La economía de CFK sufría de "inercia al abismo". Con un déficit fiscal cercano al 7% del PIB, sin financiamiento externo, ya sin reservas para financiarlo, y cuasi-agotada la posibilidad de hacerlo vía emisión inflacionaria, las cosas iban hacia escenarios de altísima inflación (más del 50% anual), y/o más confiscaciones de toda clase, y/o mercados negros por doquier (si prevalecía la idea de controlar más y más los precios a pesar de la altísima emisión monetaria).

Vino Macri, y se propuso un "cambio de rumbo" general bastante claro, hacia una economía "capitalista normal", con "entusiastas" metas en el camino.

Y en materia fiscal, eligió una estrategia de "gradualismo", con componentes de shock (tarifas), pero con aumentos de otros gastos, bajas de algunos impuestos, más gasto de intereses, todo lo cual redundaba en una baja muy lenta del déficit fiscal. Esta estrategia la podemos llamar "gradualismo light". Y fue bienvenida por la sociedad (que votó eso), y por los mercados externos, que aceptaron financiar una larga transición de mejora fiscal, siempre que se mantuviera el "rumbo general" de la economía.

Pero eso cambió. Más allá de las razones externas e internas que podamos invocar, y a pesar de que Macri seguía cumpliendo su estrategia gradualista, lo cierto es que los mercados externos dijeron recientemente algo así como: "no estamos dispuestos a seguir financiándolos. Así que consigan dinero de otro lado (FMI candidato obvio), comiencen a ajustar fiscalmente más, y después vemos". Se dio vuelta la taba.

Y entonces, por imperio de las circunstancias, pasamos del "gradualismo light" a otra cosa.

Como hemos estado conviviendo con una importante corrida cambiaria, que provocó un "shock" en la economía (fuga de capitales, mega devaluación, suba fuerte de tasas, súbita recesión, etc), parecería que hemos iniciado un camino de "shock fiscal".

Pero no pareciera acertado definirlo así. Un verdadero "super shock" fiscal hubiera sido pasar a un superávit fiscal tal, que permitiera por ejemplo pagar los vencimientos de bonos que los tenedores externos no querían financiar. Si tomamos la estimación de tenedores externos de bonos que vencen en 2019, podemos estimar que debíamos pasar de un déficit primario de u$s 13.500 M en 2018, a un superávit de u$s 19.800 M en 2019. Y esto hubiera implicado pasar de un déficit primario del 2,5% en 2018 (estimación de nuestra consultora), a un superávit primario del 3,5% en 2019. Nada menos que un super-ajuste de 6 puntos del PIB (de 2018).

Un "shock" menos drástico, hubiera sido ir hacia el "déficit cero", de modo que sólo hubiera sido necesario refinanciar deudas, pero no más financiamiento para déficit del Tesoro. Hubiera sido necesario llegar a un superávit primario del 2,2% del PIB, implicando un ajuste fiscal de 4,7 puntos del PIB.

Y que tenemos ahora? Gracias a la "ayuda financiera" del FMI, el ajuste fiscal comprometido es de sólo 1,2 puntos del PIB (del 2,5% al 1,3%), de modo de pasar en 2019 a un déficit primario de 1,3%, intereses por 2,4% % y déficit fiscal del 3,7%.

Esto se hace con la expectativa de que en algún momento los mercados externos terminen de digerir la deuda acumulada de Argentina, cambien un poco de humor, y vuelvan a tirar unos cuantos "morlacos" por estas orillas.

Después de todo: si antes no tenían reparos en financiar un muy lento ajuste fiscal, con tipo de cambio atrasado, muy bajas reservas y ninguna ayuda del FMI, por qué no habrían de prestarnos (menos que antes), ahora, con ajuste fiscal más severo (más capacidad de repago), tipo de cambio relativamente alto, muchas más reservas, y ayuda del Fondo Monetario Internacional?

En síntesis: hemos pasado, por imperio de las circunstancias, del "gradualismo light" al "gradualismo hard". Si funciona (como espero), retornará el financiamiento voluntario al Estado (como espero), y las cosas se van a encaminar. Si no funcionasólo cabrían "shocks en serio". Y cómo probablemente serían demasiado difíciles de digerir (política y socialmente), nos esperarían toda clase de cosas desagradables.

Esperemos que este riesgo no se materialice. Creo sería sensato renovar la apuesta por este nuevo "gradualismo light", sea que lo termine conduciendo Macri (Cambiemos), o el PJ "racional", ya que sería el camino (dentro de los posibles), que menos sacrificios (de corto/mediano plazo) le traería a la población.

Una vez aceptado eso, la "estrategia general macro-económica", más allá del ajuste fiscal, se puede mejorar, con políticas monetarias, cambiarias y financieras, que optimicen el andar económico. En esto, aunque viene mejorando (), Macri nos adeuda una política más sólida que la que tuvo desde que asumió. Se puede.