El 2024 a la vista: ni la regla ni la excepción
En estos días de definiciones importantes en términos de ciclos políticos y liderazgos, pero también respecto a definiciones económicas y estratégicas, nos invade un sentimiento de esperanza, sin que ello signifique subestimar el proceso que implicará alcanzar con el tiempo el tan preciado bienestar.
¿Tiene sustento la esperanza o solo se trata de una aspiración? Veamos.
Hoy en Argentina predominan los signos de crisis y precarización de nuestra economía, pero una mirada global y regional nos suma otras dimensiones que son clave para lograr ese bienestar y donde nuestro país no está en el podio de la excepción, sino que más bien, sigue la regla.
En términos de resultados, no hay dudas de que somos la excepción. Una inflación de casi el 150% es un absurdo a escala internacional. Pero esto no está tan claro con relación a los procesos y a las dinámicas, ya sean políticas o sociales, donde asombran algunas reglas que marcan a la Argentina y la región en su conjunto.
"Las divisiones están creciendo, las tensiones están surgiendo y la confianza se erosiona. Si realmente somos una familia mundial, hoy parecemos una familia muy disfuncional", dijo este fin de semana el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Nos parecemos bastante a esta familia disfuncional.
¿Somos parte de una dinámica mayor que puede trascender todos los deméritos que venimos acumulando? Y en todo caso, ¿qué enfoque y qué liderazgo nos demandará el desafío de crecer y desarrollarnos en esta nueva etapa?
EL VIENTO DE COLA GLOBAL
Luego de una primera mitad de año con varios focos de incertidumbre, la economía mundial comenzó a recuperar su ritmo y se espera que esta tendencia se consolide de cara al próximo año, aunque con varias incógnitas en el horizonte.
Esto es una buena noticia. El mundo vuelve a crecer, se despeja el escenario de una posible recesión global y, por el contrario, los indicadores marcan una corrección positiva. Las dos potencias que inclinan la balanza son China y la Reserva Federal.
China va a crecer 4,5%, es el resultado más bajo de la última década a excepción del impacto del Covid. Pero los temores de una recesión en este gigante se alejan con un gobierno que confirma que tomará las medidas necesarias para evitarlo.
Por el lado occidental, el ciclo de alza de tasas parece llegar a su fin. La inflación está bajando en Estados Unidos y aunque todavía no regresó al target del 2%, todo indica que nos acercamos al quiebre de la tendencia.
Esta reducción de tasas futuras esperadas contribuyó a mejorar las perspectivas de la región: se espera que 2023 cierre con un crecimiento menor al de 2022 (1,8% vs 3,5%) pero mayor al que se esperaba meses atrás (1,5%-1,6%). La revisión al alza se debe principalmente a un mejor desempeño de economías grandes como Brasil (por la suba en la producción agrícola y de los servicios) y México donde impactó positivamente la mayor resiliencia de la economía norteamericana. Sólo dos países mostrarían tasas de crecimiento negativas, Chile (-0,5%) y el nuestro (-3%) aunque en el caso de Chile se espera las perspectivas de cara al segundo semestre mejoren.
AMÉRICA LATINA como PARTE DE LA SOLUCIÓN
"América latina está desarrollándose en áreas que son críticas para el futuro del planeta. Está bien posicionada para ser parte de la solución a los principales desafíos globales, incluidos el cambio climático, la inseguridad alimentaria y la preservación de la biodiversidad. Por lo tanto, la región se encuentra en una encrucijada que podría marcar su futuro. América latina y sus socios deben aprovechar esta oportunidad sin precedentes", alertó recientemente Ilan Goldfajn presidente del BID.
En este sentido, la Cepal identifica ocho fuentes de oportunidades para LATAM que serán fundamentales en una incipiente recuperación. La reconfiguración de las cadenas de suministro global, el potencial energético, nuevos modos de producción asociados a nuevas tecnologías, la recuperación del turismo, mejoras en el acceso al financiamiento, términos de renegociación de deudas más flexibles, clima favorable para mejorar la integración regional y condiciones para avanzar en las agendas sociales y de derechos.
El BID y la Cepal están en línea respecto a lo trascendental del momento que enfrenta nuestra región. Si tomamos dimensión de donde venimos, pensar que el mundo nos ofrece una nueva oportunidad para no quedarnos fuera de la conversación resulta casi un milagro.
Lo cierto es que va a haber demanda para lo que ofrece Argentina, pero con la aceleración que exhiben las tendencias hay que asumir que la oportunidad solo se puede aprovechar si tenemos la capacidad de responder con agilidad.
Las demandas son como blancos móviles, son ciclos cortos que requieren respuestas rápidas. Las condiciones para esta dinámica sólo se pueden encontrar en una nueva lógica de relacionamiento productivo donde la cadena de valor evoluciona hacia el concepto de ecosistemas. Estos ecosistemas son empresas que buscan establecer relaciones y alianzas estratégicas con otras compañías, startups, proveedores, clientes y comunidades para poder ofrecer una respuesta más adecuada mediante sinergias y recursos complementarios, generando mejores resultados cuando se acompañan de políticas públicas. Estas experiencias son globales y Argentina está entrando en esta lógica.
Hace un par de años, Coca Cola y Arcor generaron una alianza para trabajar de manera conjunta en el desarrollo de nuevos productos para abordar cambios de demanda hacia productos saludables (menos azúcar y más nutritivos/energizantes). Además de esas innovaciones aplicadas a la industria alimentaria, crearon un fondo de inversión para emprendedores en proyectos de biotecnología aplicada, tecnologías agropecuarias y medioambientales, dando también espacio a fintech, comercio electrónico, internet de las cosas y proyectos en digital S&OP (Sales and Operations Planning). La innovación no solo fue en productos, sino que apuntó a los procesos y el nuevo mundo de oportunidades tecnológicas que expandan sus fronteras.
Facilitar estas respuestas será una responsabilidad insoslayable de los nuevos liderazgos, y en el caso de Argentina, una estrategia esencial para motorizar el crecimiento que nos acerque al bienestar.
Compartí tus comentarios