Para un país como la Argentina, que considera al dólar como "refugio de valor por excelencia", resulta muy relevante analizar el retorno que han tenido ciertos activos de referencia desde el mínimo del S&P en la crisis del 2008 (ocurrido el 6 de marzo de 2009).

Desde entonces, los retornos han sido épicos, en especial los referidos al mercado de acciones de Estados Unidos. Desde dicha fecha, el Nasdaq tuvo un retorno positivo de 1934%. Si el 6 de marzo 2009 se invertía un dólar en Nasdaq, hoy esos dólares serían "20" o sea. En su lugar, si en vez de comprar Nasdaq, encanutaste esos dólares debajo de un colchón argentino, hoy solamente comprarías el 5% del valor original.

De esta forma, el dólar se devaluó contra el Nasdaq en un 95%. La hiper monetización encarada por la Fed desde 2008, sumado a un déficit y deuda de Estados Unidos totalmente fuera de control, han generado un proceso explosivo de hiperinflación de activos financieros que no hace otra cosa que reflejar el formidable colapso en el poder adquisitivo del dólar contra activos reales de valor intrínseco y esto no está ni cerca de haber culminado aquí.

La orgía monetaria de la Fed obliga al mercado a estar comprado en activos financieros todo el tiempo para poder reflacionar y evitar con ello la persistente licuación de las monedas papel.

Moraleja: el dólar y el peso argentino se parecen mucho más de lo que la gente tiene en cuenta. Entonces, el colchón -en groncho argentino- más que un refugio, fue una despiadada trituradora.

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Incluso podemos generalizar estas cifras respecto a otros activos. Desde el 6 de marzo de 2009, otro índice de Estados Unidos, el S&P, exhibe un retorno de 773%. Esto significa que hoy se podría comprar solamente un 11% de lo que se podría haber adquirido en 2009.

Si hacemos el mismo análisis para el oro, el mismo tuvo un retorno de 231%, por lo que en términos de oro solo se podría adquirir el 30% del original. Y si lo hacemos para acciones alemanas, las mismas han exhibido un retorno de 234%, por lo que solo se podría hoy adquirir el 29% del valor original.

De esta forma, la licuación del dólar norteamericano en términos de activos financieros fue brutal y se resume en lo siguiente: frente al Nasdaq nos licuaron 95%, frente al S&P nos licuaron 88%, frente al oro nos licuaron 69% y frente a acciones alemanas nos licuaron 70%.

Estos números reflejan el formidable éxito del peronismo a nivel global. La Reserva Federal también es peronista a la hora de licuar al mundo, muy a pesar de no usar un bombo y choripán y hablar todo el tiempo en inglés.

La conclusión es ácidamente evidente y se resume en un paradigma muy sencillo: el mundo entero es monetariamente peronista y esta realidad obliga al administrador de carteras a reconocer la permanente licuación del dólar norteamericano que obliga a la vez a la permanente compra de activos financieros para evitarla.

Obviamente, que todo esto no es gratis en el sentido que dichos activos financieros tienen una muy elevada volatilidad intradiaria y mucho inversor prefiere la tranquilidad de tener algo cierto, pero altamente licuable, que tener algo incierto en el intradiario, pero altamente protector.

De esta manera, todos aquellos compatriotas que prefirieron la tranquilidad del dólar colchón frente a la violencia intradiaria del Nasdaq, han sido monetariamente triturados.

Esta realidad refleja, a su vez, lo perverso del equilibrio al que nos lleva la Fed: es que, para evitar la licuación que dicho organismo propone, el mundo entero debe asumir riesgo permanentemente, aspecto que sesga toda estrategia de construcción de cartera hacia una toma de riesgo muy por encima del óptimo tradicional a lo "Markowitz".

Por otra parte, nada de todo esto cambiará en el futuro cercano. Estados Unidos seguirá gastando de más, su deuda seguirá creciendo sin control y la Fed, siempre que pueda, seguirá intentando lograr equilibrios de tasas de interés bajas y ultra monetización.

De esta manera, la obligación de estar comprados en activos de riesgo para que reflacionen y que de esta forma nos protejan contra la intencional licuación del dólar norteamericano seguirá siendo probablemente el escenario base por el resto de nuestras vidas. Ojo, entonces, con sobredimensionar las bondades del clásico colchón groncho argentino.