Opinión

Economía 2022: cómo pensar el "día después" de las elecciones

El año próximo traerá enormes desafíos para la política económica y es momento de empezar a pensar hacia dónde podría ir la economía. Las negociaciones con el FMI y la "suerte" externa, en el centro de la escena.

Todas las miradas sobre la economía están puestas en el cortísimo plazo. Las elecciones de medio término están a la vuelta de la esquina y pareciera no haber "día después". Pero lo urgente no es lo único importante. El año próximo traerá enormes desafíos para la política económica y es momento de empezar a pensar hacia dónde podría ir la economía. Las negociaciones con el FMI y la "suerte" externa, en el centro de la escena.

Cuando empezamos a pensar en la economía de 2022 es inevitable no hacer énfasis en un posible nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional. Es difícil imaginar un default con el FMI, porque significaría el cierre de puertas a créditos de otros organismos internacionales como el Banco Mundial y el BID, y complicaciones en la emisión de seguros para inversiones y cartas de crédito, incluso para importaciones. Entraríamos en default con todo el mundo. 

Pero también es difícil pensar en un acuerdo virtuoso de facilidades extendidas (EFF) que se firme antes de marzo, cuando vence el plazo "puente" con el Club de París. Principalmente porque un acuerdo de este tipo implicaría un paquete de reformas estructurales (laboral, previsional, impositiva), cuyo debate llevaría más de los cuatro meses comprendidos entre las elecciones de noviembre y el vencimiento con del Club de París de fines de marzo. Y sin debate, el acuerdo carecería de consenso, y probablemente estaría predestinado a fracasar.

Los caminos posibles en las negociaciones con el Fondo no son solo acordar o no acordar. El sendero del acuerdo se bifurca en múltiples opciones, que se diferencian en el tipo de acuerdo que se firma. Si la discusión más profunda comienza recién con el nuevo Congreso, podríamos esperar un acuerdo flexible un poco más corto que un Extended Fund Facilities de diez años, que ponga de manifiesto la predisposición de la Argentina de empezar un reordenamiento macroeconómico.

El "acuerdo más factible" no incluiría reformas estructurales, al menos en el corto plazo, pero sí la exigencia de avanzar en el proceso de consolidación fiscal, un mínimo de acumulación de reservas netas, y menor intervención en el tipo de cambio, tanto en su versión oficial como financiera. No mucho más. El FMI no le va a exigir a la Argentina eliminar los controles cambiarios, sino empezar a transitar el camino para su gradual levantamiento. Tampoco le va a exigir alcanzar el equilibrio primario en 2022, sino una reducción del déficit que no sería demasiado costoso, dado que con solo eliminar el gasto vinculado al covid-19 y al "push electoral" el rojo primario ya casi oscilaría el 2% del PBI.

Un acuerdo con el FMI es condición necesaria pero no suficiente para crecer el año que viene. Este año, la restricción externa no estuvo operativa porque el viento de cola externo sopló fuerte sobre la economía argentina: tasas de interés globales en 0%, precios de commodities por las nubes, y un "plus" de DEGs del FMI. Pero el año que viene no habrá giro de DEGs del FMI y la pregunta del millón es hasta cuándo durarán las condiciones externas extraordinarias que mantienen al dólar debilitado y el precio de commodities muy por encima de sus valores promedio.

Asumiendo un clima que no condicione la cosecha del próximo año, lo que finalmente suceda en el contexto internacional resultará clave para las perspectivas de la economía argentina en 2022. Tanto los precios internacionales de los commodities como el ritmo de expansión de la demanda externa de manufacturas y servicios son factores exógenos a las decisiones de las autoridades económicas. En cambio, el Ejecutivo puede operar sobre la confianza y las expectativas si concluye la reestructuración de la deuda pública. Esto significa llegar a un acuerdo con el Fondo el año que viene que permita también avanzar con el Club de Paris.

Un acuerdo con el FMI es condición necesaria pero no suficiente para crecer el año que viene. Tampoco es condición suficiente para la vuelta a los mercados internacionales de crédito ni la llegada masiva de capitales. Un mundo de nuestro lado es condición necesaria pero no suficiente para crecer el año que viene. Un acuerdo con el FMI y un mundo de nuestro lado seguramente permitan que la economía crezca en torno a 2% el año que viene, pero no recuperaría el nivel de PBI per cápita de 2019. 

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