

La Argentina fue el país que sufrió el castigo más duro de partes de los inversores. Es un mensaje contundente: el día en el que una furiosa ola de ventas atravesó todos los mercados, impulsando a los inversores a adoptar refugios más seguros -como los bonos del Tesoro americanos- los ADR de empresas argentinas tuvieron caídas de entre 15% y 22%, con la excepción de la petrolera YPF, que fue castigada con un retroceso de 28%. El S&P Merval fue el índice que más cayó, duplicando incluso el rojo de Wall Street. El riesgo argentino tocó los 2800 puntos y los seguros contra default siguieron el mismo camino.
Si bien todavía falta ver qué respuesta ejecutarán los países centrales en caso de que este derrape global no tenga piso, a nivel interno habrá un debate inevitable: por qué la economía argentina está en una condición tan vulnerable, y desde cuándo.
Lo primero que exige el cuadro actual, en donde el precio del petróleo se desmoronó 26% en un solo día, es aguardar antes de proyectar hacia adelante las actuales variables. A la pregunta de si este valor puede sostenerse a corto plazo o si hay posibilidades de un repunte, los analistas advierten que mucho depende de cómo evolucione el coronavirus. Porque por el solo efecto de la epidemia (sin contar la pulseada interna de la OPEP), la demanda mundial de crudo podría caer por primera vez desde la crisis de las hipotecas de 2008. Si el ritmo de contagios encuentra un techo en las próximas semanas, hay esperanza de un repunte. Las probabilidades de que eso suceda son escasas.
En consecuencia, la Argentina tendrá menos chance de extraer divisas de Vaca Muerta. A u$s 33 el barril, las inversiones se frenarán y a la industria le costará encontrar financiamiento para sostenerse. Si alguien pudiese comprar en el mercado todas las acciones de YPF, como ejemplo, pagaría solo u$s 2000 millones. Tampoco es buen momento para la soja y los principales cultivos autóctonos. El retroceso de la economía china y una gran cosecha brasileña achicaron el precio de la oleaginosa. Otra fuente de dólares menos.
El BCRA tuvo que vender divisas para sostener al peso y evitar una devaluación que complique la inflación. Pero no lo puede hacer por siempre, porque las tendrá que usar para pagar deuda si se estira la reestructuración. Los acreedores podrían estar más dispuestos a aceptar una quita agresiva? Habrá menos activos con rendimientos atractivos, pero para aceptar eso lo que ofrezca Martín Guzmán al menos debe ser seguro.
Está claro que la Argentina es percibida como una economía frágil. Hoy por su condición financiera, como en el 2018, pero también porque la falta de una política que ordene sus cuentas internas y externas a la vez, es un déficit que lleva décadas. Es hora de ponerse al día con las vacunas.














