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Baja venta, deuda alta y tasas que no ceden: el combo que preocupa a empresas y bancos

En el tablero de control de los bancos, hay una luz que parpadea. Las empresas están encontrando un cuello de botella financiero, por la lenta marcha de la recuperación. Por ahora es un lazo que no ahorca, pero empieza a apretar a las empresas que tienen un balance más ajustado.

El círculo vicioso empezó con el deseo oficial de tener un nivel de tasa de interés que retenga pesos y no los desvíe hacia el dólar. El mecanismo funcionó y de hecho el carry trade (fenómeno que se consigue cuando el retorno es mayor a la tasa de devaluación) seguramente sea la inversión estrella del primer semestre.

Banco Central de la República Argentina. (Fuente: archivo).

En el primer trimestre el crédito privado creció y estimuló las ventas de bienes durables. Pero con una tasa que no descendió a la par de la inflación (recordemos que el objetivo hasta octubre es evitar que el dólar impacte en precios), empezó a generar una mora a la que el sistema financiero no estaba acostumbrado. Hubo muchos que se financiaron con tarjeta al 50% o 60% anual, y el IPC anualizado hoy está por debajo de 30%. Las compras financiadas se ralentizaron y el plan Cuota Simple se termina (para compensar, los procesadores de pagos de tarjetas ofrecerán por su cuenta 12 cuotas, pero con interés). En el primer trimestre, solo 22 bancos obtuvieron ganancia.

Este contexto de una economía más fría se notó también en varias reestructuraciones de deuda privada o incluso eventos de default. Incluso a las grandes compañías les cuesta refinanciar su crédito. Su problema fue que las menores ventas no le permitieron manejar el capital que tomaron para acrecentar un stock. Esos bienes están en su patrimonio a un valor ajustado por inflación pasada que posiblemente nunca se comercialicen. El resultado: o se venden a pérdida o directamente se contabiliza esa pérdida, lo que achicará el patrimonio neto de las empresas y disminuirá su crédito.

Si este escenario crece, la necesidad de un ajuste del sector privado también crecerá. Impulsadas a buscar rentabilidad de otra forma, las empresas no tendrán muchas opciones, y por eso cabe esperar una disminución del nivel de empleo.

¿Hay una tabla de flotación? Sí, pero depende de que una baja de riesgo país reduzca el costo de financiamiento por lo menos para las compañías grandes. Pero ese paso hoy depende de que se acumulen reservas y se despeje el repago de la deuda pública. La segunda tabla es la elección de octubre; un resultado favorable al Gobierno despejaría el horizonte de inversión, sin duda, por la perspectiva de que puedan aprobarse reformas estructurales necesarias para bajar el costo argentino.

En definitiva, pasamos de mirar todos los días la inflación, a mirar ahora la salida o entrada de dólares y las encuestas electorales. La Argentina, una vez más, tendrá que pasar el invierno.

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