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Cuando Macri es tajante y cuando está flojo

El ex presidente Mauricio Macri está hiperactivo. Acaba de sacar un libro que se titula "Para qué", donde expone sus ideas sobre lo que habría que hacer en el país si su espacio vuelve al gobierno y tiene una intensa agenda en los medios de comunicación.

Lo que domina sus intervenciones es el énfasis. Habla de "medidas drásticas" para la situación fiscal, dice que "no va más" lo que llama el "populismo light" y subraya que es hora de un "cambio profundo".

Le fluyen las conclusiones rápidas sin titubeos, como que "nos hemos perdido" o que somos "la sociedad más fracasada del mundo". No tiene miramientos en apuntarle con el mote de "mafias" a sindicalistas como Pablo Moyano, de los camioneros, al que menciona como "gente como esta que puede entrar a las fábricas y fajar gente", o contra Pablo Biró, de los pilotos de Aerolíneas Argentinas, que está "de fiesta con los amigos".

Suelta datos con una facilidad propia de Aníbal Fernández, que no está claro de dónde viene la fuente, total nadie se la pide. "Con los 700 millones por mes que se lleva Aerolíneas, podríamos poner 33.000 gendarmes, uno al lado de cada narco en Rosario", sorprendió en una entrevista televisiva en TN el martes, el mismo día que salió a la calle su nuevo texto.

Sin embargo, así como todo el tiempo Macri es tajante, hay temas en los que está flojo, no muestra seguridad o llamativamente le saca la cola a la jeringa, pese a tratarse de definiciones cruciales sobre el destino de su fuerza política o del país.

Por ejemplo, ¿qué pasó cuando el periodista Diego Sehinkman le preguntó sobre las denuncias que insistentemente viene haciendo Elisa Carrió, co fundadora de Juntos por el Cambio, sobre la persecución y espionaje que dice haber sufrido cuando él era Presidente?

"No entendí, no entendí", atinó a decir. Ante la repregunta del entrevistador, toma agua. Hace silencio. De fondo también retumban los dichos del periodista de La Nación, Hugo Alconada Mon, que detalló en estos días también cómo lo empezaron a seguir a él y a su familia una vez que denunció posibles delitos de familiares de Macri y de quien había sido designado al frente de la Agencia Federal de Inteligencia, su amigo Gustavo Arribas.

Espías y atentados

Por eso también fue interesante cuando acto seguido le pidieron una opinión sobre qué puede hacer un presidente para mejorar la estructura en la que se mueven los espías, y su respuesta fue que bueno, que fue importante "estar en la red mundial para evitar atentados" pero que fue difícil manejar la "mano de obra", los "cuentapropistas", y que hay que "seguir encontrándole la vuelta".

Un momento increíble fue también cuando lo consultaron por su opinión sobre el régimen de promoción industrial de Tierra del Fuego, por el que según el Presupuesto 2023 se dejarán de cobrar impuestos por más de $ 519.000 millones para que se fabriquen artículos electrónicos con partes importadas. La propia Carrió viene remarcando que allí se benefician importantes empresarios, algunos muy cercanos al entorno más íntimo del líder del PRO. Por eso era importante si en ese tema tendría definiciones de cuando es Juan Convencido. Pero, otra vez acá jugó José Duda.

El que venía de disparar nombres propios de gremialistas, de apuntar áreas del Estado para achurar y de tirar ideas sobre qué se podría hacer si no hubiera una empresa aérea estatal, ahora respondió de esta manera: "Lo que yo pienso es que con audacia, sin miedo, sin resignación hay que debatir cómo tener un presupuesto sano y equilibrado".

Sano es con pocos impuestos para que la gente pueda invertir de su sueldo bien, sin que el Estado le robe su trabajo y que haya lugar para la inversión, porque estamos atrasadísimos en infraestructura, y en ese contexto hay que estar dispuestos a poner todo sobre la mesa, revisar todo lo que está en el presupuesto, sin personalizar, con altura; no creo que haya atacar algo individualmente, hay que discutir cómo llevamos el país a un régimen de competencia".

Frente a lo flagrante de la gambeta discursiva, el periodista le volvió a preguntar: "¿Sacarías el régimen de Tierra del Fuego, vos personalmente?". Otra vez: "En mi gobierno sacamos los impuestos al que importaba el iPhone", recordó. Y encadenó anécdotas de otro país y la tecnología y la conectividad en la selva.

Un minuto de monólogo después volvió intento de obtener una definición. Entonces, qué haría con ese programa. "Todo se tiene que evaluar, pero yo no buscaría efectismos", volvió a decir. Hacía minutos venía de señalar a Biró, Moyano, Aerolíneas, a los jóvenes que se van del país mientras los narcos se quedan y lo coparon. Dicho eso, se fue por reflexiones sobre el gasto, el presupuesto y otras cuestiones.

Pero tal vez lo más inquietante fue cuando Sehinkman quiso saber qué pensaba sobre una advertencia que vienen haciendo analistas de distinto palo ideológico y entre los dirigentes la propia Carrió, respecto de que crece un discurso fascistoide en la sociedad y de que hay líderes del mainstream que -amenazados por figuras outsiders que tiran cualquiera- se abrazan a eslóganes que juegan al borde de la democracia.

"Carrió dijo que no acompaña ideas fascistas, en caso de que el espacio se acerque a Javier Milei", fue la consulta textual.

Prepárense para la respuesta: "Para eso están las PASO. Si la gente elige ideas de cambio profundas, muy acorde a recuperar las libertades, gobernará un sector de la coalición, y si la gente elige algo más mitad de camino, gobernará otro sector, pero la gente va a elegir". 

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