Opinión

A la oposición rogando y con la cabeza fría pensando

Hace unos años, Julio Berlisnki, un gran economista argentino, me contó una anécdota que proviene de Harvard en los años 60 y que provoca el tema de esta nota. La anécdota dice que un brillante joven profesor del departamento de economía, Franklin Fisher, le cuenta a un sabio economista y colega, Evsey Domar, que había terminado un libro titulado "El problema de identificación en econometría", que dicho aquí de modo muy (demasiado) simple aparece cuando uno quiere encontrar una explicación a partir de los datos observados. El profesor Domar, para entonces una leyenda en la teoría del crecimiento, le dice a Fisher que le va a relatar una historia ocurrida en Rusia (su especialidad) mucho tiempo atrás. Ocurre cuando el Tsar decide enviar a una provincia a un grupo de médicos a tratar de enfrentar la propagación de una pandemia virósica que estaba haciendo estragos. Los médicos llegan en semanas previas a que el ciclo del virus está a punto de llegar a su climax y toman medidas sanitarias destinadas a contener y revertir la pandemia. Pero las muertes se aceleran luego de la llegada de los médicos y sus reformas y los campesinos infieren que esa es la causa de las muertes y terminan matando a los médicos. Luego de esta ejecución, las muertes empiezan a descender según la dinámica de la pandemia, confirmando la sospecha de los campesinos. "Ahi tenés, eso es un problema de identificación" le dice Domar a Fisher.

El debate sobre el paquete de medidas económicas que debe encarar el próximo gobierno posiciona a las reformas estructurales en un lugar que no se había visto desde comienzos de los 90. La sociedad va a estar preparada para una gran reversión en materia económica que pone fin a 20 años de un esquema basado en una expansión del gasto agregado sin inversión y una base productiva que lo sostenga. El esquema terminó como era de esperar, en una gran estanflación y ahora ha entrado en "fase de combustión" merced a un shock muy duro sobre el sector de transables provocado por la sequía. Sin embargo, las condiciones en que la próxima política económica se desplegará, sin entrar ella misma en una combustión rápida, van a ser muy complejas. A pesar de los datos económicos todavía no sabemos cuál va a ser la elasticidad-inflación de los votos de las PASO, en parte por la capacidad del peronismo de retener votantes y en parte porque la oposición no se ha unificado. Muy lejos de asistir a una "rendición incondicional" previa a la asunción del nuevo gobierno, el oficialismo va a jugar a pleno a explotar el problema de identificación que subyace en la metáfora de Domar. La única verdad es la fábula de la realidad, va a ser la estrategia a partir de diciembre.

La oposición mientras tanto navega su propio faccionalismo y pareciera mentalizarse para ganar la batalla de diciembre de 2015 más que la próxima, en la que no los debería unir el amor sino el espanto. Debería estar más unificada que nunca porque la batalla va a requerir no sólo tener muy buen diseño sino flexibilidad en el sentido de anticipar eventos y saber de dónde van a venir las balas en materia de sostenibilidad del esquema económico. El resultado de esta fragmentación lamentable que observamos ha llevado a que se divague con blue-prints de cosas repetidas entre varios futuros ex equipos económicos, que pareciera que se copian entre sí, cuando ni aún juntándolos a todos se va a alcanzar la escala de funcionarios y el poder de fuego que se va a requerir. Ya no se escucha más, por suerte, el debate entre shock vs gradualismo, que es una cáscara vacía. Ahora estamos en el formato de reformas estructurales que van a tener que anunciarse e implementarse en un contexto de gran inestabilidad y con medidas de impacto fuerte en los ingresos y el nivel de actividad y la propia inflación a corto plazo. Es decir, va a ser un escenario soñado para que la oposición explote la confusión y el problema de identificación, queriendo imputarle a las medidas y equipos los efectos de los ajustes ocasionados por los desequilibrios transferidos al próximo gobierno.

Frente a este panorama, y rogando para que la oposición se dé cuenta que si no arma un poderoso frente unificado va a ser boleta rápido ¿Cuál debiera ser nuestra contribución al diseño de una mezcla adecuada de medidas correctivas rápidas junto a reformas estructurales que ayuden a anclar expectativas? Para no divagar en el aire, tomemos el caso de algo que uno sabe de haber visto muchos ciclos tarifarios y regulatorios. Las pregunta son ¿cuánta corrección tarifaria vamos a encarar? ¿con qué cambios o rediseño de estructuras tarifarias? y ¿en camino a qué régimen regulatorio? Esta lista básica no es trivial frente al difícil momento que vamos a experimentar, porque de otro modo no va a haber mejor palabra que experimento para describir lo que se viene.

El ajuste del nivel tarifario se refiere a la mejor manera de cubrir costos de corto plazo y eliminar subsidios. El diseño de estructura tarifaria es la mejor manera de diseñar estructuras que reflejen costos y manejen el impacto de bolsillo en hogares de ingresos medios y bajos, lo que incluye la tarifa social. Finalmente, el diseño del régimen regulatorio se refiere al diseño de mercados mayoristas y la competencia que van a definir de modo crucial costos de largo plazo más bajos. Esto último es fundamental, porque salir a cubrir costos de corto plazo luego de una una devaluación real y no tener una estrategia de mediano plazo va a ser cómo tirarse un tiro en el pie. Sin embargo, esa estrategia debe ser no pasarse de rosca con la sobreventa de reformas que no ayudan en el corto plazo a transitar el campo de meteoritos de normalizar tarifas. Uno puede pensar en una nueva "constitución regulatoria". Pero esto debe hacerse en relación a los efectos sobre el ajuste de tarifas, no como un fin principista en sí mismo. La regulación y la competencia son medios no fines, y son beneficiosos a mediano plazo para crear nuevos bienes y servicios y reducir costos y así elevar el bienestar.

En suma, se debe evitar crear una disonancia entre reformas y resultados a corto plazo que nos lleve de cabeza al problema de identificación de Domar. Pretender que vamos a crear una nueva constitución económica de entrada choca con la enseñanza plasmada en trabajos de Acemoglu y otros, que muestra que las mismas surgen del trabajo coordinado de élites con objetivos muy claros sobre la organización económica y social. Y la Argentina, más allá de la voluntad de varios políticos inteligentes, adolece de un vacío tremendo en materia del liderazgo de elites amplias y coordinadas hacia una economía moderna. Como lo ha señalado con lucidez Natalio Botana, nunca hemos podido acometer el desafío hecho por Alberdi de organizarnos no sólo a través de una Constitución política sino de una constitución económica. Ese vacío ha perdurado a través de las décadas y romper el círculo vicioso de mala gobernabilidad y estancamiento económico va a ser trabajoso. No es creíble que se diga que ello esta al alcance de la mano, por más slogans electorales que se agiten en esta campaña. 

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