PBI brutalmente seco y un presupuesto 'no peronista'

Hoy será un martes como mínimo gris para el crecimiento económico que se prevé, en contexto de pandemia y sin ella, también. Por un lado, el Indec que difundirá la variación del PBI en el segundo trimestre de este año, período absolutamente signado por la fase más estricta de la cuarentena que ya roza los 200 días.

Por otro, el ministro de Hacienda, Martín Guzmán, hará de manera virtual en Diputados la primera defensa de lo que proyectó para la economía que vendrá: un 5,5% para crecer el año próximo contra un derrumbe estrepitoso de más de 12% para este año, el peor desde 1890. Más allá de hoy, el debate por la generación de riqueza en una economía que parece achicarse inexorablemente recién comienza.

La caída del PBI este año será estrepitosa: 12,1% de acuerdo a la letra misma de la Ley, que comienza su recorrido parlamentario y que el Gobierno espera tener aprobado rápidamente. A juzgar por el estimador de actividad económica que oficialmente ya se conocieron no queda claro aún si lo peor en materia de derrumbe en el nivel de actividad ya pasó o no; como parece ocurrir también desde la perspectiva sanitaria a juzgar por los niveles actuales de contagios y de muertes, sobre todo en las provincias.

En el segundo trimestre del año, las bajas interanuales fueron en la actividad económica del 26% en abril; 20,5% en mayo; y 12,3 % en junio, para cerrar el primer semestre del año con un retroceso acumulado del 12,9%. De acuerdo con las estimaciones de consultoras privadas habrá que esperar hasta el segundo trimestre del año próximo para encontrar señales positivas de recuperación del PBI.

Si fuera así, será un horizonte cercano a las elecciones legislativas 2021 para las que falta una eternidad en el radar de la mayoría de los argentinos pero no para los núcleos duros del oficialismo y la oposición. Ambos sectores repiten lo mismo, que destacan las consultoras políticas de cualquier orientación: "los oficialismos no suelen ganar elecciones con crisis económica".

Mientras que un grupo de gobernadores y la CGT preparan un acto fuerte para el 17 de octubre para respaldar al Presidente, hay otro sector del oficialismo que se desmarca cada vez más y le pegan por poco peronista al Gobierno con la letra chica del Presupuesto que escribió Guzmán "El PBI debería crecer un 8% o 10% el año próximo si este fuera un Presupuesto peronista porque con ese crecimiento no se equilibran los ingresos que se necesitarán", disparó desde la trinchera Pablo Challú, el titular del Consejo de Empresarios Nacionales.

En la oposición también tienen muchas dudas respecto de la letra chica de la norma. Un estudio de Analytica, que conducen Ricardo Delgado y Rodrigo Álvarez, a quienes escuchan en la oposición, advirtió que "aumentó la incertidumbre y se vuelve a poner en duda el compromiso oficial con la estabilización económica" debido a los caminos opuestos que tomaron las políticas monetaria y fiscal ya que de acurdo a ese estudio al tiempo que se eliminó el gasto Covid-19 en el Presupuesto, reduciendo el gasto público, se endureció la política cambiaria.

Fuera del ámbito político, entre las entidades empresariales de fuste también salieron a cuestionar la falta de precisiones económicas en este Presupuesto y cuestionaron fuertemente la decisión del Banco Central sobre el súper cepo que, hasta ahora, no logró frenar la venta de dólares ni la diáspora de empresas.

Desde la perspectiva de AEA, el Foro de Convergencia Empresarial, por ejemplo, IDEA o incluso desde la Unión Industrial, donde reconocen mejor trato en este Gobierno respecto del anterior y más sintonía, sostienen que se complican las cuentas de producción por el encarecimiento de los importados y el acceso a la financiación para exportar. Es decir, pega en las inversiones privadas que generan empleo privado.

Las alimenticias nucleadas en Copal, que preside Daniel Funes de Rioja, las fábricas de electrodomésticos que recién comienzan a producir la línea nacional en el conurbano o las automotrices están que trinan. Las terminales este año, según datos del sector, fabricarán un total de 230.000 autos al año, unas 100.000 unidades menos que en el ya recesivo 2019.

Desde los sectores gremiales están muy preocupados por el nivel de empleo se estima que se perdieron cerca de 400.000 puestos de trabajo en gastronomía, hotelería y construcción (que recién ayer reabrieron algunas obras en AMBA) durante la pandemia. Sin embargo, minimizan el impacto de las decisiones del BCRA, que conduce Miguel Pesce, porque consideran que la medida está sobredimensionada por el clima político más que por la decisión en sí misma.

Más allá de las cuentas que saque cada sector, lo que parece quedar de manifiesto es que mientras lo sanitario no cede, la economía dilata su tracción; los banderazos tampoco ceden (hubo seis en sólo tres meses) y los trabajos conjuntos entre empresarios y sindicalistas, más allá de los contactos permanentes que sí continúan, se dilatan. En definitiva, se durmió una agenda que el mismo presidente, Alberto Fernández, propició y que ahora asoma más fría que tan sólo un mes atrás; y todo ocurre vertiginosamente mientras aún el Gobierno ni siquiera sopló su primera velita en el poder.

Temas relacionados
Más noticias de Crisis económica
Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.