Izquierda latinoamericana y la muerte de Fidel

Desde inicios de la década de 2000 comenzó un proceso que comúnmente se conoció como la izquierda victoriosa en América Latina y cuyas banderas se centraban en el abierto rechazo a las políticas de los años 90, enmarcadas en el Consenso de Washington, el cual fue la punta de lanza de los gobiernos que llegaban en aquellos años. A pesar de la simplificación que supone la distinción entre izquierda y derecha, no toda la izquierda se comportó de la misma manera en la región, y no toda la izquierda hoy está en claro retroceso.

Una, más cercana a la socialdemocracia europea continúa gobernando en Chile y en Uruguay, otra, liderada por el comandante Chávez fue más radicalizada y menos concreta en sus resultados, a pesar de su grandilocuencia retórica. Parecería que esta es la izquierda que está perdiendo el campo del voto popular. Esta distinción nos permite poner el acento en las características del populismo antes que en la ideología que pregonaron. La etiqueta de izquierda progresista les quedó grande.

Beneficiados por el altísimo precio de los productos primarios que exportaban sus economías, petróleo, minerales y soja fundamentalmente, los gobiernos de izquierda consolidaron una matriz distributiva de tipo clientelista, que conoció sus limitaciones cuando los precios de estos commodities cayeron a la mitad de su valor. Atados a lo que se denominó viento de cola los gobiernos del socialismo del siglo XXI despilfarraron los recursos y la oportunidad que se les abría, evidenciando altísimos niveles de corrupción y un desapego notorio de las reglas de juego de la democracia republicana.

Es así como el kirchnerismo, cubierto de denuncias de corrupción, perdió las elecciones frente al candidato de Cambiemos, Mauricio Macri; Nicolás Maduro perdió las elecciones parlamentarias en diciembre y Evo Morales en febrero de este año tuvo que reconocer la derrota por primera vez en diez años, Dilma fue destituida en un proceso de juicio político que llevó a su vicepresidente a asumir la presidencia. El último golpe para este grupo llegó con la muerte de Fidel Castro, otrora líder y referente ineludible para estos gobiernos.

Sin embargo, la nota particular que han tenido los gobiernos de la izquierda revolucionaria parecería ser los profundos procesos de corrupción que llegaron hasta la cima del poder. Por otro lado, en todos los casos la oposición se apropia de la bandera de cambio. Cambio en la forma de gestión, cambio en la relación entre el estado y la sociedad.

Pero, ¿qué pasó que en tan poco tiempo el socialismo revolucionario de Chávez perdió tantas batallas? Hay, al menos, dos posibles respuestas. Por un lado, se terminó la bonanza económica. Llegó la época de las vacas flacas, y el populismo no sabe gobernar con escasez de recursos. Además, y esto es lo más importante, parecería que los ciudadanos latinoamericanos ya no se conforman con prebendas a cualquier costo, su voz se alza reclamando mejor democracia. Los ciudadanos ya no están dispuestos a dar cheques en blanco, ni a gobernantes con poder absoluto. Una ciudadanía consciente de sus derechos y sus obligaciones reclama menos corrupción y mayor transparencia así como un cambio de y en la forma de hacer política, algo que la vieja izquierda no sabe hacer.

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