, Juan Germano, sostiene que lo que quedó demostrado es que con su voto a Milei los argentinos demostraron que la demanda de cambio excede lo económico.
"La sociedad tiene un poco más de espalda de lo que pensamos porque pedía sacarlos de donde estábamos en un montón de situaciones, con un montón de matices. Me parece un poco exagerada la narrativa general en el debate público de que si en dos meses el gobierno de Milei no baja la inflación, se cae. Creo que el fenómeno es mucho más complejo, que no terminamos de entenderlo y que lo único que demostró hasta ahora Milei es que nos corrió el arco todo el tiempo. Por eso es atinado el 'no la ven' de este Gobierno", analiza Germano.
En su libro Está entre nosotros, el sociólogo Pablo Semán señala que si bien la decepción, la desesperanza y la crítica de los ciudadanos (votantes de Milei o no) a los distintos partidos políticos son generalizadas, advierte un cuestionamiento más marcado al peronismo. Este no nace sólo de "las mismas críticas gorilas de siempre", sino también de la experiencia de veinte años durante los cuales el kirchnerismo ha hecho surgir distancias, desconocimientos, reproches y ajenidades sísmicas para el propio movimiento".
"Desde mucho antes de 2021, sectores crecientes de la sociedad han interpretado lo que los sociólogos llamaron 'cuentapropismo' o 'informalidad' como una categoría laboral y moral al mismo tiempo", relata Semán. "La sociedad de emprendedores que se hacen cargo de sí mismos y han llegado a la conclusión de que el Estado no ayuda sino que obstaculiza; la sociedad de propietarios que se ilusiona con el éxito de políticas ultraliberales como las que impulsó [Jair] Bolsonaro en cuanto al gasto público y la legislación laboral; la sociedad de consumidores que al calor de la inflación se hace sensible a la crítica de la 'moneda política'; la sociedad que observa con amargura cómo el sector privado se ve amenazado por la intromisión estatal; y la sociedad de agredidos por la inseguridad: todos ellos configuran las bases de una sensibilidad que pudo ser convocada por los libertarios que integran en su oferta una combinación intensificada de libertad y orden".
"Para ser precisos, digamos que no todas ni la mayor parte de las adhesiones a Milei se dan en términos de la ideología libertaria, sino en términos de ideales de mejora económica, seguridad, combate a la corrupción, la ineficiencia estatal e incluso - sin radicalizar- la pregnancia del mercado y el reconocimiento de sujetos políticos y culturales que no fueron contemplados por una agenda progresista", sostiene Semán en su libro.
La nueva Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés refleja buenos índices de aprobación para Milei, con un 45% de acuerdo con sus medidas económicas. En cuanto a la aprobación del primer mes de la presidencia, la misma está dividida: 48% de aprobación, 48% de desaprobación. "No hay luna de miel. Esto es muy común últimamente en casi todas las democracias y la variable para explicarlo es la polarización. El último presidente que tuvo luna de miel fue Mauricio Macri, que al mes de haber llegado tenía 72% de aprobación. Pero Milei goza de un alto nivel de aprobación. Hay una lectura entre los que lo respaldaron, de que la mayoría de los efectos negativos que estamos viendo son producto de las consecuencias del gobierno saliente. Aunque probablemente esa explicación se empiece a debilitar a medida que pase el tiempo: esos seis puntos que ha perdido entre diciembre y enero probablemente sean producto del estilo de gobierno de Milei y del ajuste", explica Diego Reynoso, politólogo, profesor y director de la encuesta, a El Cronista.
Los desafíos legislativos y judiciales del DNU de Milei
El informe también registra que aumentó el optimismo por primera vez en cuatro años. "Hay más personas que creen que dentro de un año vamos a estar mejor que peor, algo que durante los últimos cuatro años no fue así. Pero mantener ese optimismo prospectivo alto es muy difícil en la medida en que los resultados no lo acompañen y Milei tiene poco tiempo para poder demostrar económicamente que la dirección es la correcta. Puede ser poderosa la retórica que utilice para explicar por qué no lo acompañan los resultados y ahí se abre un juego casi ideológico. Una batalla cultural de quién convence a la gente acerca de las explicaciones de la malaria que está sucediendo. Ahí está abierto el escenario", reflexiona Reynoso.
Mientras Milei avanza con su duro plan de ajuste y cosecha el apoyo de "la oposición dialoguista", muchos de los que gobernaron hasta ahora, que son responsables de la difícil situación socioeconómica, siguen sin acusar recibo, con sus mismos discursos y actitudes. No la vieron, no la ven.
Con casi la mitad de los argentinos con ingresos por debajo de la línea de pobreza y en aumento por la inflación, el lazo de representación política sigue fracturado. La democracia distribuye derechos que no repara en las posibilidades materiales de poder disfrutarlos. Como señaló el fiscal Federico Delgado en su libro póstumo Politeia: "las democracias liberales permanecen secuestradas por una forma de ejercicio del poder político que sólo puede funcionar con desigualdades estructurales". Y el problema está lejos de resolverse.
Compartí tus comentarios