

Como ya se escribió acá el acuerdo con el FMI, a medida que va desgranándose y poniendo en perspectiva sus elementos técnicos, va confirmando que hay motivos para celebrar la gestión negociadora.
Es difícil de tragar por la interna del oficialismo, pero el estiramiento de plazos de pago, la postergación (¿procrastinación?) de reformas estructurales tampoco es poco. Y que lo que se esté demandando sea casi un ordenamiento de la macro.
No es poco desde la perspectiva del bolsillo o de quien tenga que cargarse con el impacto de la austeridad fiscal. Pero de todas maneras, el sol siempre está, como los problemas y las obligaciones que genera la economía y la política.
Como el debate está instalado en el oficialismo, es fácil ver que el sector más duro del kirchnerismo tiene como bandera el no a cualquier acuerdo con el Fondo, el que asimila a una capitulación ante la memoria de Néstor Kirchner.
Pero una mirada a fondo lleva más a preguntarse qué tiene en la cabeza el Fondo para el país, ya que incluso con un "ajuste" todo parece organizado para que la Argentina vaya y pase. Como mirando para otro lado.
Se sabe ya -lo anticipó El Cronista- que el acuerdo no contiene metas de emisión, sino de giros de adelantos al Tesoro por el BCRA. Aunque hay un compromiso de aminorar la marcha para no alimentar la caldera inflacionaria multicausal, las bajada de AT de 3,7% del PBI de 2021 a un máximo de 1% del PBI en 2022 no implicará una sequía irreversible de pesos.
Un análisis muy preciso de Equilibra plantea que hay otros canales no limitados por los cuales el BCRA podría cumplir la meta de giros de AT a la vez que no cortar demasiado el financiamiento de pesos al Tesoro: la compra de superávit de dólares, el traspaso de colocaciones de los bancos en Leliq hacia bonos del Tesoro, la venta de saldos positivos de divisas de los organismos internacionales, entre otras posibilidades que compensan el recorte potencial de emisión y permitirían al Central llegar a cumplir las metas.

Todos sabemos que el andamiaje del acuerdo estuvo construido en ausencia del mayor condicionante global, el impacto de la Guerra Rusia-Ucrania en los precios de los commodities, en la inflación global y doméstica y en los de la energía, que es lo mismo que hablar de los subsidios a la tarifa.
Aún así, el FMI ha abierto una puerta para rediscutir esta semana ese aspecto crítico para la sensibilidad del bolsillo, de la inflación y del oficialismo K.
Martín Guzmán reconoció ayer la gravedad del escenario global energético "Para la Argentina -dijo-, esto implica un shock multidimensional; desde el punto de vista de la balanza de pagos", aunque luego insiste con la teoría del empate técnico con los ingresos por otros commodities "dadas las necesidades de importación para la Argentina", arriesgó ante petroleros.

Pero que te reabran el book una vez firmado no es poca cosa. Algo que una retirada airada y caprichosa de las mesas de negociaciones no hubiera conseguido.














